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Felipe Berruhet: “El sector agropecuario tiene que participar en política”

El presidente de Coopar habló de inversiones y desafíos al interior de la cooperativa. Además, planteó que el sector debe sentarse en “la mesa de decisiones” para revertir 70 años de malos resultados. Nahuel Amore

La Cooperativa Agrícola, Ganadera y de Servicios Públicos de Aranguren Ltda (Coopar) está próxima a cumplir siete décadas de vida institucional y, a pesar de los vaivenes macroeconómicos, sigue siendo de las organizaciones asociativas más importantes de Entre Ríos y el país. Sus inversiones no se reducen sólo al mercado granario, sino que también apuestan por otras actividades con agregado de valor como la producción de cerdos. Incluso, no descartan seguir incursionando en próximos negocios que sean rentables para los asociados.

Hacia fines de octubre Coopar realizó su 68° Asamblea Anual y se determinó la continuidad de las autoridades, con la figura de Felipe Berruhet como presidente. En un mano a mano con DOS FLORINES, el dirigente desmenuzó la vida de la cooperativa y valoró las premisas que los impulsan a seguir creciendo y fortaleciendo el sector. Asimismo, se animó a ir más allá y plantear posturas firmes respecto del devenir que debe tener el cooperativismo agropecuario entrerriano.

Según destacó, actualmente concentran entre 900 y 1.000 asociados activos, sobre una plantilla de 1.700 que deben depurar, debido al paso de los años, el fallecimiento de varios integrantes y en ocasiones el cierre de sociedades. De todas maneras, resaltó que se siguen expandiendo. “Venimos creciendo en asociados desde hace seis o siete años. Todos los años se suman socios nuevos”, aseguró a modo de síntesis sobre el interés que despierta Coopar en pueblos y localidades de la provincia.

Berruhet cree que ya son un marca registrada en la Argentina y eso se debe a que “siempre Coopar tuvo la misma impronta, innovadora y sólida, que va trascendiendo a lo largo de los casi 70 años”. Sobre estos valores es desde donde hoy se para y no duda en afirmar que son momentos de dar un paso más. “Queremos que la política deje de ser un cuco, que aprendamos que es necesaria la política en el sector agropecuario. El sector agropecuario tiene que participar obligatoriamente”, sostuvo.

Desafíos

—¿Cómo sobrellevó su gestión en la institución en medio de la pandemia?

—La pandemia nos agarró como a todas las empresas con más preguntas que respuestas. Por suerte fuimos adaptándonos al problema de la pandemia y la cuarentena. Eran dos cosas a atender de forma distinta. La pandemia era un problema sanitario, a lo cual debíamos seguir funcionando en resguardo de la salud de los empleados. Lo trabajamos de forma exitosa porque, como en muchas empresas, la mayoría de los contagios se producían afuera, en la vida social, y muy pocas tenían origen dentro de la cooperativa. Eso nos mantuvo ocupados. Pasada la pandemia y la cuarentena, tuvimos que volver a la normalidad. Ahí fue cuando decidimos seguir atendiendo igual a los asociados con distintas modalidades. La pandemia nos enseñó un montón de cosas que no pensamos que se iban a modificar. La virtualidad es una opción, por la rapidez e inmediatez, sin perder la presencialidad totalmente. Se mejoraron incluso los sistemas de comunicación. Por otro lado, al ser declarados esenciales, seguimos sembrando y trabajando. Es decir, la pandemia nos molestó como a todos, pero nos dejó enseñanzas.

—¿Y en qué aspectos se sintieron afectados?

—Las cooperativas son sociedades de personas y el vínculo entre todos es muy importante. Eso pesa mucho, porque no tenemos clientes, sino asociados, de quienes conocemos qué y cómo siembran, qué problemas tienen, cuáles son sus inconvenientes. Toda esa información con la virtualidad no la lográs, solamente datos duros. Los datos anexos a la actividad estricta del agricultor se logran en el diálogo presencial. No es un dato menor porque desde el punto de vista de la cooperativa es su capital más grande.

