El RINI ya sedujo inversiones por U$S 17 millones en Entre Ríos, aunque con desafíos burocráticos y productivos
01/06/2025

La secretaria de Industria informó que 18 empresas se presentaron al programa provincial y ahora el Estado debe agilizar su evaluación y aprobación. La funcionaria de Frigerio analizó el contexto nacional, ponderó la estabilidad macro, pero pidió al gobierno de Milei “no demorar mucho más una política productiva” porque de lo contrario “vamos a empezar a ver los problemas”. Por Nahuel Amore
El Régimen de Incentivo a las Nuevas Inversiones (RINI), lanzado por la gestión de Rogelio Frigerio en paralelo a la adhesión de Entre Ríos al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) de Javier Milei, se encuentra en etapa de preinscripción. Casi una veintena de empresas presentaron ya la documentación y avanzan hacia la aprobación final del proyecto, a cambio de importantes exenciones impositivas y otros beneficios contemplados en la ley.

Según datos oficiales a los que accedió DOS FLORINES, desde la habilitación de la preinscripción el 19 de marzo pasado, el Régimen cuenta hasta el momento con 18 empresas preinscriptas, de las cuales cinco son nuevos emprendimientos y 13 proyectos de ampliación, en su mayoría del sector industrial. El total de inversiones que sedujo este Régimen alcanza los 16,9 millones de dólares, que generarían cerca de 400 empleos nuevos en ciudades como Paraná, Crespo, Colón, entre otras. La expectativa en el corto plazo es sumar nuevos interesados.
“El balance viene siendo realmente excelente. Tenemos ya 18 empresas preinscritas por unos 17 millones de dólares. Vemos muchísimo interés”, puntualizó Victoria Giarrizzo, secretaria de Industria, Comercio y Minería, quien anticipó que hacia fines de junio se llegaría a 30 empresas. Al respecto, destacó el interés por el RINI ya que amplía los beneficios y sectores alcanzados en relación a la Ley de Promoción Industrial y simplificó la forma de presentación. “Antes se había presentado una sola empresa”, acotó.

Giarrizzo resaltó que el programa sigue vigente y abierto a nuevas consultas. De hecho, indicó que es compartido en diferentes encuentros con empresarios de la provincia. “Cuando nos juntamos con las empresas, les decimos: ‘Si vas a pedir un crédito, es porque vas a invertir. Ese mismo proyecto que llevás al banco, presentalo al RINI porque es un proyecto de inversión y, si cumplís con los requisitos, te eximís de todos los impuestos provinciales’. Es muy bueno para la empresa”, sostuvo.
La funcionaria considera que esta herramienta de promoción permite bajar parte del famoso costo argentino como son los impuestos provinciales. El desafío, aseguró, está ahora puertas adentro del Estado entrerriano. “Ahora está en nosotros estar a la altura para tener la rapidez que necesita el sector productivo para evaluar y aprobar, siendo criteriosos para no pedir cosas innecesarias y poner trabas; ser expeditivos y darles a las empresas este instrumento”, afirmó.

En ese sentido, consideró que se trata de un “gran desafío” para la gestión. “Va a ser una prueba de fuego porque venimos promocionándolo mucho, las empresas están muy entusiasmadas y, si no estamos a la altura, va a ser un problema y les vamos a fallar. Estamos con todo un equipo de gente trabajando en dar la mayor rapidez posible para en los próximos meses tener los primeros RINI aprobados. Hay muchas industrias invirtiendo y son candidatas a RINI”, reflexionó, y señaló que los requisitos son accesibles para que las empresas se presenten.
En síntesis, la economista desnudó cómo el RINI, entendida como herramienta de incentivo a propios y extraños de la provincia, se enfrenta tanto a los desafíos burocráticos de un Estado provincial cuya área de Producción evidenció en las últimos gestiones severos problemas y, al mismo tiempo, productivos, atento a las dificultades del contexto nacional para muchas actividades, la apertura económica sin condiciones de competitividad y la falta de una política productiva para el país que promueva el desarrollo.
Desafíos del nuevo contexto

