Falleció Leopoldo Cumini, el amigo del lecho del río

18/05/2020

El ex piloto de automovilismo, empresario, emprendedor y querido personaje paranaense dejó de existir este domingo. Gustavo Sánchez Romero 

“El Poldi vivió una buena vida, en todo sentido”, sintetizó su colega, socio, amigo y despachante Aquiles Arús.

Imagen 1

Y que no parezca poco. Ya quisiéramos que de nosotros se dijera eso en nuestra hora postrera.

Su vida terminó con riguroso respeto a su estilo: en silencio y en puntas de pie. La estadística dirá con precisión que había nacido el 6 de junio de 1945 y que expiró en el crepúsculo del 17 de mayo de 2020.

Imagen 2

En el ocaso, había tenido algunos episodios cardíacos y en los últimos meses peleaba contra un cáncer que ni sus amigos cercanos sabían dónde estaba localizado, porque él se emperraba en no hablar de eso y disfrutar de un buen vino con ellos.

Extremadamente prudente y cauto, su parquedad se colaba en cualquier conversación como una daga punzante y parecía refugiarse con sabiduría de cierta venalidad social en el silencio y en esa sonrisa setentista del Club del Clan.

Imagen 3

Pero ese talante enjuto se comprimía más todavía y se llenaba de arrugas y gestos toda vez que la circunstancia lo desafíaba a una opinión o posición firme.

Poldi vivió su vida a la alta velocidad, no temió tomar las curvas en quinta a fondo y se repuso cada vez que despistó y debió volver del pasto.

No le temió a los desafíos y esa calma virtual de documento de identidad no reflejaba la vertiginosidad de un hombre que supo elegir correr riesgos en el automovilismo, los negocios y la vida. Por dentro fluían sus determinaciones de lava volcánica.

“Así que me cuentan que fuiste un verdadero play boy entrerriano”, bromeó alguna vez este cronista en algunos de los tantos diálogos donde no podía resistir a contar algunas historias de su pasado eterno.

Y se largaba como buscando el zarpazo y de pronto advertía que se adentraba demasiado en las peligrosas geografías de sus soledades, tribulaciones y osadías, y era entonces cuando aparecía esa sonrisa que no era más que un leve movimiento en la comisura de sus labios y clausuraba los postigos del alma.

Sólo me abrazó y sentenció: “No hagas caso a todo lo dicen amigo, la vida son granos de arena que siempre se diluyen en el puño”.

 

Derrotero.

Había nacido en Paraná y aquí se crió y construyó su principal capital: reputación y amigos.

Hijo de una familia de areneros, departió su vida entre los fierros y el río, en las extensiones horizontal y vertical.

Intentó acercarse a la vida universitaria de joven pero el olor a aceite quemando a más de 150 kilómetros por hora fue más fuerte que cualquier convención social.

Se subió a los autos de muy joven y dejó huellas con el Fiat 600, Crespi-Jeep (F5E), Ramos-VW, Berta-Dodge, Berta-VW (F2N) y fue subcampeón TG2 Clase “A” (Zonal) en el año 1972 y su recuerdo atraviesa las competencias regionales pero también Mendoza, Mar del Plata, Córdoba, Pigüe, y el corazón mismos de los fierros, como Las Parejas, Rafaela y Marcos Juárez.

Su apodo sonoro trascendió los circuitos, pero también la dirigencia ya que fue fundador y pionero en la categoría F2N, que luego se reconvirtió hasta llegar a ser una categoría de presencia nacional. Los sitios de Internet rescatan ese paso profundo.

Pero alguna vez los impulsos se organizan y abrazó la cultura del trabajo hasta convertirse en un emprendedor nato, y hasta podría decirse sin temor al error que fue el hombre que llevó un commoditie tan nimio como la arena a la categoría de premium y la hizo viajar en modo exportación por distintos países de Latinoamérica.

Gravafilt LT tenía su impronta y logró un desarrollo propio al comprender que había un mercado para las arenas especiales y las gravas destinadas para el filtrado y el uso preciso en industrias como la petrolera.

En eso estuvo en los últimos 25 años y recorrió un largo camino, y hoy lega a sus sobrinos, que lo estaban acompañando en la gestión, una empresa con alto posicionamiento de mercado.

Su padre fue Cumini y su madre Díaz, hermana del recordado “Pocho”, uno de los pioneros en la etapa de industrialización del país de la extracción de arenas del río Paraná.  

Allí se forjó un ADN vinculado a la extracción minera del curso fluvial.

En algún punto de la historia se produjo una controversia familiar y debió apelarse a una escisión que dejó a Poldy, Luci y sus sobrinos al frente de una fracción que se convertiría en la plataforma de lanzamiento de Gravafilt, y que le permitiría llevar sus productos a casi todas las provincias argentinas, Uruguay, Bolivia y Paraguay.

De joven se fue a administrar la Arenera en la ciudad de La Paz y allí permaneció varios años, esperando que brotara ese impulso por desarrollar arenas clasificadas, que lo convertiría en un innovador en su rubro a nivel nacional.

No tuvo hijos en la vida y en los últimos años había canjeado la celeridad de sus años mozos por la armonía y sosiego de los brazos de Ercilia Alonso, su compañera con la que convivió en los últimos años en Buenos Aires y de quien hablaba con la fruición de la admiración. Estaba orgulloso de su talento y gozaba acompañarla en su atelier y en su mundo de paletas y lienzos.

Sin embargo, pidió volver a Paraná y quiso que su último aliento se confundiese con la brisa fresca del otoño paranaense.

 

Reconocimiento.

Tuvo siempre un sano impulso hacia la consolidación institucional en Entre Ríos y apostó desde los inicios a la “utopia de la Región Centro”, como recordó Jorge López una vez conocida la noticia. También lo lloró como una pérdida inasible su amigo Fernando Caviglia, hoy secretario de Industria del Gobierno provincial.

Noemí Dellizzotti, con la voz quebrada apenas pudo dejar un audio que lo recordará para siempre: “Era una persona querida y apreciada por todos. Jamás lo escuché enojarse, quedarse o  discutir sin sentido. Siempre dispuesto para lo que fuese. Realmente diría que Poldi es un espejo en el que todos debemos reflejarnos”.

En el Consejo Empresario de Entre Ríos, del que fue socio fundador, la conmoción se desplaza visceralmente. En su silente andar, a nadie dijo que su derrotero tenía ya escrita la fecha de cierre en la palma de su mano.

A las 18.30 de hoy y a los 74 años El Poldi Cumini se fue donde nació, y la ceremonia de despedida debió realizarse a modo Covid. La calma de este adiós tampoco parece desentonar con su espíritu.

En sus amigos la noticia demuda en llanto y se desgarra en recuerdos; en sus colegas empresarios se suelta un dejo de respetuosa angustia. El mundo de los fierros lo despide a con los únicos ruidos que lo acompañaron, los de los motores rugientes, como le hubiese gustado.

Y en algún oxidado corazón femenino se habrá desovillado la mueca de la nostalgia.

Es que, en definitiva, la vida es un puñado de arena que no se puede retener en el puño. Él lo supo desde siempre.

Por eso se fue en puntas de pie y sin estridencias, como le gustaba vivir. Hizo de las rutas sus venas, y del lecho del río su camino. Allí encontró todo, dos viejos amigos que también hoy deben sentirse un poco más solos.   

Deja un comentario