ENFOQUE

El pan a 10 pesos a la buena de Dios

Editorial: Por Gustavo Sánchez Romero

Como si algo le faltaba a la desidia del Gobierno y a las palmarias diferencias que se abaten hoy sobre y entre los distintos eslabones de la cadena del trigo en la Argentina es ir conociendo los detalles del acuerdo entre los molineros y los panaderos para lograr elaborar pan Felipe a 10 pesos. Lejos de ser agorero, es dable observar que el acuerdo viene rengueando desde la oficina de la Secretaría de Comercio Exterior de la Nación. No es necesario ser un analista preclaro del sector para vaticinar que el problema de la escasez de trigo recibió un puntapié al mejor estilo del rugby que lo impulsó apenas pasada la hache de las elecciones de octubre, que como se sabe es otro tiempo y del cual no hay que ocuparse hoy día y que este convenio no es mucho más que una quimera que necesitará el rigor del palo para que no se hunda más temprano que tarde en el pantano de un nuevo fracaso.  
En principio hay que decir que se trata de un acuerdo entre privados, por lo que el Estado no interviene en forma directa aunque como se sabe Guillermo Moreno tiene una agenda prolija y no escatima llamados e insultos cuando es necesario, ante empresarios que ya no soportan el maltrato oficial, pero que aún no hacen nada para evitarlo. 
No es más que un coyuntural arreglo arribado en Buenos Aires entre la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) y el Centro de Industriales Panaderos y Afines, por el cual el molino debe entregar hasta el 10 % de la producción de cada panadería que a la vez se compromete a vender el pan Felipe a 10 pesos. El molino deberá hacer firmar un acta por el cual el panadero se compromete a elaborar el pan a 10 pesos con este porcentaje de harina, mientras que con la harina que adquiera a precio
de mercado elaborará el resto del pan y los otros panificados que naturalmente serán vendidos a precio de mercado.
Ante la pregunta de DOS FLORINES a los panaderos acerca de quién controlará que este acuerdo se cumpla, la respuesta cayó en las arenas movedizas de la incertidumbre, y Dante Cauvet, de la entidad que nuclea a los panaderos reconoció que todo queda restringido a la buena voluntad de las partes, en un acto donde pierde el molino y el panadero, que deben vender por debajo de sus costos. En teoría el consumidor sale favorecido, pero hay que ver hasta cuándo.

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Valores. Cada bolsa subsidiada llega a la cuadra panaderil a 150 pesos, y el panadero debe firmar un acta acuerdo con el molino por el cual se compromete a utilizar estasbolsas para fabricar unos 55 kilos de pan Felipe a los que deberá vender a 10 pesos en el mostrador. Es decir que si una panadería fabrica productos utilizando 10 bolsas de harina 000 diarias, sólo podrá comprar una bolsa y con ella elaborar 55 kilos a 10 pesos, los que lógicamente serán vendidos a los primeros que se apersonen en el mostrador munido de este negocio con el billete marrón con la cara de Belgrano en el anverso. Al tratarse de un acuerdo entre privados, no habrá control del Estado del cumplimiento de este acuerdo y el molino certificará que el panadero cumpla su parte, y si no lo hace podrá dejar de venderle el 10 % de harina a bajo costo. Según consignaron fuentes rigurosas, a propósito de las pocas ventas ya que se habían realizado en la ciudad, algunas panaderías optaban por no firmar el acuerdo y comprar la bolsa de mercado porque era más la ganancia de comprar caro para vender caro que comprar la bolsa a 150 pesos para vender a 10 pesos el kilo de Felipe. Es claro que conviene más comprar la bolsa a precio libre de mercado y venderla a precio libre de mercado que quedar atado a un corset que no conviene de comprar una bolsa a 150 pesos y fabricar 55 kilos para venderlo a 10 pesos. En el mejor de los casos, en Paraná se espera que se vendan unas 500 bolsas diarias, por lo que sólo se podrán fabricar 27.500 kilos de pan Felipe para un universo de 75 mil familias (aproximadamente) que viven en la ciudad. El que llegue primero será beneficiario, y no siempre es más rápido quien más lo necesita. 
Por lo que el importante esfuerzo que realizan tanto molineros como panaderos para llevar este beneficio a “mesa de los paranaenses” probablemente llegue a su destinatario directo porque la panadería de barrio que recibe el pan lo recibirá con el incremento producto del flete. El adicional por delivery terminará favoreciendo a los que viven en el centro, que es donde están ubicadas las cuadras de las principales panaderías.
En fin; sin control del Estado y con muchas panaderías que no quieren firmar el acta compromiso es probable que la medida no sea más que otro eslabón en la larga cadena de anuncios que la realidad termina devorándose por impropios.

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