Francisco, los peronistas y el pacto social

29/09/2019

En el encuentro Repensando la economía, Carlos Leyba, integrante del equipo de José Ber Gelbart en 1973, esbozó algunos trazos sobre cómo debiera ser un acuerdo social. Danilo Lima

La Iglesia Católica, pareciera, ya decidió a quién “bendecir” para los comicios presidenciales del 27 de octubre en los que se elegirá al próximo inquilino de la Casa Rosada.

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La jornada Repensando la economía. Por una economía con rostro humano, realizada en el Centro Provincial de Convenciones, con la organización de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina y el respaldo del Gobierno provincial, reunió en Paraná a varios obispos, dirigentes y políticos vinculados a la Iglesia y funcionarios de la administración provincial, encabezados por el gobernador Gustavo Bordet y la ministra de Desarrollo Social y vicegobernadora electa Laura Stratta, quienes asistieron al acto de apertura junto a monseñor Jorge Lugones, presidente de la Pastoral Social y obispo de Lomas de Zamora, y el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puíggari. Al pie del estrado, desde donde expusieron los disertantes, una imagen de la Virgen de Luján y una ofrenda floral con los colores papales, le dieron un inconfundible ambiente religioso al encuentro por el que desfilaron varios economistas ligados al kirchnerismo e integrantes de los equipos técnicos del Frente de Todos.

Economía, geopolítica, integración regional, ecología, inclusión social y cooperativismo fueron los ejes de los distintos paneles que se desarrollaron entre el viernes y el sábado.

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El Papa Francisco y la encíclica Laudato si (Alabado seas) estuvieron presentes en varios pasajes de las exposiciones, sobre todo de aquellos disertantes más cercanos a la Iglesia.

En uno de los paneles, moderado por Gustavo Béliz –ex ministro del Interior de Carlos Menem y ex ministro de Justicia de Néstor Kirchner– participaron el economista Carlos Leyba; la médica Clarisa Marchetti, integrante del Instituto Patria y de los equipos técnicos del Frente de Todos; y el ex embajador argentino en El Vaticano, Eduardo Valdéz. El pacto social, los medicamentos y la Laudato si fueron los ejes de las disertaciones.

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El vice de Gelbart.

Leyba (foto) fue el número dos de José Ber Gelbart, el ministro de Economía de los presidentes Héctor José Cámpora, Raúl Lastiri y Juan Domingo Perón en aquellos turbulentos años 1973/74. En tal carácter tuvo a su cargo la política de concertación, al punto que el acta de compromiso de aquel recordado pacto social la redactó él, aunque el “cerebro” haya sido, según algunos, Orlando D’Adamo.

El origen de aquel acuerdo, sin embargo, no se gestó –como pueden suponer muchos– durante la breve gestión de Cámpora, sino que arrancó en 1970, en plena dictadura de la Revolución Argentina, con lo que se denominó La Hora del Pueblo, que encabezaron el líder radical Ricardo Balbín, y Jorge Daniel Paladino, el delegado de Perón, quien todavía estaba en su exilio madrileño. El objetivo era recuperar la democracia sin proscripciones, es decir con la posibilidad de que Perón pudiera ser candidato.

A ese inicial acuerdo, estrictamente político, se sumaron después coincidencias económicas que quedaron plasmadas en lo que pasó a la historia como el Pacto Social, signado, entre otros, por la Confederación General Económica (CGE), cuyo fundador fue Gelbart, y la Confederación General del Trabajo (CGT), liderada por José Ignacio Rucci, hasta su asesinato a manos de Montoneros.

El eje central de ese Pacto Social, más allá del acuerdo de precios y salarios, era eliminar las sorpresas en la economía, y, para eso, la participación de todos los actores de la actividad económica era clave. El pacto, tras la muerte de Perón y la renuncia de Gelbart, lo desmontó Alfredo Gómez Morales, el primer ministro de Economía de la presidente María Estela Martínez, la viuda de Perón. Después, ya en 1975, vino el “Rodrigazo”, aquella brutal devaluación del ministro Celestino Rodríguez, el sucesor de Gómez Morales.

Un nuevo pacto.

Leyba, de origen democristiano, reseñó la historia de aquel acuerdo y esbozó algunos trazos de lo que debiera ser un nuevo pacto social, como propone el candidato Alberto Fernández, a modo de primer paso para intentar salir del descomunal enredo de la economía argentina.

Para Leyba no se puede repensar la economía argentina si antes no se repiensa la política, sobre la base de los partidos políticos que son el presupuesto básico de la democracia desde donde deben surgir los debates, las argumentaciones y las propuestas de crecimiento y desarrollo. “Uno puede repensar la economía del país si es capaz de invitar a todos los sectores técnicos y científicos relacionados con los temas viales, la energía, los puertos, la salud, el agro, a pensar un proyecto de largo plazo, porque todos sabemos que por más viento que haya el velero no va a ninguna parte si no hay un rumbo”, explicó.

