ENFOQUE PORTADA

Incrementar la oferta

Por Sergio Dellepiane – Docente //

La Frontera de Posibilidades de Producción (FPP) es una herramienta elemental que la ciencia económica emplea para resolver la restricción estructural de bienes, servicios y divisas que afectan, en mayor o menor medida, a cualquier país, en un momento dado de su historia.

Representa el máximo posible de producción a obtener con un número determinado de recursos disponibles, siempre escasos; para intentar cubrir las necesidades insatisfechas de sus habitantes.

Como toda limitante, para cualquier ciencia social, es dinámica, flexible y puede ser modificada en dos sentidos. Se contrae cuando la capacidad productiva se reduce; o se expande cuando se incrementa la misma, o se desarrollan nuevas habilidades, tecnologías y herramientas que habilitan diferentes posibilidades y alternativas a las existentes, hasta el momento de su despliegue e implementación. Esta última opción ha sido siempre la vía de progreso para la humanidad.

En un primer momento, durante el corto plazo, se restringe consumo presente por los elevados costos de la investigación, prueba y error asociados, hasta el momento de su aplicabilidad generalizada; con beneficios reconocibles para amplias mayorías, en el largo plazo.

Etapas.

El proceso comprende una etapa inicial de preparación y aprendizaje; desde la formación del profesional, la labranza de la tierra, la puesta en forma del atleta que se dispone a competir. Todos incurren en ingentes sacrificios sin recibir una compensación acorde en este presente. La mira está puesta en lo por venir. La etapa siguiente, a dónde se pretende llegar, no está exenta de obstáculos, dificultades y restricciones, pero es cuando se cosechan los beneficios que han germinado a lo largo del tiempo transcurrido.

Exige esfuerzo, dedicación, confianza e incluye la esperanza. No puede ni debe quedar rezagado el espíritu de superación (¿Meritocracia?) y la exigencia de una sana ambición de progreso. Toda prosperidad futura tiene costos actuales, algunos conocidos y otros no tanto, cuya contrapartida al afrontarlos, es una promesa razonable de beneficios futuros.

Cualquier mejora obtenida, expande la Frontera de Posibilidades (FPP) independientemente de la demanda existente. Para la ciencia económica como para la vida misma, todo problema de restricciones siempre se ha resuelto satisfactoriamente incrementando la oferta, nunca limitándola ni reduciendo el número de demandantes.

La humanidad ha transcurrido su periplo conocido, sufriendo innumerables desafíos “terminales” que exigían, “prima facie” cruentos sacrificios y requerían liderazgos que elevaran la moral de sus seguidores a fin de atenuar espíritus díscolos o voraces.

Avances.

Todos estos retos históricos fueron resueltos, superando propuestas cortoplacistas extremas. La mayoría anodinas y sobre todo sin sustento lógico ni racional, pues fueron concebidas usualmente bajo la nebulosa del pánico. Nada de ciencia, voluntarismo extremo. Fracaso asegurado.

Toda escasez se resolvió siempre a través de un shock de progreso científico tecnológico (destrucción creativa) que surgió de la inversión, tiempo y fatiga, y de una mayor productividad asociada por la aplicación de lo generado.

Cuando se opta por aplicar condicionantes a la dinámica productiva, la Frontera de Posibilidades se retrae dramáticamente. Cepos, regulaciones, controles y todo aquello que reprime la potencialidad económica, restringe sin medida la demanda agregada.

La urgencia del corto plazo y la ansiedad que provoca toda incertidumbre, nublan las mentes más preclaras. Todo arresto crispado y convulsivo nos arroja a la banquina del crecimiento cuando no al precipicio de la recesión brutal. Los abrumadores, por lo pesimistas, indicadores de nuestra realidad social, sumados a la desazón predominante en buena parte de la sociedad argentina, conducen a una mayoría silente, a aplaudir lo urgente sobre lo importante, a premiar deuda como salvadora de plomo sobre ahorros internos, y a saltar la ley, arropada de emergencia, sobre la igualdad de derechos y obligaciones que debe regir la convivencia pacífica de toda comunidad organizada.

Países vecinos, sin Nobel en ciencias, ni Papa ni unicornios empresariales han empleado más efectivamente y resuelto positivamente el desafío de expansión que propone la Frontera de Posibilidades. Previsión, inversión y productividad les han permitido acrecentar su oferta exportable, lo que se derrama en mayor empleabilidad, mejores salarios y competitividad internacional para su producción cada vez más amplia y diversificada.

Mantenemos, entre nosotros, un sesgo proteccionista y cortoplacista. Salir del ciclo ruinoso, en el que estamos entrampados, exige enfrentar decididamente los limitantes que aporta la dirigencia que mantenemos a nuestro costo y el sopor con el que la dádiva estatal envuelve a amplios sectores de la sociedad.

Debemos abandonar la Argentina del pobrismo mendicante para volver a aplaudir el progreso que llega por medio de la educación y la aplicación de lo aprendido; también el esfuerzo de obtener cada uno lo suyo por medio de su propio sacrificio. Viajar al mundo a ofrecer lo nuestro con orgullo y no a pasar la gorra ni a pedir plazos de gracia por deudas asumidas, sin responsables a la vista, e impagables en las condiciones actuales.

Desterrar definitivamente la creencia que todos nuestros problemas encuentran solución al restringir y encorsetar las fuerzas productivas que aún permanecen activas, es condición necesaria.

La ciencia económica lo ha demostrado sobradamente. El mundo desarrollado, al que aspiramos, lo ha aplicado y ha progresado expandiendo su Frontera. Hoy nosotros, lo sufrimos trágicamente (Vgr: Vacunas).

Es un problema de Oferta, no de Demanda.

“La Oferta crea su propia Demanda” – Soichiro Honda – 1977

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