—¿Cómo analiza el contexto macroeconómico actual tras la recesión fuerte de 2024 y qué anclaje observa hoy en Entre Ríos?
—Es cierto que el año pasado hubo una recesión importante y de a poco se fue recuperando. Hoy vemos una macroeconomía que de alguna manera se va acomodando y estabilizando y eso es muy favorable. La inflación, que es una herramienta importante para las empresas, les permite previsibilidad. Para una empresa hoy saber qué va a pasar con los precios, les permite, por ejemplo, pasar mejor una cotización, exportar, pensar un nuevo proyecto de inversión o calcular una rentabilidad. Controlar la inflación ha sido muy importante. Otra cosa importante que hemos sentido muchísimo en la provincia es el regreso del financiamiento.
—¿En pesos y en dólares, se refiere?
—Sí, en pesos y en dólares exactamente. Hasta 2023, casi todo el financiamiento se iba al Estado. El sector financiero se dedicaba a financiar al Estado. Y cuando desaparece el Estado, y ya lo vimos el año pasado, empezó a volver el crédito al sector productivo. Cuando uno mira los datos del Banco Central a marzo, el crédito a empresas creció casi 90% en un año en términos reales, descontando el efecto de inflación. Además, al bajar la inflación también bajaron las tasas. Si antes más del 70% del crédito iba al Estado, ahora estamos en una relación donde casi el 60% del crédito está yendo al sector privado. Eso ha sido muy bueno y lo vemos en la provincia porque ha generado una dinámica inversora muy importante. Incluso el año pasado, con una recesión fuerte que se sintió en la provincia, no dejabas de ver empresas que, a pesar de que estaban vendiendo menos, con menos actividad, estaban invirtiendo.
—¿Por qué entiende que las empresas invierten si hay actividades que aún les cuesta arrancar? ¿Se preparan para un escenario futuro?
—Suceden varias cosas. Por un lado, hay empresarios que reciben ofertas de crédito y creen que está bueno. Hasta hace poco, la tasa real de financiamiento era negativa. Entonces, aprovecharon para cambiar una máquina o modernizarse. Vieron como una oportunidad el regreso del financiamiento. Por otro lado, hay muchas generaciones jóvenes dirigiendo empresas, no sólo de segundas y terceras generaciones, sino de muchas empresas nuevas manejadas por jóvenes en la provincia. Lástima que no tenemos estadísticas. Hay toda una generación de nuevos dueños que vienen con perfiles diferentes, cuyos jóvenes son más arriesgados, quieren invertir, crecer, tienen un montón de ideas y el impulso para llevarlo adelante. Además, las generaciones jóvenes no están tan pendientes ni de la macro ni del Estado. Es una generación que está creciendo sin estar bajo el ala del Estado. No está esperando para recibir un subsidio o una ayuda. Al contrario, si algo le llega y no es complicado pedirlo, lo van a pedir; pero si es complicado pedirlo, prefieren dejarlo y decir gracias. Tiene que ver un poco con la idiosincrasia del empresario hoy.
—¿Quiere decir que las decisiones de inversión surgen como una oportunidad, independientemente de la coyuntura?
—Sí, más allá de la coyuntura. Por un lado, porque hay financiamiento disponible. Pero por otro lado, porque hay una generación joven que invierte con o sin financiamiento. Hay empresas nuevas de jóvenes que arrancaron vendiendo el auto o lo que tenían para conseguir los recursos. Tienen la idea y la quieren concretar. Hay una generación que vivió el impulso emprendedor de la provincia y el país y que hoy son dueños; no quieren ser empleados públicos ni ser empleados de una empresa toda la vida, sino dueños de su propia fuente de trabajo.
Riesgos de la apertura y nuevos dueños

—¿Y qué otros factores cree que motivan a invertir?
—Se está viendo que, ante una macroeconomía mucho más favorable, hay temor en las empresas por la apertura de la economía hacia la importación. Sabemos que Argentina no es competitiva en precios porque somos un país de costos altos: un salario en Argentina es mucho más alto que muchos de los países con los competimos; los impuestos son excesivos…
—Se refiere al famoso costo argentino que sigue siendo materia pendiente de bajar.
—Exacto. Aparte, ese costo argentino tiene además un montón de otros costos burocráticos, trámites y cosas que se suman. La empresa sabe que si no se prepara para la economía que viene, no va a sobrevivir. Estamos viendo una economía en la cual vas a tener que ser muy competitivo y muy productivo. Cuando recorro la provincia, me encanta ver a los empresarios cómo están invirtiendo y viendo ese futuro. Siento que no estamos yendo detrás del problema, sino que creo que es la primera vez que nos estamos anticipando algo. Hace 10 años atrás, cuando les decíamos a las empresas que inviertan en energías renovables porque se iban a ajustar las tarifas, sin subsidios y la energía iba a ser un costo terrible, nadie lo hacía porque la energía era barata. Ahora, que pasó a ser el costo más caro, hay empresas que invierten en muchas energías renovables, en máquinas, automatización, en tecnología e incluso en conseguir mano de obra en algunos sectores. La cultura y la idiosincrasia de los jóvenes es distinta; quieren crecer, desarrollar sus propias ideas.
—Pero mientras invierten, ¿no ve un riesgo entre la velocidad de las políticas nacionales de desregulación y esa adaptación a los cambios?
—Las empresas jóvenes no tienen miedo, sino al contrario, les encanta esta nueva economía en la que están inmersas y quieren aprovechar todo lo nuevo. A modo de ejemplo, visitamos una fábrica en Concepción del Uruguay donde hacen pan rallado industrial. Además de toda la maquinaria que tienen, lo que más me sorprendió es que una máquina que quisieran comprar y no pudieron porque salía 400.000 dólares, la fabricaron ellos mirando videos de Youtube y contratando un curso, me contó el chico. Me mostró el diseño de la máquina, hecha a medida de sus necesidades y por un precio irrisorio al que salía, y dijo que dos meses la ponen en marcha. Eso es fabuloso porque se automatizó y va a poder cumplir porque estaban trabajando al límite. Con esto más que duplican la capacidad de producción. Esto es buenísimo y se ve en la provincia. Incluso el empresario de más edad se asesora con los jóvenes y se suman a lo nuevo. Por eso no veo ese miedo en el mercado que había años atrás. Al contrario, son cosas positivas que están pasando en la provincia y que me hacen ver con optimismo el futuro.
Política productiva

