Las subas de las tarifas de electricidad, gas y combustibles complican a las actividades productivas y les restan posibilidades de competir en los mercados internacionales.
Con un mercado interno totalmente abastecido, el único camino de la cadena avícola para retomar el crecimiento es la colocación de sus productos en el exterior.
La Argentina es cara. Es cara para los argentinos en el mercado interno –la inflación no cede y está lejos de ubicarse en porcentajes razonables– y es cara para que los productos argentinos puedan competir en el mundo, al punto que no pocas economías regionales encuentran cada vez más dificultades para ganar nuevos mercados y hasta deben trabajar –y mucho– para mantener los que tienen.
El problema central del país en materia de exportaciones –cuyo crecimiento es indispensable para recomponer la salud de la deteriorada economía argentina– es la pérdida de competitividad que en algunos casos, concretamente en las economías regionales, ya es dramática. El gobierno del presidente Mauricio Macri lo sabe, lo reconoce, pero hasta ahora no ha podido desatar ese nudo que puede generar enormes consecuencias económicas y sociales indeseables en el mediano plazo.
La avicultura, una economía regional clave para Entre Ríos, atraviesa desde hace tiempo problemas que si no se solucionan pueden generar una profunda crisis en una cadena agroalimentaria considerada un modelo por sus niveles de desarrollo y la cantidad de fuentes laborales que genera en la provincia.
La actividad, sin embargo, hoy se encuentra jaqueada por el constante aumento de los costos –electricidad, gas y combustibles, entre otros– y la consecuente pérdida de competitividad que se agudiza cada vez más.
En el tobogán.
Héctor Motta, un histórico referente de la avicultura argentina, salió a advertir sobre los riesgos que enfrenta esta economía regional si no se realizan las correcciones necesarias para que la actividad vuelva a crecer.
El año pasado, dijo el empresario, la avicultura argentina “estuvo en el tobogán, tuvimos algunos meses donde la actividad parecía que se recuperaba y otros en los que parecía que nos íbamos al descenso”.
La producción bajó entre el 2 y el 3% en 2017 y esto “no nos gusta porque siempre queremos que suceda lo contrario: queremos crecer. Somos la máquina perfecta para complementar a la agricultura, la actividad tradicional e histórica de la provincia”.
Motta definió a 2017 como “un año chato” y expresó su anhelo de que en este 2018 la actividad se pueda recomponer porque “tenemos deseos de invertir y hay proyectos concretos en ese sentido. No poder llevar adelante estos proyectos, no poder lograr los objetivos y las metas que nos hemos propuesto es lo que nos pone intranquilos”.
Flagelos.
Motta se refirió a dos “flagelos” que deben combatirse y de los que el Gobierno debe ocuparse seriamente. “Sé que lo están haciendo pero, quizás, no encuentren el rumbo”, opinó.
Uno de esos flagelos es la inflación, “que debe contenerse porque de esa forma se caerán todas las expectativas de jugar a otra cosa que no sean la producción y el trabajo”, remarcó el empresario; el otro flagelo es la pérdida de competitividad, “es necesario volver a ser competitivos”.
“Necesitamos precios que nos permitan insertarnos en los mercados internacionales para no sólo mantenerlos sino también para lograr una mayor penetración en el mundo. Es algo que debe conseguirse porque tenemos capacidad de producción y capacidad para hacerlo”, enfatizó.
Tarifas.
Las políticas gradualistas, elegidas por Macri desde su asunción como presidente, a juicio de Motta, “son bienvenidas”. En algunos momentos, sin embargo, “pareciera que ese gradualismo se terminara y es como si te estuvieran sacando una muela sin anestesia”, comparó, y “nos encontramos con subas que son llamativas”, señaló al referirse a los aumentos en las tarifas de electricidad que resultaron un mazazo para todas las actividades productivas.
“El impacto que hemos tenido en los últimos seis meses con los aumentos de las tarifas eléctricas significó un 38% de incrementos, porcentaje que cuando se traslada a cifras concretas permite apreciar la magnitud de la suba”, señaló.
En el caso del Grupo Motta, por ejemplo, “pagábamos entre 3,5 y 3,6 millones de pesos de electricidad y ahora estamos prácticamente en 5 millones de pesos”, se quejó. “Y estamos hablando de un solo servicio. Si agregamos los aumentos de los combustibles y del gas –otros dos servicios centrales para la actividad avícola–, de los impuestos y de los aumentos salariales –que son justos y razonables– más las cargas sociales que son pesadas, el panorama se complica”, explicó.
