La influyente revista económica The Economist publicó una serie de notas sobre Brasil y Argentina. En la nota relativa a nuestro país escribieron sobre el creciente proteccionismo del gobierno y sobre las trabas a las importaciones como parte de un modelo económico más amplio.
The Economist, una de las revistas económicas más influyentes, le dedicó a nuestro país y a su vecino, Brasil, un especial sobre sus economías proteccionistas. En la nota sobre Argentina hicieron hincapié en las duras trabas a las importaciones impuestas por el gobierno para incitar a grandes empresas con negocios en el país a producir en territorio argentino.
Toma el caso de Blackberry. En los barrios porteños de Palermo y Recoleta, donde los Blackberries se convirtieron en una herramienta esencial de jóvenes emprendedores y exitosos empresarios, ya no es posible conseguirlos. Es que Brightstar, la compañía que contrató Research In Motion para producirlos, no puede importar las partes hasta que el 3 de octubre abra su planta en Tierra del Fuego. Tampoco puede importarlos ya manufacturados. La idea es darles trabajo a unos 300 empleados que los armarán y embalarán en una fábrica que costó 23 millones de dólares.
El gobierno, por lo pronto, sonríe. Este es el mejor ejemplo de una política que engloba un modelo más grande. Débora Giorgi, Ministra de Industria, dice que “tenemos un mercado con una demanda creciente. El objetivo es abastecerlo con trabajo y producción local”. Con la mirada puesta en este objetivo lograron que el mercado de manufactura de telefonía celular pase de 96% en manos extranjeras a sólo 20%.
The Economist hace hincapié en la economía y la producción. Dice que desde 2001 la industria argentina ha florecido gracias a un peso barato que aseguró la competividad. Pero con la inflación trepando a cifras de dos dígitos, el gobierno endureció sus políticas comerciales. Según Global Trade Alert, que tiene una base de datos sobre comercio internacional, hoy la Argentina impone más limitaciones “perjudiciales” que cualquier otro país excepto Rusia.
Como miembro del Mercosur la Argentina no puede subir los aranceles a las importaciones. Entonces, dice la revista, recurre a otros métodos más informales como demorar el otorgamiento de licencias para que los importadores traigan sus productos al país. Esa fue la razón por la que Research In Motion contrató a Brightstar para producir Blackberries en Tierra del Fuego. Los teléfonos no son los únicos perjudicados: juguetes, insumos farmacéuticos, neumáticos, telas, cuero y maquinaria agrícola también entran en la lista. Recientemente los medios llevaron a sus planas el congelamiento de las importaciones de motos Harley-Davidson, las preferidas del Ministro de Economía, Amado Boudou.
Alternativas.
Pero para las compañías que no pueden –o no quieren- mover su producción a Argentina, el gobierno les ofrece otra opción: exportar alguno de sus productos para equilibrar la balanza de importaciones. En enero último se ordenó detener la importación de automóviles Porsche. Finalmente, como los dueños de la automotriz también poseen un viñero, accedieron a lanzar una nueva línea de vinos para exportación. De esa manera se eliminó el déficit comercial y los autos pudieron volver a importarse.
The Economist también describió el impulso que el gobierno le está dando a la nueva ley de tierras. Imitando el proteccionismo brasileño, el gobierno quiere que el total de las tierras argentinas en manos extranjeras no llegue a 20% y que ningún extranjero pueda comprar más de 1000 hectáreas de tierra. Las compañías mineras extranjeras están nerviosas.
La conclusión de la revista económica es que el efecto total de estas políticas es difícil de medir. Desde 2005 las importaciones crecieron más rápido que las exportaciones pero los expertos dicen que la diferencia habría sido más grande sin los efectos de estás políticas comerciales que las limitan. La intención del gobierno es clara: dificultar al máximo el proceso de importar para que los productores prefieran producir aquí.
Fuente: Mercado.com.ar