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El bar que relanzó a Paraná proyecta nuevas inversiones

Russell Beer Pub rompió con el esquema de la ciudad y consolidó a la cerveza artesanal como una alternativa. Hoy, a más de un año de abrir las puertas, apuesta a diversificar el negocio. Nahuel Amore

 

Russell Beer Pub rompió con el esquema de la ciudad y consolidó a la cerveza artesanal como una alternativa. Hoy, a más de un año de abrir las puertas, apuesta a diversificar el negocio 

Nahuel Amore | Dos Florines

Mirko Pacoricona, Fabricio Imoberdorff y Luciano Giorgio son los tres amigos que, a pesar de los pronósticos, decidieron arriesgarse y apostar por la cerveza artesanal como la vedette para un emprendimiento gastronómico en Paraná. Y lo hicieron no sólo ante un mercado incipiente y hasta desconocido, sino en una ciudad que históricamente fue cuestionada por propios y extraños por su aletargado abanico de propuestas sociales.

Al calor del febrero de 2017, abrieron juntos las puertas de Russell, el bar que reimpulsó la movida de la capital provincial y que comenzó a consolidar a la cerveza artesanal como una alternativa de encuentro. Hoy, a poco más de un año de aquel puntapié, el mercado paranaense ya es otro y por ello la apuesta de los amigos es a seguir creciendo.

“Nosotros empezamos con una idea de consumo de varios litros por mes en el bar, pero ya superamos el doble del estimado que teníamos. Y ahí se estabilizó, porque la gente por suerte ha hecho un hábito de esto, de salir del trabajo, pasar, tomar dos o tres cervezas y seguir”, sintetizó Pacoricona, que en un mano con DOS FLORINES contó detalles del negocio y los proyectos en marcha.

Claramente, la oferta gastronómica ubicada en la esquina de Salta y La Paz, que le rinde homenaje al filósofo británico Bertrand Russell, llegó para quedarse. Su arribo no pasó desapercibido –y no sólo por la multitud que se congrega a diario–, sino que sirvió de trampolín para que, ante el renacimiento de los “parroquianos”, surgieran otros bares con atractivos similares y se expanda la cerveza artesanal como producto estrella.

PROYECTOS

—¿Qué inversiones tienen en proyecto?

—La idea es diversificar. Dentro de los proyectos nuestros está no solamente quedar como un bar, sino también usarlo para dictar cursos de cerveza artesanal. Intentamos siempre tener una buena articulación con todos los actores sociales. Particularmente, vemos el bar como un espacio para crear más cosas y no solamente como emprendimiento gastronómico.

 —¿Piensan crear otros negocios relacionados, mudarse a un lugar más grande, lanzar un boliche o emprendimientos similares?

—La demanda nos sobrepasó. El cálculo que nosotros hicimos estaba errado, fue mucho mejor. Eso nos sorprendió. A mí personalmente, que estaba muy metido en el tema de la cerveza y que era muy optimista y mis socios más pesimistas, mi optimismo se quedó corto. Fue realmente explosivo. La gente sin dudas estaba necesitando otra propuesta en Paraná, era visible. Con el diario del lunes es más fácil darse cuenta. Pero la idea de ese crecimiento es volcarlo a otros proyectos. En este momento, otro bar no. Lo que estamos armando es un punto de recarga de growlers, que es una demanda que tenemos mucho en el bar. Nosotros no trabajamos con botellones o recargas, entonces la intención es armar un local de ventas de recargas de growlers.

Para el que no sabe, ¿qué son los growlers?

—Los growlers son los botellones de vidrio de dos litros, que generalmente se compra, es decir, es propiedad tuya, y vos vas y lo llenás donde querés. Vas a una cervecería o un bar y lo llenás con  la cerveza que quieras y lo llevás a tu casa.

—¿El local sería sólo para recarga?

—Además, en ese mismo punto venderíamos insumos para productores de cerveza artesanal. Van a estar vinculados los dos sectores en el mismo lugar.

En Año Nuevo realizaron una fiesta junto a la Radio F5, ¿piensan replicar esta experiencia en otras fechas importantes?

—Desde que abrimos, pensamos el bar como un motor para impulsar la cerveza artesanal, es decir, que no termine en las paredes del bar la propuesta nuestra sino llevarla hacia adelante. Hemos estado presentes en ferias, estuvimos en clubes llevando la barra y dando publicidad. La Fiesta de Año Nuevo fue una apuesta fuerte, fue la idea de realizar un evento masivo y que la cerveza artesanal sea la propuesta principal. Anduvo muy bien. Yo lo veía y quería llorar al ver toda la gente tomando cerveza artesanal, para mí es algo que no me lo imaginaba hace cinco años. Y sí, por eso vamos a seguir haciendo cosas. De hecho ahora estamos armando algo con Chano María. Estamos buscando una fecha y viendo la posibilidad de hacer un evento que sea de asado con cuero y cerveza artesanal, toda una tarde, con un buen evento, música en vivo y la gente pueda disfrutar.

