Eriochem consolida su crecimiento en Uruguay, donde ya invirtió más de U$S 15 millones

26/01/2025

Antonio Bouzada, presidente de la empresa farmacéutica, destacó que este año comienzan las gestiones para certificar y poner en marcha las instalaciones de Canelones, Uruguay. Analizó, además, qué los motiva a crecer en el vecino país. Por Nahuel Amore

Hace poco más de una década, allá por 2013, el equipo de Eriochem SA decidió expandir sus proyecciones de crecimiento en la producción de medicamentos fuera de la Argentina. Fue entonces que la República Oriental del Uruguay, por su cercanía, sus bondades naturales y principalmente sus condiciones macroeconómicas, financieras y de seguridad jurídica, los terminó de convencer para instalar una planta en Canelones, específicamente en la Zona Franca Parque de las Ciencias.

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Antonio Bouzada, presidente de la compañía multilatina, puso en valor que las inversiones se consolidan y ya superan los 15 millones de dólares. Tras finalizar las etapas de obras y equipamiento con tecnología de última generación, comienzan este año con los procedimientos necesarios para lograr las certificaciones y habilitaciones correspondientes, en especial para venderle a los Estados Unidos, uno de sus mercados predilectos dentro de una gama de 35 países a los que llegan directa o indirectamente.

“En 2013 alquilamos una oficina y en 2015 empezamos la planta. De ahí en más, desarrollamos dos fases. En la primera construimos una planta de aproximadamente 3.500 metros cuadrados cubiertos -la de Argentina tiene 12.500 metros cuadrados-, donde desarrollamos depósitos, controles de calidad y materia prima, laboratorios analíticos, un área de packaging de última generación con todo automatizado y oficinas”, detalló a DOS FLORINES.

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En tanto, la segunda fase se desarrolló sobre un espacio que había quedado disponible a la espera de financiación. Se trata de una planta de jeringas prellenadas, cuyo proyecto se concretó entre 2019 y 2020. Según informó, ello fue financiado con un soporte del Banco de la República del Uruguay (BROU) y el Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM) de España, con una tasa del 2,8% a 10 años y dos de gracia, “sin garantía por la trayectoria y evolución de la empresa”.

De esa manera, a diferencia de la sede en Colonia Avellaneda donde elaboran medicamentos oncológicos y ya trabajan al 100%, la fábrica de Canelones quedó lista para producir y vender medicamentos no oncológicos. “Es un target inmensamente más amplio, porque prácticamente el mercado de oncológicos es un nicho si se compara con los otros. Por eso, se nos abre una posibilidad inmensa en Uruguay”, destacó.

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Actualmente, en la fábrica uruguaya ya emplean a 23 personas, con un potencial de elaboración de 20 millones de unidades inyectables al año. En tanto, en la Argentina fabrican un volumen promedio de un millón de unidades al año, aunque se trata de otro tipo de productos liofilizados, con un proceso más complejo en relación a las jeringas prellenadas que no admite una comparación directa en cuanto a capacidad.

Tiempo de certificaciones

Consultado por los pasos necesarios para poner en marcha la producción y venta desde Uruguay, explicó: “Estamos trabajando en la planta para hacer los primeros lotes de estabilidad. A partir de ahí tenemos que hacer los registros que llevarán dos años o dos años y medio”, anticipó, y acotó: “La planta ya está en condiciones de operar, está calificada. Es una etapa de autorizaciones, certificaciones y licencias”.

Bouzada resaltó que será la primera planta uruguaya certificada por la Food and Drug Administration (FDA) para elaborar medicamentos genéricos, no originales, que es su especialidad. “Estamos haciendo un producto para Estados Unidos. La FDA vendrá a hacer la Pre-Approval Inspection, que es lo primero que hace ese organismo cuando tenés una planta nueva y que va a fabricar productos para Estados Unidos”, informó.

