Por Ubaldo Roberto Domingo – CPN – Asesor económico, financiero y Pymes locales – Especialista en Sindicatura Concursal
Argentina y Entre Ríos no muestran crecimiento económico hace más de una década, y esto representa menos bienes y servicios para los ciudadanos.
Esta matemáticamente y científicamente comprobado que, nos encontramos sometidos a un empobrecimiento constante de la totalidad de los sectores sociales, a raíz de la estructura económica primarizada y desintegrada.
A pesar de esto, persisten economistas que aseguran que esta realidad no existe.
Una de las manifestaciones de esta crisis, es tener la inflación más alta del mundo. La inflación es el reflejo de aquella estructura de nuestra economía que se continúa emparchando. Más del 80% de nuestras exportaciones, nuestra “moneda de cambio” con el mundo, se compone de productos primarios, con lo cual se asegura, se perpetua la constante pérdida de valor para incorporar al ciclo económico todos los bienes industriales, maquinarias y tecnología necesarios.
El camino elegido por el gobierno nacional, replica de anteriores ensayos liberales, (como el plan 2 de abril de 1976), implica la más severa depredación de nuestro aparato productivo, la primarización y concentración de toda la economía. La elección de la “apertura”, moderna copia de los anteriores “librecambistas” sometiendo a nuestros productores a una desigual e injusta competencia con el exterior, a contramano de los que hacen las potencias más importantes del mundo, las cuales protegen a sus empresarios y a la mano de obra local.
Al mismo tiempo, se contrae artificialmente la demanda y el mercado interno local, por caída del nivel de actividad, mediante el más severo achicamiento de los salarios reales de los trabajadores y los demás ingresos como jubilaciones y retribuciones retraidos a sus mas bajos niveles históricos.
Asistimos, impávidos, a este nuevo intento de quienes piensan que nuestra crisis se debe a profundos errores en el manejo de lo público, asignando cuando no a la corrupción parte de esta responsabilidad, por eso, muestran que, podemos recuperar nuestra vieja condición de “granero del mundo”, “supermercado del mundo” incluso hay quienes se sienten novedosos y postulan ser “impulsores de turismo y gastronomía”, como salida a la pobreza y la decadencia que nos sigue de muy cerca.
Es decir, se continúa persistiendo en propuestas perdidosas.
Todas estas trampas, que niegan el desarrollo de todas las fuerzas productivas prioritarias (energía-industria), disfrazan posiciones políticas antagónicas con las nuestras.
Partiendo de la base de que el desarrollo económico nacional y provincial es una estrategia de liberación, que implica soberanía, integración, maduración, es de importancia decisiva los medios, las tácticas y la estrategia para lograr ese desarrollo.
Como parte importante de todo esta táctica, Entre Ríos no puede ni debe adherir a la apertura indiscriminada de su economía. Esto barrera lisa y llanamente su incipiente industria, pudiendo sobrevivir al final del camino quienes tengan la suficientes espaldas financiera-estructurales para hacerlo.
Nuestra provincia debe tomar medidas urgentes, más allá de la coyuntura, sobre políticas energéticas, siendo este el primer insumo de la cadena de producción. La energía, repito, se encuentra en la base de la pirámide productiva. Sin embargo, es vista como un elemento sino de recaudación impositiva a través de la tarifa, como un factor cuyo precio “nos viene fijado desde la Nación”….
Debe recrear un proceso de inversión de los sectores reproductivos. Entre Ríos debe invertir en infraestructura y para esto debe convocar capitales y saber que dichos recursos cuando se aplican correctamente tienen características liberadoradoras.
No basta, por más que implique una mejora, recortar gatos estatales, y podar lo que se vino haciendo mal, no basta con suprimir excesos, que dan asco a los ojos del ciudadano de a pie, todas medidas impostergables, pero insuficientes.
La provincia exige un cambio, el continuismo juega en tiempo adicionado al reglamentario, por eso aparece el apuro.
Ha regresado el temido monstruo de las profundidades que devora barcos y tripulación sin ninguna distinción. Continuar en esta dirección, adherir a esta política económica tiene un solo final.