MERCADO.

—¿Sorprendió el rápido crecimiento del mercado de la cerveza artesanal?

—Lo que explotó es la venta en bares. Eso sí me sorprendió. En un año o año y medio hubo un boom, que arrancó en Buenos Aires y luego se replicó en el interior. Ese segmento explotó. En todos los bares hoy suele haber cerveza artesanal, independientemente del estilo de bar que sea porque la gente ya lo incorporó y lo pide, lo consume. A donde va pregunta si hay cerveza artesanal y, si hay, la toma. En otros lugares como los supermercados todavía la cerveza artesanal no entró. No tiene competencia en esos lugares la cerveza industrial.

—Los costos de envasado impiden la llega a góndolas de supermercados.

—Sí, claro. De hecho, el growler, el botellón que de a poco va imponiéndose, viene a suplir ese problema que tienen los cerveceros que las embotelladoras son muy caras. Embotellar termina siendo caro, lleva demasiado tiempo y la logística es muy complicada. Entonces, el botellón es lo que le permite a la gente que no quiere ir a un bar -porque quiere tomar en su casa, en una peña, con sus amigos- buscar la cerveza en el momento y llevarla donde la quiera consumir.

COSTOS.

¿Cuáles son los principales ítems que hacen a la estructura de costos del bar?

—Un emprendimiento grande como el nuestro, que tenemos abierto todo el día, significa mucha gente rotando, mucho personal trabajando. Ese es un gasto importante para nosotros. El gasto en recursos humanos es importante, pero nos parece que está bien. Porque aparte invertimos mucho en capacitaciones. Constantemente se los capacita a los chicos, en atención, manejo gastronómico, en cervezas y coctelería. Creemos que el personal tiene que estar capacitado porque es la puerta por la que los clientes van a conocer lo mejor de nosotros.

—Es un diferencial clave en el servicio.

—Sin dudas. Por eso en nuestra estructura es un monto importante. Después está la cerveza artesanal, que tiene una rentabilidad menor que la industrial. La diferencia que se saca entre lo que se le compra el litro al productor y lo que se lo vende, es menor. De hecho, cuando planteé esta idea con mis socios, les parecía que no iba a funcionar, que un bar así con esa rentabilidad no podía funcionar. Pero la ventaja está en la fidelidad y la rotación de los clientes, que es mucha, y el consumo.

—¿Con cuántos productores de cerveza se vinculan?

—Hoy son más o menos 14 cervecerías con las que estamos trabajando. Lo que tiene hoy la cerveza artesanal en bares es que el cliente busca probar cosas nuevas, siempre. Es difícil que los bares multimarcas tengan siempre el mismo pizarrón todos los días durante un mes, sino que se rotan, porque a la misma gente le gusta llegar y encontrar una cerveza nueva, sorprenderse. En general, estamos comprando a productores de Paraná y zona, unos cuatro de Santa Fe y otros tres o cuatro de Buenos Aires y Rosario.

COMPETENCIA.

—¿Cómo influye que en estos últimos meses abrieran otros bares que empiezan a competir?

—No creo que sean competencia. De hecho, tenemos muy buena relación con todos los bares cerveceros que han abierto. En lo que se pudo, se les ha dado una mano también. Incluso, nos pasa que por ahí nosotros no tenemos capacidad para tener los barriles en frío y un bar amigo en su cámara nos guarda los barriles; o compartir un flete para buscar cerveza. Consideramos que cada vez habrá más gente queriendo tomar cerveza artesanal. Entonces, la idea no es pelearse para que vayan a mi bar, sino que todos trabajemos juntos para que a más gente le guste este producto y lo prefiera frente a una cerveza industrial. Incluso yo soy de ir a los otros bares y los otros chicos vienen a nuestro bar.

—Sería una relación más allá del negocio…

—Sí, de hecho intentamos tener una coherencia de precios entre todos, más allá de que cada uno tiene sus gastos diferentes. Pero intentamos que los precios estén bien, sean correctos. Y sí, hay una buena camaradería y amistad. Ojalá algún día podamos hacer algo juntos entre todos los bares, no creo que esté lejos empezar algo.

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