ENFOQUE PORTADA

De esto no se habla (III)

Por Sergio Dellepiane – Docente ///

La cuestión acerca de si la Argentina necesita o no una reforma del sistema previsional vigente carece de sentido práctico concreto, a la luz de los últimos datos estadísticos oficiales. Según la Secretaría de Seguridad Social, el 90% de las jubilaciones otorgadas, equivalentes al haber mínimo, han incluido moratoria porque sus beneficiarios no habían completado siquiera 20 años de los aportes obligatorios correspondientes. (diciembre 2022)

Los desafíos concretos a los que deberían dedicarse ingentes esfuerzos, para intentar armonizar demandas y recursos disponibles, tienen que incluir desde las actuales tendencias demográficas (mayor cantidad de habitantes, mayor longevidad, menor cantidad de nacimientos por año, etc); los elevados y crecientes índices de informalidad y precariedad laboral como subordinados, el cuentapropismo y la dependencia de la asistencia del estado, por un lado; pasando por la inapropiada y falaz convivencia de múltiples regímenes especiales y diferenciales, a los que debe agregarse una amplia gama de reclamos que por vía judicial han promovido, por múltiples y atendibles razones,una gran cantidad de personas que se encuadran dentro del régimen previsional vigente, por el otro.

Si lo que se pretende es alcanzar un sistema sustentable e incluso perdurable y que otorgue beneficios sociales aceptables; el mundo del trabajo debe desarrollar una dinámica de creación y formalización de empleos diametralmente opuesta a la imperante, incorporando aportantes genuinos a dicho sistema para que sostengan su viabilidad y perdurabilidad.

Largo Plazo.

Cualquier desarrollo que se intente, debe posar inexcusablemente su mirada en el largo plazo. No resulta beneficioso ni para los que están, ni para los que pretendan incorporarse, disponer modificaciones espasmódicas de impacto efímero, pero con el consiguiente rédito político inmediato, sino que resulta imperioso enfocarse en lo que, medido en horizonte temporal, representan una o más generaciones de compatriotas.

Se torna perentorio, eliminar de cuajo la búsqueda de consensos para encontrar un equilibrio de vuelo de perdiz por medio de la licuación del poder de compra de las jubilaciones y pensiones en medio de la tormenta inflacionaria que padecemos.

Es también equivocado intentar una nueva reforma de actualización de los haberes previsionales, superficialmente correcta, con el único finde emparchar la pérdida de poder adquisitivo, aumentado un gasto estatal absolutamente desmadrado. Todo engendro, entre “gallos y medianoche”, termina gestando mayores inequidades e injusticas.

Los aspectos básicos e insustituibles, a tener en cuenta, deben incluir tantoa los sujetos legalmente merecedores del beneficio cuantoal valor (más que un número en dinero) de lo que deben percibir con su actualización correspondiente y, sobre todo, el origen de los recursos para cubrir estas erogaciones.

Resolver adecuadamente cada una de las incógnitas que conforman la ecuación de la seguridad social implica enfrentar varios desafíos.

Datos.

Uno de los más relevantes obliga a enmendar el error de considerar que la acumulación de años es un fenómeno que reclama políticas específicas para los adultos mayores cuando, en realidad, es una de las transiciones demográficas naturales de la vida y, por lo mismo requiere, para ser resuelto con ecuanimidad objetiva, un enfoque sistémico, integrador y comprensivo, de la totalidad del rango etarioque compone a la sociedad argentina.

Según las proyecciones del Banco Mundial en su informe “Los años no viene solos”, entre 2010 y 2020, por cada 100 habitantes en edad económicamente activa (entre los 15 y los 64 años) había 55 considerados dependiente/s de otro/s, económicamente hablando. Esta relación pasará a 61 cada 100 para el 2050 y a 72 cada 100 para el 2100. Por otra parte, sostiene enfáticamente que “el bono demográfico es hoy” (id. Op. Citada), por lo que el objetivo principal de este período no debe ser otro que generar puestos de trabajo e incrementar la productividad tanto individual cuanto colectiva.

Otra cuestión no menor, a considerar, es aquella que involucra en nuestro país, a las excepciones al régimen legal vigente que rige desde 1994. Actualmente conviven no menos de 230 sistemas y subsistemas de excepcionalidad. Como si fuera poco, existen regímenes más generosos que el general, afectando el principio de equidad que, al financiarse con recursos tributarios manifiestamente escasos, provocan efectos redistributivos no deseados. Todo lo cual diluye el principio rector de toda sociedad democrática; el de la igualdad ante la Ley.

Bajo este paraguas no debe olvidarse que, según datos oficiales, dos de cada tres jubilaciones que paga la Anses, se otorgaron en base a moratorias por aportes no realizados o de menor cuantía que los exigidos por Ley, por parte de los beneficiarios. (INDEC.3T.2022)

La información oficial, más actual y sorprendente, muestra que nueve de cada 10 nuevas prestaciones otorgadas en los últimos 10 años, recibieron este tipo de subsidio(Id.).Dato mata relato, más allá de cualquier connotación emocional. Pero, sobre todo, inviabiliza el sistema de reparto vigente.

Sin mejoras sustantivas en lo laboral registrado, se condiciona toda posibilidad de eficacia de las medidas directas que se pretendan implementar para adecuar convenientemente el sistema previsional argentino.

Cualquier modificación debe pensarse teniendo en cuenta las tendencias globales respecto a la longevidad y calidad de vida de los beneficiarios actuales y futuros.

Es imperativo afrontar la cuestión, responsable e inteligentemente.

Aunque de esto tampoco se hable.

“Mucha buena gente que no sería capaz de robarnos el dinero, nos roba sin escrúpulo alguno el tiempo que necesitamos para ganarlo”. J. BENAVENTE (1866 -1954)

SERGIO DELLEPIANE – DOCENTE