ENFOQUE PORTADA

El canto de las sirenas

Por Domingo Ubaldo / CPN – Asesor económico, financiero y pymes locales – Especialista en Sindicatura Concursal.

Quienes a través de décadas venimos observando el devenir de nuestra economía, hemos visto los efectos que provoca una devaluación.

Para la teoría económica “tradicional”, una devaluación de la moneda, resulta en un periodo expansivo en términos de actividad y mejora la situación de las cuentas externas, pero esta aseveración es muy discutida y criticada, una vez más Argentina muestra reacciones, situaciones y características diferentes a los demás países.

De manera que, habiendo sido testigos de reiterados eventos devaluatorios, lo que no puede de ninguna forma discutirse, son las profundas huellas que han dejado ennuestraeconomíayenlasociedad, cada uno de estos mencionados eventos, transcurrieron en situaciones particulares, irrepetibles e históricas, que describiré brevemente.

Las experiencias devaluatorias que se registran como más importantes fueron:

  1. Presidencia de Arturo Frondizi (1958), producto de una batería de precios políticos sujetos de forma artificial durante el segundo periodo de Perón, que no fueron desactivados por la Revolución Libertadora, (1953-1957), el gobierno modificó la paridad cambiaria un 68,20%, actualizando los salarios un 60%, pero la inflación reprimida producto del sinceramiento de estas variables alcanzo el primer año un 113%.
  2. Presidencia de José María Guido (1962),se devaluó un 64.50%, cayó el consumo y el salario real al nivel más bajo de los últimos 10 años. Hubo una violenta transferencia de riqueza a los sectores exportadores o vinculados a ellos.
  3. Presidencia de Isabel Perón (1975), la situación se agrava y se recurre a un proceso devaluatorio escalonado primero, violento después, el proceso conocido como “rodrigazo”, por el ministro de economía de ese momento Celestino Rodrigo, devaluó un 99.30% pero, al liberar precios y tarifas, el proceso inflacionario trepa a un 875% anual.
  4. Presidencia de Eduardo Viola (1981), a pesar de ser un gobierno de facto, el fracaso rotundo de la política económica implementada por Alfredo Martínez de Hoz, hace eclosión es este periodo, se devalúa alrededor de un 226%, “el que apuesta al dólar pierde” quedo impreso en el recuerdo de los argentinos.
  5. Presidencia de Raúl Alfonsín (1989): la persistencia de las políticas monetaristas, sin cambios estructurales se manifiestan en este período, se producen violentas devaluaciones de la nueva moneda, el austral, llegando a un 2.038%, cae violentamente el salario real y los ingresos de todos los argentinos, el índice de pobreza alcanza por primera vez un 40%. Obviamente se produce la entrega anticipada del poder.
  6. Presidencia de Eduardo Duhalde (2002): la ruptura de la convertibilidad, un peso un dólar, un dólar un peso para siempre de Domingo Felipe Cavallo se produce abruptamente, producto de persistir con la estructura del subdesarrollo, se devalúa la moneda un 66%. Se produce la crisis económica/financiera más violenta de la historia Argentina. “el que depositó dólares recibirá dólares”…

Posteriormente, se han efectuado otros procesos devaluatorios, en Enero 2014 (19%),, durante el segundo periodo de Cristina Kirchner, ”estamos reconduciendo” de Axel Kicillof, y en 2018 (100%),”pasaron cosas” de Mauricio Macri.

Durante la post-devaluación, se intenta por todos los medios mantener estable el precio del dólar, ya sea su valor presente (Plan Austral congelando su valor en 80 centavos de austral y, poco después, hiperinflación y caída del Gobierno), o fijando otro valor aleatorio. O anticipando su futuro precio mediante una tablita cambiaria (José A. Martínez de Hoz en 1978-1981). O congelándolo por años (convertibilidad) hasta que la realidad alcanza su real magnitud. Otra alquimia es el cepo cambiario, aplicado por Cristina Kirchner a la semana de haber ganado las elecciones presidenciales en octubre de 2011, con un contundente 54% del electorado, o retrasando su valor mediante diversos métodos indirectos: promoción de variados carry trade, ventas futuras del BCRA, desdoblamientos cambiarios, persecución a cambistas informales, campaña de rumores de que en la city circulan dólares billetes falsos, aumento de controles a las casas de cambio, impuestos a la compra de moneda extranjera, exigencias de validación y permiso previo de la AFIP a los compradores (Kicillof en enero de 2014). En general, estos métodos tienden a desalentar la compra de dólares y promover la pesificación de carteras dolarizadas.

