La muy probable vuelta de las retenciones y la posibilidad de que Agroindustria pase a ser secretaría –y quede bajo la órbita de Hacienda– pueden obligar al ministro entrerriano a dejar el gabinete. Danilo Lima
La necesidad tiene cara de hereje sentencia el viejo refrán. La crisis económica, cuyo lado más explosivo es la fortísima devaluación del peso –que traerá más inflación, más recesión y más pérdidas de fuentes laborales, entre otros efectos negativos–, obligará al presidente Mauricio Macri a incumplir su promesa con el sector agropecuario en materia de retenciones a las exportaciones. Será un trago amargo para el Presidente –que hace poco las definió como “un impuesto poco inteligente”– y, vaya paradoja, una medida aplaudida por aquellos sectores antimacristas que siempre consideraron al campo como un sector privilegiado en esta administración.
En el Gobierno, por estas horas, trabajan en el paquete de nuevas medidas económicas que, según se anunció, se darán a conocer este lunes.
Una de las determinaciones ya adoptadas, según fuentes consultadas por DOS FLORINES, es la suspensión del esquema de reducción gradual de las retenciones a la soja –a partir de hoy en el 25,5% – y su reinstauración al resto de los granos y demás productos de exportación. Algunas fuentes, incluso, hasta se animan a vaticinar que el nivel de las mismas se ubicaría en el 5% –el mismo porcentaje con las que comenzaron durante la administración del presidente Eduardo Duhalde, en 2002–; otras, en cambio, arriesgan un porcentaje mayor (¿10%?).
Las versiones sobre la vuelta de las retenciones “pone los pelos de punta” a las entidades del campo. “Otra vez vamos a ser nosotros los encargados de apagar el incendio que es responsabilidad de los malos gobiernos”, le dijo a DOS FLORINES un productor que nunca votó ni a Macri ni a los Kirchner.
El presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA) –la entidad más macrista del campo–, Daniel Pelegrina, salió a rechazar la medida porque “sería una mala señal” y se pronunció por “aumentar las exportaciones y no desalentarlas” para conseguir los dólares que el Gobierno necesita.
Dardo Chiesa, el titular de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), “vería mal” si estas versiones se transforman en realidad, mientras Carlos Iannizzotto, el presidente de la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), señaló que sería “una mala noticia”.
Coninagro, además, consideró que es “el momento oportuno” para pasar desde un sistema financiero a un sistema que aliente la producción, el trabajo y el empleo. “Queremos un gran acuerdo nacional para sostener ese plan y darle previsibilidad y tranquilidad al mercado. Los productores necesitamos un esquema de medidas que perduren en el tiempo, y que frente a cambios impositivos, no perjudiquen a quienes han apostado a acompañar para ganar nuevos mercados y mantener bien alta la imagen de los productos argentinos en el mundo”, dijo Iannizzotto.
Ante este escenario, el ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, si es mínimamente coherente con lo que ha pensado siempre en materia de retenciones, tendrá una sola opción: irse del gabinete.
Hay, además, una razón adicional que refuerza la probable salida del entrerriano del Gobierno. En la batería de medidas en preparación sigue latente la posibilidad de que Agroindustria pase a la categoría de secretaría y quede bajo la órbita del Ministerio de Hacienda –todavía a cargo de Nicolás Dujovne, el principal impulsor de la vuelta de las retenciones–, y es muy difícil que un ministro acepte ser “degradado” a secretario.
En las próximas horas, seguramente, habrá más precisiones pero todo parece indicar que la suerte de Etchevehere está echada.