Asimismo, aclaró que “la planta está lista y en operaciones, pero no se puede trabajar en lo comercial si los distintos gobiernos no aprueban el producto”. Para ello, remarcó que las pruebas son determinantes para lanzar los productos. Del mismo modo, destacó que una inversión de tal magnitud durante más de una década sin haber podido vender ningún producto fabricado allí explica los costos de los medicamentos. “¿Quién soporta los gastos en 12 años? Lo soporta la empresa y esos son costos que después se trasladan a los precios”, justificó.

Por otra parte, el empresario farmacéutico celebró que la sede de Paraná le permitió “cumplir el sueño de todo industrial, de tener la planta completamente ocupada”, con 300 trabajadores empleados. En tanto, distinguió que “la planta de Uruguay es de última generación, con tecnología robótica, que tiene 20 veces más de capacidad de producción que Paraná y va a ocupar un 20% de la gente”, es decir, unas 50 personas “cuando esté a pleno”.

Sobre este punto, resaltó que el personal calificado que lo acompaña desde el inicio en todo el proceso es argentino. “La mano de obra argentina es muy apreciada en toda Latinoamérica. Argentina no es sólo riqueza natural, tiene un valor inmenso en la educación y capacidad de su gente”, valoró.

Por qué Uruguay

Los empresarios crecemos donde podemos y no donde queremos”, reafirma Bouzada cada vez que se le pregunta por qué eligen expandirse fuera del país. En ese sentido, subrayó la necesidad de financiamiento. “Para crecer, necesitás créditos. Nadie hace una planta ‘poniendo la tarasca’, como dijo la exvicepresidenta. Una planta farmacéutica es muy cara; te cuesta de 10 millones de dólares para arriba”, aseguró.

Según explicó, la decisión de apalancamiento es distinta al destino del dinero propio: “El capital es dinámico. El capital propio que reinvertimos en la empresa es en proyectos de nuevos medicamentos”, sostuvo, y ratificó que para una nueva instalación se requieren otros volúmenes. “Argentina durante los últimos 20 años careció de créditos de esta naturaleza”, cuestionó.

Por otra parte, señaló que es necesario no solamente la disponibilidad de los fondos para el crédito sino la posibilidad de repago. “Generalmente, una planta farmacéutica se repaga a 10, 15 o 20 años, no menos; con dos años de gracia porque la construcción demora aproximadamente ese tiempo”, detalló.

Al respecto, lamentó que el financiamiento es imposible en un país que llegó a tener 2.700 puntos de Riesgo País, lo que implica una exorbitante sobretasa. “Uruguay tenía escasamente 160 puntos. Cuando calificaba para las entidades financieras de todo el mundo en forma competitiva para acceder a este tipo de créditos, Argentina no existía. Las instituciones a nivel mundial no la ponían en la lista de países que podían ser objeto de préstamos”, diferenció.

—¿Considera que estos factores fueron claves para mudar inversiones que quizá Entre Ríos podría haber recibido?

—Uruguay hizo posible que podamos acceder. Entre Ríos no tenía ninguna posibilidad. Uruguay tiene las ventajas de todos los países serios. Los argentinos no nos damos cuenta de lo que hemos hecho en 70 años, combatiendo el capital. Hasta una marcha partidaria te lo dice. Nosotros no solamente combatimos el capital de las empresas agropecuarias y ganaderas, sino que hasta le hemos regalado el mercado a Brasil, Uruguay y Paraguay que lo supieron aprovechar muy bien. Obsequiamos hasta la tecnología al expulsar agricultores de la Argentina. Incluso, en el último gobierno exportamos ricos a Uruguay. Si combatís el capital, se va para otra parte.

—¿Cómo avanzan también con su expansión por México y otros países?

—México es un mercado relativamente nuevo, que nació hace cinco años. Se extendió de una forma muy interesante. Allí solamente hacemos distribución con nuestra marca. Además, llegamos a unos 25 países donde se comercializa con la marca de nuestro partner. Con lo cual, exportamos nuestros productos a unos 35 países.