ENFOQUE PORTADA

La avicultura entrerriana llegó a su Rubicón

Las vulnerabilidades del sector quedaron expuestas este viernes, en la celebración que se realiza todos los años. El afianzamiento entrerriano y los desafíos que se muerden la cola. Gustavo Sánchez Romero

Relata la historia que cuando Julio César, el emperador romano, llegó a orillas del río Rubicón había decidido cruzarlo junto a sus tropas y desafiar el límite del poder del gobernador de Las Galias y generar una sangrienta guerra interna. Esto ocurrió hace un poco más de 2000 años y fue allí, en la orilla y antes de dar el paso decisivo, donde se detuvo un instante y pronunció una frase que sería un punto de inflexión en la historia: “La suerte está echada”.

Es viernes, en forma virtual, el sector avícola argentino celebró su día con un encuentro donde estuvieron los empresarios más importantes, los dirigentes más representativos y los funcionarios más encumbrados. Se  dieron cita para, desde los distintos ámbitos, brindar un panorama tan amplio como complejo del momento de la actividad y de cómo puede presentarse el futuro.

DOS FLORINES acompañó la transmisión, en las distintas variaciones que tuvo la agenda, donde los empresarios, principalmente, definieron que se encuentran un punto similar al del emperador en el año 49 A.C.

La avicultura nacional, especialmente la entrerriana que cuenta con el 51% de participación en la producción y faena nacional, parece haber llegado a su Rubicón y debe tomar decisiones que le permitan cambiar, definitivamente el curso de su propia historia y de la provincia.

En los últimos 50 años el sector debió atravesar distintos momentos y surcó situaciones como las de tirar los pollitos BB a las rutas por no tener rentabilidad que le permitan afrontar un ciclo productivo, hasta este momento en que, dos meses atrás, por primera vez el consumo de carne aviar superó al de carne vacuna en un mercado, tan luego, como el de Argentina predominado por la cultura de la carne roja.

Haz recorrido un largo camino, muchacho.

La cadena, que incluye a los productores de huevo, está dispuesta a poner el pecho y desafiar las externalidades del país, desafío si lo hay en el mundo y asumir el reto de incrementar la producción, mejorar la calidad, ganar nuevos mercados, ajustarse a las nuevas normativas y competir con países con mejores condiciones que el nuestro.

Los problemas son, básicamente, dos: las variables no son todas endógenas y les toca hacerlo en un país que no brinda un tranco de pollo de certidumbre ni previsibilidad. Sin embargo, la suerte está echada y las condiciones le imponen como única opción escapar hacia el futuro.

Escenario.

Crédito, reglas claras, previsibilidad y tipo de cambio competitivo, o al menos en sintonía con la competitividad del sector, son las cuatro patas que los empresarios pidieron ante la mirada de los funcionarios nacionales, especialmente Matías Kulfas, ministro de Producción de la Argentina, y su equipo de trabajo.

Como ofrenda de buena voluntad, y sólo eso, Kulfas anunció el viernes una línea de crédito blando por 2000 millones de pesos exclusiva para el sector avícola. No parece tanto.

Si se mira que la inversión que sólo realiza Grupo  Motta para su nuevo frigorífico en Racedo – que alcanza los 200 millones (a dólar oficial) sin contar la innovadora apuesta por genética que está desarrollando en Conscripto Bernardi o las de Frigorífico San José en la costa del Uruguay- la capacidad que posee la avicultura sobrepasa largamente el apalancamiento que le brinda el Estado a una actividad de punta en el comercio internacional, con un derrame notable en sus integrados y mano de obra directa y abastecer con proteínas animales sanas y seguras a esa entelequia que el oficialismo declama con voz en cuello y que se define como “la mesa de los argentinos”.

De hecho, honrosas y valientes excepciones, las únicas inversiones que tiene hoy la provincia se dan –con mayor o menor volumen- en la decena de fuertes frigoríficos en funcionamiento aprovechando el impulso exportador y que el mercado interno no se ha debilitado al mismo ritmo que las expectativas de los argentinos.

El huevo, sin embargo, sufre una coyuntura especial.

Además de este primer cupo de 2.000 millones de pesos, el ministro Kulfas anunció también la voluntad de redoblar es esfuerzo para volcar más fondos a las empresas –casi en su totalidad de origen familiar y con gran impacto en el empleo y la actividad económica en distintas ciudades del interior- y un programa para poner en valor tecnológico a las granjas.

Esta falencia, dicho en boca de los empresarios, atenta contra la competitividad sistémica que debe tener un sector que exporta con agregado de valor todas las partes del animal pero que además se ha animado a dar un paso clave al proponerse adentrarse en el titánico desafío de la genética.

Sin embargo, y esto que a esta altura del siglo XXI parece de Perogrullo, sigue colisionando con un país antropófago que se devora sus propias extremidades.

