Jorge Todesca / Una respuesta muy distinta a la de 2008-2009.
El pasado reciente de la economía argentina posiblemente nos dé algunas orientaciones sobre el futuro inmediato. En 2008 y 2009, especialmente en este último año, la Argentina recibió el impacto de la crisis internacional, hasta ahora con mucha más fuerza que en las actuales circunstancias.
En aquel momento, el inicio del colapso financiero y la espectacular caída de los principales bancos de inversión en Estados Unidos generaron un clima de pánico que se difundió a nivel mundial con rapidez. En nuestro caso, además, se produjo un derrumbe del 35% en el precio de la soja que se combinó con una importante sequía, que redujo la cosecha de los principales cultivos a 55 millones de toneladas. Las tasas de crecimiento de la economía descendieron desde un ritmo del 8,5% en el primer trimestre del 2008 hasta -0,3% en el tercer trimestre del 2009. A lo largo del año, la economía creció sólo 0,9%, según el INDEC o cayó aproximadamente 3% conforme a varios cálculos privados.
Hasta hace un par de meses, los diversos indicadores de la actividad económica marcaban que la desaceleración era ahora bastante menor que en ese período. Pero eso ha comenzado a cambiar. Si se comparan los bienios 2008/ 2009 con 2011/2012, hasta marzo de este año la actividad de la construcción se desenvolvía con una dinámica mejor que en el mismo mes de 2009 y lo mismo ocurría con la actividad industrial. Coincidentemente, algo similar ocurría con las ventas en supermercados y centros de compras. En los últimos tres meses, en cambio, los índices mencionados se aproximan claramente al mismo nivel de variaciones que en el 2009.
Una primera conclusión es que la desaceleración de la economía comienza a tornarse en recesión. La segunda cuestión es analizar cuándo es posible esperar una reversión de esta tendencia. La crisis de 2008/2009 comenzó a revertirse al cabo de 18 meses. En cambio en el período 2011/2012 la desaceleración ha sido mucho más suave pero no parece detenerse transcurrido el mismo período, sino que, por el contrario, la tendencia es declinante. La reversión de la crisis se generó en aquel momento a partir de diversos factores.
Por un lado, pareció que a nivel internacional la situación, al menos, se estabilizaba; los precios de las commodities dejaron de bajar y, pasada la sequía, la cosecha se recuperó. La caída en las exportaciones fue acompañada de una contracción mayor en las importaciones y se obtuvo un saldo comercial positivo récord de casi US$ 17.000 millones. Además, durante al año, el Gobierno produjo una devaluación controlada del 25% y la inflación se redujo a la mitad de su tasa previa.
¿Qué ha cambiado desde entonces hasta ahora? El precio de la soja está en niveles récord y las cosechas se mantienen elevadas. Brasil está con un menor crecimiento, lo que afectó nuestras exportaciones en alrededor de un 8%: nada dramático por cierto. El saldo comercial seguramente rondará los US$ 10.000 millones, ayudado por una fuerte restricción a las importaciones.
Pero los indicadores macroeconómicos son diametralmente diferentes que en 2008/2009. El superávit fiscal se ha tornado en déficit y se extiende a la mayoría de las provincias. La inflación se mantiene elevada, alimentada por una cierta cronicidad y la expansión monetaria y fiscal. El tipo de cambio se ha deteriorado y existe un férreo control sobre las operaciones cambiarias. El Gobierno tiene una historia de bastante éxito respecto del manejo de la crisis en 2008/2009, pero ahora está haciendo ahora algo diametralmente opuesto. Por eso, difícilmente llegue al mismo final.
Fuente: El Economista