ENFOQUE PORTADA

El perdón en la empresa familiar

Por Ceferino Sain – Consultor Senior de Empresas Familiares (*)

Las expectativas de una persona son creencias sólidas que tiene sobre la forma adecuada en que alguien debe comportarse o algo debe suceder. Y es por eso que la decepción de un familiar en la empresa, enferma. Es una de las emociones más duras que se soportan en las organizaciones de propiedad familiar, porque cuánto más cercana es la relación afectiva con la persona que decepcionó, más difícil es aceptar y perdonar la transgresión, y lo más probable es que la familia y su negocio nunca vuelvan a ser lo mismo.

El perdón nace en el amor y crece en la madurez. Cuando una persona no puede perdonar en los negocios, o en la vida en general, demuestra que su dolor es tan profundo que ha alejado su amor por el ofensor, resultando la venganza el factor natural para aquellos que no pueden perdonar.

Pero, para no desilusionarnos, primero no debemos ilusionarnos, porque los seres queridos son humanos imperfectos, como nosotros, que navegan por un mundo complejo. Todos cometeremos errores; a veces, grandes con graves repercusiones. En los negocios, eso puede significar una reunión fallida; un cliente perdido; pérdida de beneficios; faltante de dinero. Y solo hay una forma de avanzar: el perdón.

Posiblemente unos y otros hemos estado en ambos lados del perdón: buscándolo y concediéndolo.

Emociones.

En el camino hacia el perdón, está bien sentir emociones de bronca, resentimiento, hasta odio. Otra parte es sentir la necesidad de perdonarnos a uno mismo por los errores que cometidos. También es válido prometernos a sí mismo tomar medidas para protegernos en el futuro, estableciendo límites y comprometiéndonos a respetarlos, incluso si eso significa retirarnos.

El perdón es un proceso: toma tiempo y esfuerzo. Hay que empezar por reflexionar sobre lo sucedido, intentar ver el otro punto de vista y ponerse en el lugar del otro. Se trata de pensar en cómo nuestras decisiones y acciones contribuyeron a la situación; en evaluar el costo de aferrarse a nuestras emociones negativas en lugar de dejarlas ir en nombre del perdón. El perdón puede ayudar a curar el dolor de la decepción, modela la empatía y la aceptación, es una opción afirmativa que le permite recuperar su dignidad, reafirma que tenemos dominio sobre nuestro estado mental, indica que hay esperanza de reconciliación.

Si fuimos nosotros los agraviados y hemos decidido perdonar, debemos comprometernos con ese acto, que a veces requiere bastante repetición. Podemos pensar que ya hemos perdonado a alguien, pero si los pequeños actos de esa persona desencadenan grandes reacciones negativas de nuestra parte, es probable que tengamos más trabajo por hacer. De hecho, no se trata de olvidar, se trata de no sentir emociones negativas cuando vemos a esa persona, o cuando algo dispara nuestro pensamiento recordando aquel dolor.

El perdón no es para los débiles de corazón, es siempre una opción. No es una emoción. Es especialmente difícil cuando la decepción lo deja a uno sintiéndose traicionado o lidiando con profundas heridas emocionales.

Por lo general, el perdón no conduce a la reconciliación o la restauración del vínculo, pero libera al perdonador de la esclavitud del odio y la amargura que a menudo obstaculizan una vida exitosa y próspera del empresario.

Para que las empresas familiares sobrevivan con las familias prosperando juntas, el perdón debe estar presente y ejercerse de manera regular. A veces, los miembros deben renunciar al derecho a tener la razón. Y en esos mismos momentos, la justicia debe estar subordinada al amor.

Relaciones.

Tal vez se haya tenido que perdonar a la misma persona anteriormente, y no se puede encontrar la fuerza para hacerlo otra vez. Es posible que no se logre encontrar la voluntad para hacerlo nuevamente. Pero si no se puede perdonar, lo mejor es que poner fin a la relación laboral. La incapacidad de perdonar es una señal de que su relación carece de confianza y compromiso. Sobre todo, hay que ser honesto consigo mismo en estas circunstancias, y en lugar de guardar rencor en secreto, es más saludable plantear la incapacidad de perdonar. Esa actitud permite a la otra persona comprender completamente la realidad de la situación y decidir si hay un camino hacia la reconciliación, incluso sin el beneficio del perdón.

Sin el amor y el perdón que los miembros de la familia deben darse entre sí, es probable que los negocios familiares fracasen y la familia misma resulte herida para siempre.

(*) Docente de CAMEeducativ@.Mediador. Lic. en Comunicación Social. Capacitador de la Federación Económica de Entre Ríos. Docente invitado a diplomaturas de Empresas Familiares universitarias. www.ceferinosain.com.ar

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