ENFOQUE

Cronoterapia

Por Sergio Dellepiane – Docente

Entre quienes intentan desentrañar la maraña del “vamos viendo mientras pasan cosas”, aparece cada vez con mayor certeza, que la idea central de nuestros gobernantes para solucionar la mayoría de nuestras penurias es el mero paso del tiempo.

Para quienes confían en la palabra sanadora, el tiempo todo lo cura. Para los desconfiados, el tiempo se presenta como un artificio que evita que todo pase simultáneamente. La física advierte que el tiempo es relativo, pues transcurre de diferente manera dependiendo de la ubicación y movilidad del observador.

Para la política vernácula y sus hacedores, el paso del tiempo se ha convertido en el elixir transformador de realidades complejas. Nos han sumergido en un tratamiento de cronoterapia mágica, por el cual, con el sólo transcurrir de los instantes temporales las cosas se irán acomodando por sí mismas, corrigiendo sus desvaríos y al fin alcanzaremos la tierra prometida. Todo sin intervención humana.

Primero el acuerdo por la deuda nacional tanto externa como interna. Sin fundamentos sólidos se proclamó que luego del acuerdo todo se arreglaría.

Renglón seguido se sostuvo que la sola presentación del presupuesto 2021, el propio acto formal de enviar el documento al congreso, los autoconvenció de poseer la hoja de ruta país para el año en curso y lo que es peor, que un escrito conteniendo datos alejados de toda lógica y racionalidad,  todo lo acomodaría.

Negociaciones.

Ahora es el tiempo del arreglo con el FMI. Al inicio de las negociaciones se pontificó que cuando finalizaran las negociaciones, suponiéndose exitosas, todo en el país se alinearía para ponernos de pie.

La propuesta mágica del paso del tiempo se completa con el ejercicio del poder de policía. Más restricciones, más impuestos, incrementos de tarifas de servicios esenciales y de combustibles líquidos, venta masiva de bonos públicos en manos de organismos nacionales a tenedores extranjeros, más emisión monetaria.

Nada nuevo bajo el sol. El ajuste lo volverá a hacer el sector privado.

La cronoterapia mágica poco o nada puede contribuir para intentar modificar la verdad silenciada. Ante la magnitud de la caída sólo cabe esperar el lógico pero escueto y amarrete rebrote económico que naturalmente aparecerá por mayor actividad. De la nada misma sólo se puede pasar a “algo”. Para unos, este “algo” se les presentará como mucho, para otros será poco, pero para todos aparecerá como decididamente insuficiente. No habrá sido magia. Nunca la magia podrá sustituir al esfuerzo, la dedicación, el compromiso y la responsabilidad.

El condimento faltante le agrega pobre marco institucional; justicia ambivalente; pésimos, a la vez que costosísimos, bienes y servicios públicos; moneda despreciada y devaluada; indexación reprimida, pero de corrección imperiosa para evitar el colapso en la prestación de servicios esenciales y; subas a cuentagotas de las tasas de interés pasivas que desalientan el ahorro interno. Todo acompañado de vagas referencia a una pretendida estabilidad fiscal, contradicha instantáneamente con el incesante aumento del empleo público.

Ajuste.

Así, otra vez el ajuste pasará por el sector privado y el único modo de eludirlo es adquiriendo resguardo que sólo ofrece la moneda extranjera.

La mágica cronoterapia poco o nada puede influir para que el panorama descripto pueda modificarse.

En su libro “21 lecciones para el S.XXI”, Yuval Harari advierte que “los humanos pensamos más en relatos que en hechos, números y ecuaciones, y cuanto más sencillo es el relato, mejor. Cada persona, grupo y nación tiene sus propias fábulas y mitos”. Si lo sabremos nosotros. Hoy enfrentados entre la desilusión y la indignación.

Sin proyecto integrador ante un futuro que, al menos, se nos presenta incierto.

Sin liderazgo, sin plan ni alternativas, sin reservas monetarias, sin procesos educativos definidos; corrigiendo rumbos aleatorios día tras día según el viento del reclamo sectorial que sople más fuerte.

Lo que la realidad histórica se ha encargado de demostrar sobradamente es que la lógica del todo o nada nunca resultó buena consejera para sortear con posibilidades de éxito ninguna crisis.

El corto plazo siempre devoró ilusiones futuras.

La cronoterapia mágica no podrá ser nunca entonces, solución para nuestros padecimientos, ni de aquellos que arrastramos de vieja data ni de los nuevos que aparecen sin aviso.

Intentar un esforzado camino de reconstrucción exige reconocer que “la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones; al amparo de la Constitución Nacional; cuyo deficiente funcionamiento produce ineludiblemente un alto costo social” C.E.A – 1998.

Costo que estamos obligados a afrontar los ciudadanos de a pie. Como tantas veces. Como siempre.

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