ENFOQUE PORTADA

De esto no se habla (I)

Por Sergio Dellepiane – Docente ///

Por acción u omisión, se ha enquistado en el inconsciente colectivo nacional la equivocada idea de que todo aquello que se calla, se silencia y no se declama o pronuncia de viva voz, desparece de la realidad, se vuelve etéreo e inconsistente y, por lo mismo, no necesita ni debe ser considerado como merecedor de entidad alguna para poder ser analizado y debatido.

Tal es el caso de una profunda, responsable y perentoria reforma de la legislación sobre el trabajo humano actualmente en vigencia en nuestro país.

Las relaciones laborales entre privados, registradas dentro del territorio nacional, hoy en franca minoría (28% del total), están reguladas por un conjunto de normas que incluyen leyes, decretos, resoluciones, disposiciones y convenios colectivos, además de varios etcéteras.

El origen de las regulaciones puede remontarse a la Ley 4661 sancionada en 1905. Su autoría corresponde a Joaquín V. González cuyo contenido versa acerca del descanso dominical. Promulgada y aplicada primero en Buenos Aires, fue adoptada posteriormente por el resto de las provincias argentinas. Se la conoció como la “primera ley obrera” y se convirtió en el puntapié inicial para el surgimiento de los posteriores ordenamientos sobre este tema, como la Ley 5291 sancionada en 1907 que atendía la problemática del trabajo de mujeres y niños, prohibiendo expresamente la contratación de menores de 10 años.

Al considerar las condiciones sobre las que se asienta el mercado laboral vernáculo, la sola mención de una reforma al entramado legal que lo rige, hace que la misma sea incluida, porvarios de los grupos interesados, en el vademécum de las cuestionesa silenciar o en el index de palabras prohibidas más cercanas a la Inquisición que a la inteligencia artificial y la virtualidad que hoy impregnanla realidad en laque nos movemos y existimos.

Reformas.

Si bien cada época exige adaptaciones a las condiciones, categorías y características que enmarcan el trabajo humano; en nuestro caso la “Reforma Laboral” pasa a ser una exigencia impostergable pues, para volverse útil, debe situarse en la base del progreso y desarrollo de toda nación que pretenda participar activamente de las transformaciones en un mundo que, a diferentes velocidades, avanza en la dirección que le conviene, pero sin tiempo para detenerse a mirar lo que va dejando a su paso.

Para una economía como la nuestra, que lleva, al menos, una década sin poder despegarse de la insignificanciaque la caracteriza pues, en promedio, ha mantenido el mismo número de empleados registrados en el sector formal pero, a la vez,contiene una mayoría abrumadora de personas que desarrollan una actividad remunerada, dependiente o por cuenta propia, en el sector informal; le ha llegado el momento de cuestionarse si no hay nada que debatir respecto del marco regulatorio, o acerca de la forma en que se desarrolla el trabajo rentado pero, sobre todo, adelantarse alas modalidades y exigencias que demandará el trabajo del futuro.

Al analizar las estadísticas oficiales nos encontramos con que en mayo de 2022 había 6.124.780 asalariados formales trabajando en el sector privado registrado, número sólo 0,97% mayor que el observado en el mismo mes … pero de 2012; con el agravante que desde el censo de 2010 al de 2022 hubo un incremento de la población superior al 17%. En el mismo período puede contabilizarse un aumento del 29,2% en el empleo público y de los monotributistas del orden del 54,2%. (Indec – 8/2022).

Esquema.

Estas cifras muestran un fenomenal trasvasamiento de recursos, exigencias y compromisos tales que los aportes del sector privado ya no pueden solventar. Esta carga se acentúa cuando comprobamos que “el mundo del trabajo”, en nuestra patria, se caracteriza por una alta informalidad estrechamente vinculada a la pobreza estructural que se agiganta a cada paso; fogoneada por un esquema perverso de asistencialismo indiscriminado (“planes” de todo tipo, tamaño y color). Este sistema nacional y popular no posee (¿intencionalmente?) ningún mecanismo para registrar ingresos y egresos en el mismo, por lo que su descontrol intrínseco acrecienta el malestar, la disconformidad y, además, acentúa la irregularidad entre los ideólogos benefactores, los distribuidores “ad hoc” y los supuestos beneficiarios de la asistencia que proporciona un, pretencioso pero ineficaz, “Estado presente”.

Al encontrarse limitada la demanda de empleos de calidad, el crecimiento ocupacional se verifica en los demás segmentos del mercado laboral; por clientelismo en el sector público, y por necesidad, en formatos temporales de baja productividad, entre privados.

El sistema laboral legal y vigente en Argentina puede resumirse como rígido en la entrada, caro de mantener durante la permanencia contractual de las relaciones laborales, y litigioso al finalizar las mismas.

Redefinir conceptos, flexibilizar demandas, formalizar las nuevas modalidades, desarrollar ámbitos donde reaprender habilidades y competencias que faciliten la reinserción, descentralizar las negociaciones salariales, limitar la sindicalización compulsiva y acotar la industria de los juicios, reduciendo incertidumbres y costos; deberán ser incluidos en una imperiosa “reforma laboral” que tiene que emerger de las aviesas intenciones de la prohibición y de la proscripción, si es que pretendemos incorporarnos como nación al dinamismo de un mundo que progresa por caminos diametralmente opuestos a los del estancamiento y mediocridad; obstáculos que nos impiden avanzar en la dirección correcta y a la velocidad adecuada.

Factores.

El concierto de países desarrollados no duda acerca de la necesaria coexistencia entre la coordinación de la fuerza laboral y el capital, para generar bienestar. La continua aceleración de las transformaciones nos obliga a una permanente readaptación (aprender a desaprender para reaprender), a la vez que nos desafía con mayores inseguridades. Por lo mismo, mantener regulaciones antediluvianas, rígidas y desenfocadas, sólo consiguen ralentizar la única potencia generadora de progreso y desarrollo; la del trabajo humano productivo y de calidad. Generar más productos y servicios, adecuados a los tiempos que corren, para poder distribuir mayores beneficios.

Afrontar los desafíos del presente y sortearlos con éxito es propio de seres inteligentes, audaces y comprometidos.

Si aceptamos el axioma por el cual “la única verdad es la realidad”, entonces, nos debemos el debate.

“Los hombres que intentan algo y fracasan son infinitamente mejores que aquellos que intentan no hacer nada y tienen éxito” – Louis Mountbatten (1900 – 1979)