“Estamos bastante bien en incubación, en frigoríficos hay un balance positivo al igual que en fabrica de alimentos y equipamientos. Estamos mal en granjas. Debemos resolver los problemas al interior de la cadena porque la avicultura es la solución a la demanda de calorías en el mundo. La velocidad en que se dan los procesos son impresionantes, y nosotros nos vamos adaptando con lo que podemos, porque no hay otra estrategia que adaptarse”, aseguró en la apertura del congreso el histórico dirigente Roberto Domenech, hombre valorado en el cluster económico y con llegada al oído de Cristina Kirchner, rara avis en este contexto de la política argentina.

Proyección.

En este esquema se apoya Domenech para hablar de Factor de Eficiencia Productiva, indicador que pondera las principales variables endógenas del sector donde advierte que los nuevos galpones o remodelados logran unos 450 puntos, en beneficio de costo y productividad; pero en algunas granjas, con manejos similares, misma sanidad e igual genética están en los 250 puntos. “El resto es cuestión de escala”, diferencia el dirigente.

Ese pareció un dardo dirigido tanto al sector privado como al público, ya que si bien son las empresas las que terminan financiando esta necesaria evolución de su cadena, el crédito suele ser muy escaso para estos eslabones menores. 

Las empresas no han necesitado de la ayuda –mayormente- del Estado para configurar su mapa comercial en los distintos continentes, y cada una eligió sus propios caminos. Más bien, históricamente han pedido que no ponga barreras.

Las políticas fiscales y las oscilaciones en el mercado de cambio le marcan un camino sinuoso a la avicultura, sin contar que la desconfianza que genera el país en el mundo las arrastra en la desconsideración general a la hora de calificarlas para el financiamiento internacional que sobra para todos, menos para los que habitan en este suelo.

De hecho advierten que se encuentran casi en el límite de su capacidad productiva, ya que las exportaciones constituyen el 70 % y esto dinamiza la actividad.

Joaquín de Grazia, el empresario titular de Tres Arroyos, parece ser muy claro al advertir, en la corriente del devenir del tiempo, cómo hay que actuar ante el Rubicón.

“En la década del ´50 la Argentina era un claro exportador de pollo. Exportábamos a Brasil y Estados Unidos. Se terminó porque a fines del ´60 apareció la avicultura industrial en EE.UU. y eso que en nuestro país se pudo hacer con mucho esfuerzo personal de los productores, allá pudieron hacerlo con crédito. No podemos volver a perder otra oportunidad como aquella por falta de crédito. En el ´74 volvimos a pasar por otra prueba. La batalla fue contra Brasil en ese momento y la perdimos por diversos motivos. Ahora, y entonces, si me atengo a la pregunta de qué necesito, puedo decir que no es casualidad, que el quinquenio 2002 – 2008/10 fue donde más crecieron las exportaciones de la avicultura. ¿Qué necesito?: tipo de cambio competitivo, un tipo de cambio libre, y soy consciente de que esto significa un desafío muy grande. Nuestro país no da ese tipo de ventajas”, expresó el dirigente en el concurrido zoom que se proyecto en www.agrositio.com.

Los empresarios le suman a esto los aspectos impositivos, naturalmente, y consideran que si se lograran repetir las condiciones de 2004/2010 el sector estaría en claras condiciones de salir a buscar nichos de mercados que aún esperan ser atendidos debido a la creciente demanda mundial de proteínas.

“Necesitamos  reglas claras para saber cuántos impuestos le estoy vendiendo a ese cliente que quiere pollos argentinos pero no quiere importar impuestos. Esta competencia con Brasil la perdemos largamente. El resto es inversión y créditos, que otros países tienen y Argentina no”, sentenció De Grazia.

En este sentido, abonando aún más las demandas, Augusto Motta, el hjjo de Héctor de marcado perfil bajo pero que cada vez adquiere más relevancia en el control de la empresa que brinda empleo directo a unas 700 personas, recibió con beneplácito los anuncios de Kulfas pero pidió “políticas de Estado a largo plazo”.

El sector se puede convertir en la punta de lanza de la inserción argentina y la recuperación ya que “exportando sólo proteínas vegetales tenemos un determinado techo, en cambio si las procesamos y las convertimos en proteínas animales agregamos siete veces más de valor a nuestras exportaciones”, graficó.

Tanto es así que para Santiago Perea la única salida para seguir creciendo son las exportaciones, y en eso todos coinciden, dice. “Hace muchos años estamos trabados y no podemos hacer girar la rueda. Hoy no competimos en igualdad de condiciones: leyes laborales, impuestos distorsivos, tasas y demás cuestiones que no nos dejan competir”, remarca.

Indicadores.

En el reporte semanal que Julio Panceri prepara para DOS FLORINES, en esta oportunidad se basa en el informe semestral “Perspectivas Alimentarias 2021” que la FAO acaba de publicar en junio.