—El Gobierno de Milei asegura que con una macro ordenada, el sector privado se desarrolla. ¿Considera necesaria una política industrial productiva nacional más definida?
—Sí. Creo que el Gobierno nacional no puede demorarse mucho más sin tener una política productiva porque tarde o temprano le va a pasar factura. Hoy, el hecho de tener una macro ordenada, nos alcanza porque veníamos viviendo realmente una situación muy compleja y había mucho malestar. Pero no falta mucho para ver que si no hay una política productiva, vamos a empezar a ver los problemas. La macro es un sostén, pero si no tenés una política productiva, no vas a tener la estabilidad. Sí pienso que la forma de ver la política productiva posiblemente cambió y eso no está mal. Si hasta 2023 pensábamos la política productiva en darle plata a las empresas o cómo le podíamos facilitar subsidios, ANR u otros programas, ahora vemos la política productiva pensando cómo hacer para que a las empresas les sea más fácil producir. Primero, bajándole impuestos, trámites, burocracia. El costo argentino implica también tiempo y gastos por la cantidad de trámites. La política productiva tiene que poder articular a los sectores.
—¿Cómo impacta esta falta de política productiva nacional en Entre Ríos?
—En la provincia, como no tenemos programas de Nación, nos vemos obligados a diseñar nuestros propios programas…
—Las provincias tienen hacer sus esfuerzos para suplir la ausencia de Nación y diseñar su propia estrategia.
—Antes nos venía todo armado. Ahora tenés que pensar la política en función de tus problemas, que no son los mismos de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires o La Pampa. El programa antes era el mismo para todos. Ahí vemos que podemos hacer muchísimas cosas de política productiva que no necesitás plata. Las empresas necesitan otra cosa.
—¿Por ejemplo, programas como Alianzas con Valor para reunir a los sectores?
—Sí, por ejemplo. Ese programa fue fabuloso porque son vínculos que se generan de empresas que no se conocían, que compraban afuera. Hoy la empresa de pan rallado le vende a los frigoríficos de la provincia. También hemos sustituido proveedores de importaciones de todos los rubros. Es más que una ronda de negocios porque no sólo le llevás el cliente, sino que además los hacés conocer entre ellos y generan alianzas. La alianza a veces es hasta más importante que el cliente porque entre tres le pueden brindar un servicio o un producto a una empresa grande que quizás solo no lo pueden hacer.
Vender mejor a Entre Ríos

—¿Qué otra política considera importante en Entre Ríos?
—Estamos trabajando mucho en el tema del diseño. Las empresas tienen que incorporar belleza estética. La máquina no solo tiene que ser buena y productiva, sino que además, para venderla, tiene que tener un lindo diseño, pensado en función de un concepto ergonómico. Pero también con otros productos, un alimento, una prensa de vestir…
—No está mal hablar de marketing en Entre Ríos.
—Exacto. El diseño es todo, desde el logo hasta la forma en que se presenta la empresa. Tenemos empresas con mucho potencial mal vendidas. La misma empresa la ves en otro lado y, con mucho menos, hizo mejor marketing.
—Como sucede con el turismo cuando nos comparamos con Córdoba. ¿Cómo es la propuesta del Sello de Arroz Entrerriano?
—El caso del sello de Arroz Entrerriano es distinto no estamos trabajando tanto en el diseño sino en imponer una marca; cuando digas arroz, lo identifiques con Entre Ríos. En este caso trabajamos para que las empresas se embellezcan, le den interés a la presentación, a la imagen. Cuando van a un mercado internacional, tienen que ir lindos porque si no, no te miran. En la provincia creo que ahí estamos muy atrás y hay muchísimo por trabajar a través del Sello de Buen Diseño, que desde hace 13 años que está, se premiaron 2.200 marcas y sólo seis fueron de Entre Ríos. En definitiva, son ejemplos de políticas productivas que no sean de repartir dinero.
Crédito foto: Martín Bustamante