Estudiaron juntos, los unió el amor, la pasión por los quesos y crearon Costa Roma en Paraná

02/02/2025

Rocío Torres y Matías Vettori decidieron emprender en la producción de quesos artesanales en Paraná hace prácticamente dos años. Luego de atravesar los difíciles primeros pasos, apuestan por expandirse en la provincia, con nuevos sabores y el desafío de “agregar valor”. Por Nahuel Amore

Costa Roma es un joven emprendimiento que nació de la mano de Rocío Torres y Matías Vettori, una pareja de profesionales especializados en alimentos que se conocieron estudiando y los unió mucho más que el amor: la pasión por los quesos y en particular los artesanales, que buscan diferenciarse en un mercado históricamente dominado por productos industriales, atomizado en el tipo de consumo y pendular según los vaivenes económicos.

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El nombre surge de la amalgama entre la particularidad de haberse creado en la costa del Paraná y el juego de palabras entre las primeras sílabas de ambos, quienes cuentan con orgullo que invirtieron todos sus ahorros para montar una pequeña fábrica en el garage de su casa. Desde allí, elaboran hoy ocho variedades de quesos que distribuyen en comercios de la zona y proyectan expandir por toda la provincia y la región, según expresaron a DOS FLORINES.

Si bien el proyecto comenzó a gestarse en 2022, fue al año siguiente que iniciaron la producción, se hicieron conocidos y llegaron a procesar hasta 900 litros de leche por semana. La recesión de 2024 no les fue esquiva, como ocurrió con todo el sector lácteo argentino, y se mantienen hoy con una producción de 300 litros. No obstante, auguran que en el corto plazo, con esfuerzo y el secreto de la calidad, irán ganando terreno.

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Los jóvenes emprendedores describieron cómo se suele comportar el consumidor de quesos en la zona y explicaron que buscaron aportar una propuesta distinta, con materia prima de un tambo ubicado en el Acceso Norte. En ese sentido, con la leche fresca que es utilizada ni bien llega a la fábrica, actualmente elaboran seis variedades de saborizados –chimichurri, orégano, albahaca, ají, pimienta y pimentón–, a los que se suman el Holanda estacionado y el sardo.

El aprendizaje durante este tiempo, además, los terminó de convencer de que el camino es buscar la diferencia. “En la zona hay muchos quesos industrializados como el cremoso, sardo, Holanda o el azul, pero los artesanales que la gente busca como los saborizados, no se encuentran tanto en Paraná; eso también nos ayuda y nos abre el mercado. A medida que nos dimos a conocer, fueron los quesos que más salieron”, señaló Rocío.

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Inicios

Matías es paranaense y Rocío, de Venado Tuerto, Santa Fe. Se conocieron estudiando la Licenciatura en Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y, tras recibirse, se radicaron en Paraná donde trabajaron en relación de dependencia. Sin embargo, como todo en la vida, hubo un momento en que hicieron un clic y decidieron lanzarse con Costa Roma.

“Trabajé en una escuela agrotécnica y, a partir de esa experiencia, nos animamos. En unas vacaciones comenzamos con la idea y nos focalizamos en hacerla realidad. Estuvimos pensando un par de años y, cuando nos decidimos empezamos a comprar la maquinaria, poniéndonos de lleno con el proyecto”, relata Vettori, quien tiene más experiencia en la práctica de cómo producir mayores cantidades.

Animarse a invertir es siempre uno de los temores que quitan horas de sueño a todos los emprendedores. La falta de financiamiento es una problemática constante que atraviesa a todos ellos. A pesar de los temores, los creadores de Costa Roma no dudaron en ocupar todo el capital propio para realizar las inversiones, cuya maquinaria fue adquirida en Nogoyá, con la premisa de contar con los elementos suficientes para “agregarle valor a la producción primaria”.

Según describieron, se equiparon con una tina quesera elevada, elegida especialmente por la practicidad de poder elaborar solos en caso de ser necesario. También compraron una mesa desueradora donde vierten la mezcla de la cuajada que convierten en queso. Sumaron una prensa, una heladera y una cámara de frío prestada que acondicionaron, además de los moldes especiales.

Torres, en tanto, resaltó la importancia de haber estudiado, lo que les permite “elaborar productos de calidad e inocuidad que no dañan a los consumidores”. Asimismo, destacó que en su caso realizó una Diplomatura en Fromagelier en la Facultad de Bromatología de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER), donde se especializó en la elaboración y maduración de distintos tipos de quesos que hoy pone a prueba en su fábrica.

Desafíos

Las ventas son siempre uno de los primeros desafíos de los emprendedores novatos que buscan hacerse conocidos. El volumen de comercialización depende de distintos factores, no sólo vinculados a las relaciones estrechadas o la economía diaria, sino también al tipo de producto ofrecido según el bolsillo de los consumidores locales, las preferencias de la demanda e incluso la estrategia de marketing.

Cuando comenzamos nos fue muy bien con los comercios en Paraná y alrededores; nos compraron muchas carnicerías y gente que hace picadas. En ellos tuvimos una buena inserción. A medida que nos fueron conociendo, la gente particular nos fue comprando bastante”, relató la joven profesional, quien destacó que las ventas dependen de la estación del año: el sardo se vende más en otoño invierno para comidas calientes, mientras que el holanda y los saborizados son de los meses de calor y las fiestas.

Por semana producen aproximadamente unos 30 kilos de quesos que se obtienen de los 300 litros procesados. “Las ventas en esta época del año merman bastante, pero hemos llegado a elaborar hasta tres y cuatro veces a la semana, dependiendo del volumen de venta y lo que se vaya moviendo. Además, no tenemos tanto lugar físico para almacenar quesos, por lo cual trabajamos también por encargue”, señaló Matías.

Costa Roma aprovechó también la vidriera que otorgó la convocatoria para Sabores del Litoral que se realizó en junio pasado en la Sala Mayo. “Nos favoreció mucho la presencia en la feria. Nos acercamos y la Municipalidad nos llamó para estar presentes. Nos abrió un montón de puertas con comercios y gente que allí nos vio”, destacó Torres, a lo cual agregaron que sirvió para “sacarse los miedos”.

Aprender de administración, finanzas, marketing y muchos temas más es parte también del aprendizaje durante esta etapa. “Emprender es un gran desafío. Hay que meterle mucho empeño. Son sueños que hemos ido tachando en el tintero y hemos podido ir cumpliendo, con objetivos chicos pero tangibles, que podemos alcanzar”, sintetizó Vettori, quien aseguró que en la escuela también busca transmitir a sus alumnos que en la vida no siempre serán empleados y las oportunidades se abren al emprender. “Ese paradigma está cambiando”, afirmó.

De cara a este 2025 que está comenzando, anticiparon que entre los desafíos pendientes está la etapa final de las habilitaciones correspondientes y, fundamentalmente, la elaboración de nuevas variedades de quesos “que nos diferencien de lo que se hacen en la zona”. “Más ventas, más producción y llegar a más clientes. Y como proyecto para más adelante es tener una fábrica más grande”, finalizaron.