El mismo estima que la producción de carne en el mundo aumentaría este año 2% y se ubicaría en 345,6 millones de toneladas, producto de una superación paulatina de los efectos de la pandemia. De este total, 72,4 millones de toneladas corresponderían a carne bovina, esto representa un incremento del 1,2% con respecto a 2020; 135,2 millones de toneladas serían de carne aviar (aumento interanual del 1,3%); 114,4 millones de toneladas de carne porcina (aumento interanual del 4,2%); 16,5 millones de toneladas carne ovina (aumento interanual 1,3%) y el resto otros.

Dice Panceri que el crecimiento de la producción mundial de carne va de la mano de aumentos de producción de China, Brasil, Estados Unidos, Unión Europea con bajas en Australia y Argentina. El índice de precios de FAO para la carne indica una tendencia al aumento de los mismos, este indicador ya muestra ocho meses constantes de aumento en los precios de los distintos tipos de carne, producto de una aceleración de las importaciones en los países de Asia Oriental (principalmente China).

“En nuestro país, producto de un avance inflacionario constante y una caída en los niveles de poder adquisitivo de los ingresos de los argentinos, se ha producido un hecho histórico y es que el consumo per cápita anual de carne aviar ha igualado al de carne vacuna. En el mes de mayo de este año el consumo per cápita de carne aviar se ubicó en 45,4 Kg (anual) y el de carne vacuna fue de 45,2 Kg según los datos que exhibe Ciccra.

Aunque existe un aumento en el consumo per cápita de carne aviar, el precio de los productos en los últimos 12 meses ha crecido por encima del nivel de crecimiento de los salarios y esta realidad ha hecho que el consumo interno general se haya contraído, igualmente el consumo interno de carne aviar se ha sostenido.

Los datos de la Secretaria de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación muestran que la faena nacional aviar del primer cuatrimestre de 2021 ha sido 6,1% inferior a la del primer cuatrimestre de 2020. En cuanto a los precios que recibe el productor y lo que abona el consumidor, el IPOD (indicador de precios de origen y destino de CAME) indica que en el mes de mayo el productor aviar recibió el 49,8% del precio que abona el consumidor en góndola, mientras que el consumidor pago 3,18 veces el valor que recibe el productor.

“Con respecto a las exportaciones, el sector no está pasando un buen momento, producto de una disminución de rentabilidad con origen en costos crecientes y tipo de cambio controlado. En el primer cuatrimestre de 2021 las exportaciones fueron de U$S 90,28 millones, mientras que en el primer cuatrimestre de 2020 alcanzaron U$S 112,40 millones (caída interanual del 19,6%)”, refiere el colaborador de este portal informativo.

Finalmente, vale decir que la Región Centro concentra el 60,3% de la faena aviar del país en el primer cuatrimestre de 2021 (especialmente Entre Ríos que abarca el 51,6% de la faena nacional). La faena de las provincias de la Región en el primer cuatrimestre de 2021 fue de 145.378.863 cabezas, un 4,2% menor que en el primer cuatrimestre de 2020.

“En este sentido, en Entre Ríos la faena aviar de la provincia fue de 124.433.402 cabezas, esto representa el 51,6% de la faena nacional del periodo y 85,59% de la faena total de la Región Centro. Aunque si hacemos la comparación con los niveles de faena del primer cuatrimestre del 2020 vemos una disminución del 5,26% (diferencia 6.906.433 cabezas). En el primer cuatrimestre del año las exportaciones provinciales de “Carne de Ave” fueron de U$S 61.726.512 millones (45.448 toneladas) esto representa el 13,58% del total de las exportaciones entrerrianas en el periodo”, aporta.

Desafíos.

Ante todo esto, las preguntas se reducen a una que permite eslabonar los temores, las oportunidades, los desafíos y las externalidades de la avicultura entrerriana: ¿cómo hace un empresario para tomar la decisión de invertir y retomar el círculo virtuoso que se requiere con el contexto actual?

La Provincia carece de herramientas para afrontar tamaño desafío y todo se reduce a la gestión ante la Nación o bien la articulación para una mayor penetración mundial, expertise que no lo define en su naturaleza.

El sector le pide al Estado consensuar una agenda de competitividad sistémica como política para determinar cuáles son los factores que intervienen para que el país no llegue con precios competitivos al mundo y sea tan difícil el acceso. 

Todos añoran los tiempos idos, unos 15 años atrás, cuando florecían las grandes inversiones. Las empresas anclan ese momento con los Créditos del Bicentenario, “donde alguien aportó a la tasa, pero esa diferencia financiera está en producción, en plantas frigoríficas, en granjas, logística y mercados. Hoy el sector está con necesidad de plata”, dicen los empresarios, lo que se antepone con el potencial del sector.

Estos parecen ser los caminos que conducen a Roma, y las cartas ya están echadas.

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