Hay productores integrados de pollos que estaban pagando entre 45.000 y 50.000 pesos y ahora tienen que abonar 80.000. “Para alguien que factura unos 300.000 pesos por su trabajo esa tarifa es una locura por el impacto que le causa”, evaluó.
Motta le contó que el tema de las tarifas “lo he puesto personalmente en conocimiento” del gobernador Gustavo Bordet porque “realmente es un problema que nos tiene muy preocupados” y cuando el mandatario regrese de su viaje al exterior junto al presidente Macri “vamos a sentarnos a dialogar para tratar de encontrarle un cauce para que la producción de Entre Ríos tenga un 2018 diferente”.
– ¿Por dónde pasa la solución al problema de las tarifas? ¿El Gobernador puede hacer algo?
– Creo que esto está en línea, enmarcado, en una política nacional a la que se deben readecuar las políticas provinciales. No sé hasta dónde tiene el Gobernador poder de decisión sobre esto. Podrá, tal vez, quitar o suspender algún impuesto transitoriamente, pero más que eso no.
– ¿Sirve postergar el pago de las boletas de electricidad como prometió Bordet a los arroceros?
– La postergación de los pagos no soluciona mucho el problema, si bien es cierto que cuando alguien se está ahogando y le tiran una soga puede servirle. Pero cuando se está en el medio del río lo que una persona quiere es salir del río, llegar a la orilla.
Creo que no pagar durante dos o tres meses es un tiempo de espera para buscar una solución al problema de fondo que es el aumento de las tarifas.
Mirar al mundo.
“Más allá de esto, creo que debemos encontrar un marco para continuar trabajando. El presidente Macri siempre dice que quiere inversiones para el país y yo, humildemente, desde el sector empresario puedo decirle que estamos dispuestos a realizar inversiones, a tomar créditos a tasas racionales para invertir, pero tenemos que mirar el mercado internacional”, advirtió Motta.
Sucede que el mercado interno está totalmente abastecido –con niveles de consumo impensados hace unos años– y en consecuencia la exportación es el único camino posible para la expansión de la avicultura. Y para eso es indispensable recuperar la competitividad perdida. Caso contrario, volver a crecer se volverá una quimera.
El dólar.
– ¿Un dólar diferencial serviría para la exportación?
– El tema es que implementar un dólar diferencial podría ser una medida de arranque, de corto plazo, para realizar correcciones, pero no puede extenderse en el mediano y largo plazo porque ya sabemos lo que ha pasado en el país cuando eso ha sucedido.
– ¿Cómo están trabajando las empresas avícolas hoy? ¿A pérdida? ¿En el límite?
– Tuvimos un 2017 muy justo, por eso digo que fue un año muy chato, donde a aquellas empresas que venían con deudas se les hizo muy dificultoso honrar esas deudas.
Algunos colegas, incluso, han debido recurrir a convocatoria de acreedores. Esto no es agradable pero no debemos omitirlo porque no se pueden tapar estos problemas con una sábana.
Hay empresas concursadas, se han extendido los plazos de pago en las ventas. Todo esto en el marco de una economía que no está funcionando como uno quisiera.
– ¿Corren riesgo las fuentes laborales?
– No. Nosotros tenemos plena conciencia de lo que significa tener personal calificado como el que tiene la industria avícola en todos sus estamentos. No hay prácticamente persona que no esté calificada. Y como sabemos que cuesta muchísimo, tratamos de que sean nuestros socios, y preservamos las fuentes laborales hasta las últimas consecuencias.
Tres puntos centrales
Para Héctor Motta, el presidente del Grupo Motta, hay tres puntos principales sobre los que trabajar para que la avicultura argentina retome el camino del crecimiento sustentable.
- Recomponer la competitividad.
- Conseguido el primer objetivo, hacer un gran acuerdo con el Gobierno nacional para incrementar la producción. Ese aumento de producción puede significar entre 500 y 1.000 millones de dólares en exportaciones, en cuatro o cinco años.
- El Gobierno debe extremar las medidas para blanquear los atrasos que hay y llegar a una inflación de un dígito que es lo que desean todos.
Fuente: El Diario Rural – Danilo Lima