Así, se sostiene lo más posible ese atraso forzado y artificial del tipo de cambio, pretendiendo reprimir el proceso inflacionario, aunque en realidad éste no cede, al no ser atacado en sus causas.

Sólo se la mantiene reprimida mediante múltiples métodos: congelamiento de precios de alimentos y productos básicos de la canasta familiar; campañas de luchas contra el “agio y la especulación”, distorsión de datos del INDEC modificando metodologías de cálculo del índices de precios, o la eliminación de la carne de ese índice, cuando su precio sube excesivamente (método del exministro Martínez de Hoz en 1979-1980).

Finalmente, otro método frecuente para combatir la inflación pos-devaluación, fue abrir transitoriamente la libre importación de aquellos productos de la canasta familiar que subían demasiado sus precios (ingreso de pollos y cerdos desde Brasil, yerba mate desde Paraguay y/o manteca y lácteos desde la Comunidad Europea).

A poco de analizar los distintos episodios devaluatorios, producidos como consecuencia de usar el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria, negando la realidad nítida que en Argentina el fenómeno inflacionario es multicausal, tiene como origen la desintegrada estructura productiva, subdesarrollada, con evidentes cuellos de botella con el sector externo, al exportar materias primas (cereales y soja), e importar productos industriales, sistemáticamente se producen crisis cambiarias por falta de divisas. Todo esto se acrecienta por los desajustes fiscales (financiado con emisión espuria o con deuda), propagando el fenómeno, emergiendo entonces a la realidad los problemas monetarios y cambiarios. Nuestra estructura productiva particular, tiende al agotamiento de las divisas ya sea en fase comercial o financiera, estos desajustes externos preceden a una devaluación, repitiéndose a lo largo de las últimas décadas al no sanear los problemas de fondo. Producida entonces la devaluación, siempre se da un deterioro de la situación general y es soportada por los sectores populares de la población, que tienen menos elementos para protegerse, es decir aquellos con salarios y jubilaciones fijos.

Cuando se va deteriorando la situación general del paciente crónico, este no responde a la medicina tradicional, a los paliativos ortodoxos, remedios que antes eran infalibles ahora no muestran, ningún síntoma de mejoría.

Ocurre entonces que, hoy, la enferma economía nacional, ni siquiera reacciona ante el atraso cambiario en el intento de reprimir la inflación.

Es evidente, hace años que, por más que se congele el tipo de cambio, por más que existan dólares físicos para entregar a los demandantes, el proceso inflacionario continúa su curso, independientemente del valor de la divisa. ¿es inteligente y coherente entonces retrasar su cotización artificialmente?

Los organismos de crédito supranacionales como el FMI indican la fórmula de una imprescindible devaluación como paso previo a cualquier proceso de estabilización de la economía, entre 1947 y 1973 se efectuaron bajo sus designios más de 200 devaluaciones entre los países miembros sin los resultados esperados. A lo que Henry Kissinger (ex secretario de estado de EEUU), declaró, “los técnicos del FMI pretendencurar un cáncer con los mismos medicamentos que un resfrío leve, mediante unadevaluación”.

Llegamos a nuestros días, donde el mercado llevo el tipo de cambio a valores muy cercanos a los 500 pesos por billete norteamericano, durante las últimas corridas. Las razones son muchas, la falta absoluta de confianza en la política económica del gobierno, sumado a la falta de puesta en marcha de un plan económico claro y consistente y de los hombres que lo lleven a cabo son las más relevantes, sumado a un déficit fiscal agobiante y agotamiento del crédito interno y externo.

Ignorando los vasos comunicantes que existen en la economía, entre el sistema productivo y financiero, y negando devaluar por la acuciante situación económica y social y al temor de la escalada inflacionaria, los índices de pobreza, crea el “dólar soja” en varias versiones, que no es otra cosa que una devaluación parcial, para hacerse de divisas lo más rápido posible.

Una devaluación para un sector específico, por un corto periodo, para tentar a liquidar exportaciones y conseguir divisas, pero sin tener demasiado en cuenta las consecuencias, como son las desarticulaciones en las cadenas productivas, la pérdida de poder adquisitivo de la población, la aceleración mensual de devaluación del dólar oficial, la reducción momentánea y efímera de la “brecha” entre cotización oficial y libre.

Recurriendo a la teoría económica, se afirma que para que una devaluación sea efectiva y provoque una real mejora en las exportaciones, debe haber una correlación entre los precios de las exportaciones/importaciones, aquí no se modificó el tipo de cambio para importaciones, lo que es gravísimo, porque las mismas continúan con un “subsidio” que significa un dólar bajo. Con lo cual la curva de demanda se desplazará hacia bienes de origen importado, agravando en el mediano plazo la situación.