—¿Con qué desafíos asume un año nuevo de gestión? ¿Cuáles son las demandas de los asociados?

—La cooperativa por suerte tiene muchas inversiones en carpeta y tiene muchos proyectos por delante. Debemos empezar a desplegar algunos para hacerlos viables. Ya desembarcamos en la sucursal de Crucesitas Octava y avanzamos con ese tema. Y si alguien necesita buscar campos disponibles, también los ayudamos. Ese tipo de funciones son las que nuestros asociados nos piden. Está en cartera la posibilidad de continuar con el proyecto de feedlot, entonces lo desempolvamos. Todo depende de la economía que venga.

Solidez

—¿Cómo está hoy financieramente la cooperativa?

—La cooperativa tiene una característica casi en su génesis, de solidez. La cooperativa de Aranguren defiende en su dirigencia la solidez a capa y espada. Eso le da independencia de criterio y de toma de decisiones. Es muy difícil que una empresa cooperativa pueda tomar decisiones acertadas cuando tiene que estar todos los días atendiendo temas económicos y financieros, más aun en este país. La cooperativa tiene como premisa poder atender la capacidad de siembra de sus asociados, que representa entre fina y gruesa unos 15 millones de dólares, sin tener que ir al sistema financiero. Es un dato que nosotros respetamos.

—¿Quiere decir que la política de solidez sostenida en el tiempo en Coopar suple la falta de financiamiento que padecen muchas actividades?

—Exacto, nos autofinanciamos. Igual, vamos al sistema financiero porque a las inversiones que demandan capital de inmovilización, tratamos de no hacerlo con nuestro capital de trabajo que es nuestra ventaja competitiva. Si tenemos que invertir en una granja porcina, vamos al sistema financiero. Si nos gusta, conviene y es viable, tomamos un crédito, asumiendo que tendremos los fondos suficientes para hacer frente a esa inversión. El año pasado nos pegó la seca en un 20 o 25% y orgullosamente debemos decir que la cooperativa no dejó de atender a ningún asociado.

—No es menor en este contexto.

—Sí, porque eso se traduce en la Asamblea cuando decimos que están estos excedentes y los asociados deben decidir qué hacemos con ellos, si los dejamos dentro de la cooperativa o los repartimos. Y como siempre, de costumbre, el asociado prefiere dejarlo porque, por ejemplo, si tiene una seca, no se tiene que preocupar si puede o no pagar los insumos.

—Los excedentes conforman un fondo anticíclico.

—Exacto. A lo mejor no es la refinanciación más económica, pero el tipo la tiene. Si le fracasó la cosecha, reestructuramos el crédito, con tantos intereses, financiamos en granos por ejemplo; no hay problema, la cooperativa te financia los insumos de esta campaña y te presta para la que viene. Este tipo de idas y vueltas hace que el asociado deje los fondos, porque individualmente quizá no representan nada pero sí en el conjunto.

Inversiones

—¿Qué inversiones tienen en cartera hoy?

—Nosotros precisamos ampliar la planta de Victoria. Ahí tenemos un problema, porque hay una planta vieja que se compró en la década del ochenta y otra que se compró en los 2000. La cooperativa fue creciendo en cantidad de acopio y asociados en la misma medida que íbamos haciendo inversiones y eso nos trajo complicaciones porque era un ritmo constante, siempre estábamos parados en el mismo lugar. Eso nos obligó a seguir usando la vieja planta que está metida en el medio del pueblo. La idea es que en dos o tres años podamos salir de la planta urbana de Victoria. Por eso este año estamos haciendo otro silo de 5.000 toneladas y seguramente tendremos que hacer uno o dos más. Además, la cooperativa se convirtió en líder de colza en Entre Ríos y la región; y tiene un tratamiento especial porque hay que almacenarla y airearla en una planta chica. Ahí tenemos otro problema porque la colza de todos los asociados la remitimos al centro urbano de Victoria y nos ha complicado. Por otro lado, nos quedó chica la planta de alimentos balanceados porque se agrandó el sistema porcino de engorde.

