ENFOQUE PORTADA

El colapso del Silicon Valley Bank y su impacto local

Por Alfredo Calabrese – Miembro de la Comisión de Asuntos Financieros del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Entre Ríos (Cpceer)

Estos últimos días, hemos observado una gran volatilidad en los mercados bursátiles, originada en la repentina caída de uno de los bancos más importantes de los EEUU, no solo por la magnitud de los fondos tomados, sino por la característica del sector que atendía.

El Silicon Valley Bank (SVB) tuvo en un día una corrida significativa de su volumen de depósitos y la caída estrepitosa de la valuación de su acción en el mercado.

Era un banco que atendía al sector tecnológico y su flujo de fondos se puede separar en dos momentos significativos. El periodo pandémico donde las  empresas que conformaban su ecosistema, recibieron grandes cantidades de fondos de inversores y aumentaron significativamente su valuación bursátil. Y el periodo pospandémico, donde con el aumento sostenido de la tasa de interés de los Bancos Centrales, y con el objeto de procurar una desaceleración de la inflación, aún a costa de impactar en el crecimiento económico y la creación de empleo, comenzaron a tener necesidades paulatinas de disponer de sus stocks financieros depositados en el citado banco, debido a la imposibilidad de acceder a nuevos esquemas de financiamiento y un proceso de desvalorización de sus activos bursátiles.

Los bancos centrales de los países desarrollados y particularmente la Reserva Federal, (FED) de los EEUU, se enfrentó a este brote inflacionario, derivado en principio de la emisión realizada en el periodo pandémico y la caída temporal de la oferta o producción de bienes, sumado a la guerra en el periodo pospandémico que incrementó significativamente el costo de determinados bienes y aumentó el costo de la logística.

¿Cuál fue el error estratégico del SVB?

En los momentos de crecimiento sostenido de su captación de fondos, aplicó los mismos a instrumentos financieros estructurados en gran parte a tasa fija y otra parte a bonos del tesoro de los EEUU, que si bien tienen una tasa predeterminada en el momento de su emisión, modifica sus valores de cotización ante las modificaciones de las tasas de política monetaria. Si la tasa sube, tal cual se produjo para intentar controlar la inflación, la cotización de los bonos baja y viceversa. Lo mismo ocurre con los estructurados en los que invirtió. Si la tasa sube su valor actual es menor en el supuesto de tener que disponer de los mismos.

¿Y por qué estaba aparentemente todo bien?

Porque los bancos pueden valuar sus carteras a valores técnicos y no de mercado, hasta que los necesitan vender para hacerse de liquidez, que fue lo que les paso, para atender la primera oleada de retiros y tuvieron que exteriorizar una pérdida de 1800 millones de dólares. El SVB propuso un proceso de capitalización para recomponer su capital ante semejante pérdida que no se pudo concretar por cuestiones propias de desconfianza y timing de mercado y precipitó su derrumbe.

El gobierno de los EEUU salió a solucionar el problema de los depositantes (EEUU tiene garantía de depósitos hasta 250.000 dólares) incrementado la misma y garantizando tanto a personas humanas como jurídicas la devolución de sus ahorros. Si no lo hacía podía desencadenar en una corrida ante otros bancos con la consiguiente posible exteriorización de perdidas diferidas contablemente y generar una gran crisis financiera en el sector de las tecnológicas que tenían depositados sus fondos en el mencionado banco, que por supuesto en esos días sufrieron en sus cotizaciones.

A esto se sumó el deterioro en la valoración bursátil del Credit Suize, un banco significativamente mayor, que hace tiempo arrastraba una serie de problemas, pero la desconfianza en el sistema financiero disparó también una corrida hacia el mismo, donde el principal accionista se desentendió de proceder a su capitalización,  siendo el Banco Central Suizo quien salió a poner paños fríos y restaurar transitoriamente la confianza hasta que se conociera que el UBS, principal banco de ese país procedía a hacerse cargo.

Los problemas en estas entidades y otras menores, obligó a que los bancos centrales de los principales países del mundo salgan a garantizar liquidez transaccional.

En síntesis, lo que fallo fue la administración de los riesgos del banco ante la eventualidad de un escenario cambiante. Sabemos hace tiempo que vivimos en un mundo VICA (volátil, incierto, cambiante y ambiguo) lo que obliga a los administradores de carteras (activas o pasivas) a tomar los recaudos pertinentes ante la aparición de variables incontrolables en su entorno. También es posible que el regulador haya permitido o no tomado en consideración estas cuestiones para evitar disparar rumores de problemas sistémicos y no obligó a procesos de capitalización paulatinos para ir mejorando el riesgo.

Los riesgos de Mercado, liquidez, operativos, etc., son análisis que cualquier administrador de cartera debe hacer y más aún, de una entidad financiera donde sus carteras de inversión están en gran parte (salvo lo que operan con capital propio) apalancadas en los depositantes.  Esto sumado a que las entidades financieras, por las normas regulatorias, si bien están acotados en muchos aspectos con índices e indicadores duros, pueden tener varias veces su patrimonio neto de deuda a los depositantes, pues ese es el corazón de su negocio.

¿Qué pasa en Argentina?

Con el eventual impacto de algo similar en los bancos locales, la situación es muy diferente. Si bien sus pasivos son similares en algunos aspectos, es decir, dinero depositado por los ahorristas en moneda local a muy corto plazo, (los depósitos en dólares no son significativos y en su mayoría no están prestados) sus activos se dividen en 3 grandes rubros en general:

  • Créditos al sector privado (cada vez menos) y a tasas variables
  • Ledes, Lecer y bonos del gobierno nacional a corto y mediano plazo y con coberturas inflación y devaluación y
  • Leliqs y pases contra el BCRA a muy corto plazo a tasas mayores de las que abona a los depositantes.

O sea que los bancos locales no pueden tener posibilidad de descalces de cartera, en cuanto a magnitudes y monedas,  ni de iliquidez aún ante una corrida, pues en un supuesto de retiros masivos de fondos pueden:

  • entregar cartera de créditos a privados y el BCRA le proveería liquidez;
  • las leliqs y pases son de muy corto plazo y
  • las letras y bonos del Estado, tienen clausulas especiales que ante necesidades de liquidez el BCRA se las adquiere a valores técnicos, que fue la última medida que surgió en los últimos canjes, mediante la generación de opciones de ventas.

El riesgo que sí tienen los bancos argentinos es la concentración del riesgo emisor de sus carteras activas, que en última instancia seria el BCRA, por emisor o garante de liquidez a valores técnicos, que mantiene “prestigio” de pagador, pues siempre ha honrado sus compromisos hasta la fecha y conserva la posibilidad de realizar emisión monetaria.

Igualmente, sus cotizaciones, de los que listan en nuestro mercado, acusaron el golpe sistémico dentro de un impacto global a las cotizantes, por el incremento de la aversión al riesgo global.