Conclusiones:

Del análisis de las repetidas devaluaciones en nuestro país en las últimas décadas, nos permiten hacer las siguientes reflexiones:

  1. Los eventos devaluatorios no permitieron controlar efectivamente las demás variables, las cuales en el mejor de los casos evolucionaron en forma neutra.
  2. En cada ocasión el efecto final fue la contracción de la economía.
  3. Se produce una violenta trasferencia de ingresos de los sectores populares y asalariados a los sectores concentrados de la economía.
  4. Actualmente, mantener el tipo de cambio evitando una devaluación, no contiene el proceso inflacionario como en otras oportunidades.

Propuesta:

Entre junio de 1958 y la actualidad transcurrieron 59 ministros de economía y 779 meses. Según informe de la consultora FIEL, sólo en el 10% de ese tiempo hubo libertad de precios ya que en ese lapso estaban controlados por la autoridad pública.

Sin embargo, la inflación fue devastadora en todo el período, el 99% del planeta ha vencido a este flagelo, dejando de lado el conflicto Rusia- Ucrania, el cual por características propias ha despertado el fenómeno.

Las diferentes administraciones, han aplicado medidas tendientes no a superar la inflación sino a reprimirla artificialmente, como el arbitrio burocrático de precios y tarifas y las presiones para restringir los aumentos salariales.

Esas medidas contienen temporalmente la inflación, pero una larga experiencia indica que provoca recesión y luego la inflación reaparece con más fuerza. El exceso del gasto público y la emisión impulsan la inflación más allá de los controles por el lado de la demanda y la recesión hace los suyo por el lado de menor oferta al disminuir la producción.

  1. Un punto central de la propuesta es la simultaneidad y coherencia de las medidas, debe ser un plan. Esa simultaneidad es indispensable para amortiguar impactos traumáticos que se producirán en el comienzo cuando deban liberarse los controles y salir de la represión artificial de la inflación para atacarla en su causa. Se requerirá el contrapeso de medidas que amortigüen el impacto en el salario las jubilaciones y el empleo.
  2. Además de dar señales claras de seguridad jurídica, el primer paso es salir de los controles de precios y tarifas. Eso da transparencia al mercado, indispensable para generar aumento de la inversión y la producción. Los agentes económicos no realizan inversiones de riesgo sin saber qué pasará en el corto plazo con el dólar o las tarifas y sin una aceptable tasa de rentabilidad. La opción para ellos, cuando existen esos artificios, no es otra que refugiarse en el dólar o en la especulación financiera o inmobiliaria.
  3. Las medidas tendientes de llevar a la realidad el dólar, los precios y las tarifas determinarán que la inflación reprimida se manifieste, es decir inicialmente habrá un pico, es un paso difícil pero inevitable si se quiere atacar la inflación no en sus efectos, como ahora, sino en sus causas; y ante ese pico, para compensar y evitar recesión y consecuencias sociales nocivas deberá promoverse un aumento salarial inicial, los empresarios deberán ceder parte de su ventaja inicial en los precios.
  1. al comienzo precios y salarios se ubicarán en un lugar superior. Una paradoja inevitable para impulsar el arranque en el proceso de inversión, producción y mayor oferta de bienes y servicios. Esa mayor oferta bajara la inflación y como la mayor oferta es fruto de mayor producción, ésta permitirá mejorar el salario real y el empleo. Es decir se recrea el núcleo de la inversión.
  2. Por eso es clave la simultaneidad, a la vez que el sinceramiento de precios y salarios deberá encararse una drástica disminución del gasto improductivo del Estado. En simultáneo. Esa disminución permitirá bajar la presión fiscal que traba la inversión y la creación de empleo privado, y también esa disminución tendrá efecto antiinflacionario, ya que bajar los impuestos disminuye costos y precios del sector privado.
  3. el aumento de la producción privada y la disminución del gasto público deben ser procesos simultáneos y vinculados, porque un sector privado en expansión podrá absorber empleo público, esto es disminución del gasto estatal corriente, sin generar desocupación y tensiones sociales. Y una ventaja adicional es que el empleo público al transformarse en empleo privado tendrá un rol productivo y, por ende, antiinflacionario.

Devaluación versus inflación, un dilema que parece sin camino de solución para los argentinos, que para nuestra vergüenza la mayor parte del mundo le ha encontrado la respuesta correcta, mientras nuestro país, intenta aferrarse a la vieja estructura agroexportadora, con un Estado elefantiásico, emitiendo dinero desenfrenadamente agravado por los pasivos remunerados, es decir, absorbe la emisión pagando tasas irracionales, cuando no tomando deuda en moneda dura, en vez de tomar el remedio de la producción y el trabajo genuinos.