—¿Cómo iniciaron los primeros pasos en la actividad porcina?

—Nosotros teníamos un sistema de engorde con una empresa llamada Reynafe SA, una granja porcina de 1.200 madres que teníamos a medias con la Cooperativa de Seguí. El año pasado ellos decidieron vender su paquete accionario y optamos por adquirir la totalidad. Nos pusimos de acuerdo y se asumió el compromiso de pagar a futuro. Hoy Reynafe desaparece en el corto plazo y quedaría como una división de Coopar en el sistema porcino. El tema es que el sector viene creciendo y nos va a obligar a aumentar el volumen de producción de alimentos balanceados. Ya tenemos presupuesto para pasar de 5.000 toneladas a 15.000 toneladas mensuales de procesamiento de granos.

—¿La producción de cerdos les permitió diversificar las inversiones, pensando en el agregado de valor como alternativa más rentable?

—En el Consejo tenemos una premisa que la recibimos y la vamos a heredar, de que se hacen todas las inversiones que son beneficiosas para el asociado. En el sistema porcino utilizamos mucho maíz disponible de la copoerativa. La opción de Coopar era mandarlo a puerto o venderlo a sistema de pollos. Entonces, nos preguntamos por qué no lo hacíamos nosotros. Entre Ríos es el principal productor avícola del país y no hay un solo pollo cooperativo. Tenemos la gente que podría tener galpones, tenemos maíz y tenemos la logística. Pero ingresar al sistema avícola era competir con una cadena privada que tiene 70 años de perfeccionamiento. Entonces dijimos para qué meternos en la madriguera del lobo si podemos hacer una alternativa. Fue entonces que aparecieron los porcinos. Por ello, como dijiste, pensamos en que vamos a diversificar todo lo necesario. El sistema porcino lo que más produce es beneficios al momento de colocar maíz en grano, que es lo que más produce el asociado en Coopar. A su vez, los productores porcinos son asociados. El grueso es transformar el grano en proteínas cárnicas. Y va a seguir creciendo porque en Entre Ríos vino para quedarse, con lo cual vamos a seguir creciendo en este sector y vamos a evaluar la posibilidad de seguir ‘chusmeando’ hasta que sea viable agregar valor en origen de otros granos.

—¿No descartan en el mediano plazo incursionar en otra actividad productiva que agregue valor en origen?

—Sí. Sabemos que Entre Ríos es un gran productor de sorgo y Coopar es un gran acopiador. Ahí andamos ‘chusmeando’ qué se puede hacer industrialmente con el sorgo. Y siempre se escucha, se participa en organismos y tenemos vínculos con profesionales que nos van orientando. Coopar ha adoptado una bandera que es tratar, dentro de lo que la economía permite, innovar todo lo posible.

Política

—¿Cómo analiza desde su rol de presidente de Coopar el escenario político que vive hoy la provincia y el país?

—La política de los últimos 70 años debe hacerse un llamado a la reflexión porque los resultados que ha producido no fueron buenos. Así de sencillo. La política en general, si se analizan los resultados, la verdad es que le erraron. A partir de ahí, las cooperativas han tenido un cambio de visión con respecto a la participación del sector cooperativo en la política. Era bastante mal visto hasta hace 15 o 20 años. Nosotros estamos peleando para que todo el sistema cooperativo empiece a tener participación política partidaria.

—¿No cree que eso traerá internas como sucede en otras instituciones, más aún ante una polarización tan marcada?

—Creemos que no y creemos que el sector cooperativo y agropecuario tienen que madurar en ese aspecto. Lo vemos desde esta forma porque es un debate que se viene dando y en 2022 va a salir a flote, seguramente. El sector tiene que entender que la política partidaria no tiene que ingresar al sector, sino que el sector a través de sus representantes tiene que ingresar a la política partidaria. La diferencia siempre fue que el sector agropecuario, incluido el sistema cooperativo, para mantenerse puro, casto, limpio, alto, rubio y buen mozo, no debía participar en política, lo cual dejaba en otros las decisiones desde el punto de vista económico. Es un grave error y lo fuimos entendiendo en base a sangre, sangre y sangre.

