Por Miguel Acevedo – Presidente de la Unión Industrial Argentina
Existe una constante que atraviesa todas las épocas: superarnos para progresar. Dar saltos cualitativos que mejoren nuestra calidad de vida. Esa constante se materializa hoy en un desafío
global que subvierte las certezas en la producción de bienes y servicios: la Cuarta Revolución Industrial.
Generalmente, se suele emparentar a lo que también se conoce como “Industria 4.0” con los cambios tecnológicos. Si bien la tecnología juega un papel fundamental, ese protagonismo es compartido por cambios que van desde lo cultural hasta lo organizacional.
La innovación está permeando todos los ámbitos de nuestras sociedades y debemos dar cuenta de dicho proceso. Ese es uno de los por qué de esta publicación: dejar testimonio de un presente dinámico que está modificando nuestro futuro para siempre.
Los textos que componen la presente recopilación comenzaron a escribirse aún antes de que este documento fuera un proyecto. Son la continuidad del trabajo cotidiano que los autores desempeñan en sus actividades profesionales.
En lo que respecta a la Unión Industrial Argentina, muchas de las ideas plasmadas a lo largo de estas páginas han sido vectores centrales de la 23º Conferencia Industrial, que llevó por nombre “Industria 4.0. Desafíos globales y regionales para una Argentina productiva”
¿Por qué el conjunto de temas que atraviesan a la Cuarta Revolución Industrial es importante para nuestro país?
Porque esa agenda es una plataforma irrenunciable para que Argentina se inserte en las cadenas globales de valor a partir de sus fortalezas. Y solamente podremos potenciar nuestros activos como país productivo complementando la potencia de industria, agro y servicios. Esta es la condición fundante para avanzar hacia el futuro con paso firme.
Convergencia.
Los industriales argentinos estamos consustanciados con el objetivo de la complementación y la convergencia. Día a día trabajamos para que la unión de las Pymes y las empresas grandes forme parte del patrimonio colectivo que le permita a nuestro país superar los objetivos de la Cuarta Revolución Industrial.
Cada sector productivo está llamado a formar parte de ese colectivo emprendedor que es la industria nacional.
En este desafío cargado de oportunidades para Argentina, la educación se revela como un término crucial en la ecuación de nuestro porvenir. Para que podamos concebirnos como usuarios y creadores de tecnología, tendremos que establecer nuevas metas en todas las instancias de la formación. La industria avanza en esta dirección: no vendemos sólo autos, maquinarias o alimentos, sino tecnología a través de los bienes que producimos.
Somos protagonistas de cambios vertiginosos en nuestro aquí y ahora. La producción industrial no es la misma. Los robots, además de profundizar su automatización, también tienen la capacidad de aprender, fruto de los avances en inteligencia artificial. Con la incorporación de sensores en las maquinarias hemos ganado la posibilidad de anticipar desperfectos, así como de generar millones de datos que nos permiten cuantificar y procesar información valiosísima para mejorar nuestra
producción.
De todas estas cuestiones hablamos cuando nos referimos al diseño de una inserción inteligente en los flujos de comercio internacional para Argentina.
Una inserción que nos permitirá intensificar uno de los procesos virtuosos que caracteriza a la industria: producir, invertir, innovar y generar mejores puestos de trabajo.
Perfil.
Argentina tiene una oportunidad inigualable y las aptitudes para aprovecharla. Formamos parte del selecto grupo de países con un perfil industrial diverso y profundo. Si potenciamos esa estructura industrial estaremos dando un paso fundamental en camino hacia nuestro progreso. Abundan los ejemplos de nuestras fortalezas: la industria automotriz y autopartista es una de las 25 más importantes del mundo, la integración en las cadenas productivas –como sucede con la que va desde el algodón textil y cuero hasta el diseño de indumentaria y calzado de vanguardia con marcas argentinas de prestigio internacional–; la industria alimenticia –que exporta productos de calidad para góndolas de todo el planeta–; el sector farmacéutico y biotecnológico, pilar de la innovación y la investigación aplicada; la diversidad del complejo metalmecánico, el software, las industrias creativas, el plástico, los juguetes, miles de empresas grandes y pequeñas que dan forma a 115.000 establecimientos industriales.
Como sujetos del cambio, somos interpelados por la Cuarta Revolución industrial: nos exige pensarla y pensarnos a cada paso del camino. Y eso nos deja ante preguntas clave que son útiles
para transformar lo testimonial en acciones concretas: ¿Cómo logramos que la automatización y robotización sean un salto cualitativo para la jerarquización de las tareas que hoy desempeñan
seres humanos? ¿Cuáles son las mejores estrategias para que el sistema educativo, la comunidad científica y el sector privado trabajen complementariamente en función de incentivar la innovación de tareas, procesos y tecnologías?; ¿Qué aspectos tangibles e intangibles necesitamos reformular de cara a una competitividad como la que propone la Cuarta Revolución Industrial?; ¿De qué manera logramos complementarnos entre todos los sectores para transformar la investigación en PBI?
Estas cuatro preguntas –y el conjunto más amplio del que forman parte– serán respondidas a lo largo de los diferentes capítulos de esta publicación.
Respuestas que generarán más preguntas que nos desafiarán como colectivo para encontrar soluciones innovadoras. La constante que atraviesa todas las épocas: superarnos para progresar