“La soja y el litio pueden tener los mejores precios, pero si no hay un proyecto de largo plazo, eso se esfuma, como ya ha sucedido. El punto central, entonces, es el pensamiento político que debe gobernar la economía, porque, de lo contrario, la economía es gobernada por los intereses”, precisó Leyba.

Y la Argentina, enfatizó, “en los últimos 45 años ha sido capturada sistemáticamente por los intereses, primero la patria financiera, después la patria contratista y ahora la patria concesionaria, todas de la misma raíz”.

Allí fue cuando Leyba explicó que el pacto social del que fue un actor central logró bajar la inflación del 80%, en mayo de 1973, al 14%, en marzo de 1974, y hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) “dijo que (el plan) andaba muy bien”.

Consideró, en este sentido, que un nuevo pacto social requiere, además de repensar la política, “un plan de largo plazo llevado adelante por gente calificada, que sepa”.

El presidente Mauricio Macri, agregó Leyba, “ha sostenido durante mucho tiempo que la Argentina tiene su motor y su futuro en la energía –el sol, el viento y el litio– y la tierra, o sea, la Argentina primaria. No está mal, pero lo que ocurre es que la Argentina primaria distribuye recursos en el gran territorio del país y no en el área urbana”, observó.

El país, recordó, tiene 14 millones de pobres y “eso nos grita desesperadamente la imperiosa necesidad de crear empleo urbano, es decir, industria”, remarcó.

Leyba, al ahondar en esta materia, dijo que no había escuchado a nadie plantear seriamente una política industrial, un tema central para él. “Lo primero que hay que pensar cuando se habla de distribución es la distribución primaria: el trabajo, el salario, y los salarios más altos se dan en la actividad industrial”. La Argentina, enfatizó, “tiene mucho para hacer en política industrial. No hablo de la industria agroalimentaria –que nadie duda somos líderes– sino de otros sectores que en conjunto tienen hoy un déficit de 30 mil millones de dólares. Hemos perdido muchas cadenas de valor, y muchas de ellas se fueron a Brasil”, ejemplificó.

Medicamentos.

Tras la exposición de Leyba, Béliz –¿ministro del Interior en un eventual gobierno de Fernández?– presentó a Clarisa Marchetti como médica gastroenteróloga e integrante de la comisión de salud del Instituto Patria, y la expositora agregó que también formaba parte “de los cuerpos técnicos del Frente de Todos”.

“Estamos trabajando en la planificación de propuestas para presentarles a Alberto (Fernández) y a Cristina (Kirchner)”, señaló Marchetti, al tiempo que remarcó que “para nosotros el medicamento es un bien social y la salud es un eje industrializable para aumentar la fuerza laboral porque sabemos que hace falta trabajo”.

Loas a Francisco.

El tercer panelista fue Eduardo Valdés, ex embajador argentino en El Vaticano y actual diputado del Parlasur, quien ocupó su tiempo en alabar constantemente la figura del Papa Francisco y poner a la encíclica Laudato si como eje de la acción política.

Valdés le agradeció a monseñor Lugones por “mostrar al Papa” porque, dijo, “me duele que a veces no se lo muestre. Francisco es un gran sembrador, él está sembrando lo que van a cosechar otros. Y Francisco a muchos molesta, por eso no lo muestran”, insistió.

Casi con devoción, Valdés definió al Papa como “el líder más importante de la humanidad”, lo que generó fuertes aplausos entre los asistentes, entre ellos un muy entusiasta Felipe Béliz, hijo de Gustavo, sentado en primera fila.

“Todos creen que Laudato si es una encíclica ecológica, en el sentido ambiental, pero lo cierto es que lo que dice es que no se puede resolver la crisis ambiental si no se resuelve la social”, explicó.

Remarcó, en este sentido, que “la palabra ecología es lo contrario a la palabra economía”, y sugirió que las universidades católicas debieran “dejar de enseñar economía neoliberal” porque “esa economía mata”.

La economía, aseguró, “es el manejo de los recursos por el lucro y eso está matando al planeta y, en consecuencia, al hombre”. La ecología, en tanto, “tiene que ver con un nuevo sistema, con una nueva lógica, en donde las relaciones sociales no sean de lucro. El camino es la justicia social y la paz social, es el diálogo y los acuerdos nacionales, regionales e internacionales”, subrayó, y propuso “salir de la economía neoliberal de lucro y pasar a relaciones ecológicas donde lo eco (sic) tenga una nueva lógica”.

Laudato si, desde la mirada de Valdés, entonces, debe regir las relaciones sociales y económicas.

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