El sistema agropecuario es el que produce el 70% de los dólares que ingresan al país, el que da la mano de obra del 30% de la provincia, el que genera el 70% de los ingresos fiscales. Sin embargo, no está sentado en la mesa de decisiones. Es un error conceptual pensar que sos el agente económico que produce los fondos para que otro decida cómo se gasta. Entonces debemos preguntarnos: ¿o dejamos de ser el sector que más produce o nos sentamos a la mesa de decisiones? Si no, nos van a perjudicar siempre. Siempre vas a ser el tipo que paga las facturas. Eso significa que la línea dirigencial que tenga el sector agropecuario de peso, con criterio, con trayectoria y quiere dar el salto a la política, el sector lo tiene que palanquear. Eso es muy diferente a pensar que la política debe ingresar al seno de las instituciones. Coopar no se va a hacer ni socialista, ni justicialista, ni radical. Los líderes que tenga Coopar, LAR o La Ganadera y que quieran dar el salto, el sector los va a sostener.

—¿Pero estarían dispuestos a crear un partido cooperativo? Para participar de elecciones sigue siendo una regla básica.

—No estamos pensando en crear un partido político sino que ingresen al partido donde ellos se sientan más cómodos. Ya crear un partido político significa traer al seno de las instituciones una visión política. En los más de 900 asociados activos de la Cooperativa de Aranguren, hay de todo: radicales, peronistas, socialistas. Es difícil que una empresa contenga todo eso. Si un dirigente cooperativo quiere hacer una participación, sea en el peronismo o en Juntos por el Cambio, se los va a sostener. Pero cuando el tema a tratar en las cámaras o algún ministerio afecte al sector, él sí tiene que hacer un llamado a las bases y plantear la disyuntiva.

Debería recordar cuáles son los intereses que defiende.

—Exacto.

Pero ya hubo ejemplos en la política que han salido del sector como por ejemplo Atilio Benedetti, Luis Miguel Etchevehere o Alfredo De Ángeli. ¿Qué pasó? ¿No defendieron los intereses sectoriales?

—Tenemos muchos casos que ingresaron y no siguieron siendo representantes del sector, como Alfredo De Ángeli, Jorge Chemes, Luis Miguel Etchevehere y otros en otras provincias. Hubo uno que fue director agropecuario de mucho peso, que se hizo famoso y cuando vino el partido político lo invitó a ingresar a las filas. Así dio el paso a la política y dejó de ser dirigente. Nosotros queremos lo contrario, porque esa gente le debe explicaciones al partido que lo encumbró. Nosotros decimos que el sistema cooperativo tiene que ofrecer a sus hombres, sabiendo que los representa. El sector los va a apoyar económica, financiera e intelectualmente para participar en las elecciones por un determinado partido. Las PASO te permiten llegar a hacer las internas. Perderemos el primer año, perderemos el segundo año, pero lo que queremos en estos momentos es empezar al camino, empezar la impronta. Queremos que la política deje de ser un cuco, que aprendamos que es necesaria la política en el sector agropecuario. El sector agropecuario tiene que participar obligatoriamente, si no vamos a estar presos de las decisiones de otros.

Significaría un cambio rotundo en la vida institucional del sector pensar en hacer política también.

—Sí, es un cambio hacia adentro y hacia afuera. La gente en general está acostumbrada a que el sector no participa. Participan los sindicatos, los industriales, los ciudadanos comunes, pero el agropecuario no. Por eso, tenemos como desafío empezar a ejercitar ese músculo que ha estado aletargado durante 100 años. Obviamente que el sector no va a apoyar a cualquiera. Seguramente habrá una depuración interna y va a mandar a sus mejores hombres porque no se puede permitir un fracaso inicial. Pero sí hay que empezar a ejercitarlo.