ENFOQUE PORTADA

Control/es de precio/s; milenaria historia de fracasos

Por Sergio Dellepiane – Docente //

Desde los tiempos de Hammurabi (-1750 a.C) y el Antiguo Egipto hasta la actualidad, se encuentran registros de la política de control de precios y salarios.

Abarcan casi todos los períodos de la historia universal. Diferentes épocas, distintas geografías, diversas formas de gobierno y sistemas de organización económica han aplicado esta medida, con algunos matices, pero con el mismo y único fin de contener la inflación y superar la escasez.

No existe un solo caso documentado, en la historia de la humanidad, en el que el control de precios haya detenido definitivamente la inflación y/o superado exitosamente el problema de la escasez de productos.

Esta política, en lugar de reducir la inflación, ha generado otra clase de complicaciones que se adicionan a los males preexistentes. El surgimiento de mercados alternativos (“negros”) y el desabastecimiento para la mayoría de la población, aparecen como los más relevantes. No representan más que el reflujo de la mala utilización y distribución de los recursos disponibles, siempre escasos.

Tampoco soluciona el problema de la escasez, sino que lo empeora. Cualquier control de precios desorienta tanto a los proveedores como a los consumidores. Los precios contenidos (“cuidados”) sólo consiguen limitar la oferta, mientras que los precios “bajos”, establecidos para dinamizar el consumo interno, recalientan la demanda. En consecuencia, cualquier control de precios aumenta la brecha entre la oferta y la demanda.

Derrotero local.

En Argentina, los primeros ensayos de control de precios y salarios pueden ubicarse cercanos a 1920 bajo la presidencia de Irigoyen (Ley 11.157 – de Control de Alquileres). Entre 1930 y 1940, a causa de la crisis mundial y siguiendo las tendencias imperantes en Europa hacia una mayor intervención del estado en la economía nacional, comenzaron a aplicarse, en nuestro país, diversas medidas de control de cambios y de regulación en la producción y exportación de carnes y granos; aunque, en realidad, no terminaron configurando un verdadero sistema generalizado de control de precios y salarios. Durante la Segunda Guerra mundial (1939-1945), hubo en el país, algunas restricciones en materia de precios y salarios, más propios de una “economía de guerra”, antes que de un sistema organizado de control.

A partir de 1946 comienza un período de más de 70 años, durante el cual las experiencias de controles de precios y salarios se suceden en Argentina perdurando como sistema hasta el día de hoy. Pueden contarse dos interrupciones entre 1959 y 1962 y entre 1967 y 1968. Y alguna otra de escasa relevancia.

En todos los casos los resultados han sido similares: caída de la producción nacional y de las exportaciones, escasez de toda clase incluyendo mercados negros, corrupción y finalmente insatisfacción social y sacudimientos políticos.

Precios y salarios.

El control de precios y salarios asociados a otros controles propios de toda política dirigista, tuvo una influencia decisiva sobre dos aspectos fundamentales de la vida nacional: la inestabilidad económica y social, acompañadas periódicamente por trastornos políticos, hasta el retorno a la vida democrática; y la decadencia del país hasta la condición actual de “stand-alone”.

Cuando se escriba la historia de esta involución del desarrollo argentino, sin dudas se ubicará al control de precios y salarios, como uno de sus principales determinantes.

A contrapelo de lo demostrado por la experiencia vivida a lo largo de 4000 años de registros históricos, aún se ponen en práctica políticas monetarias y fiscales alineadas con todo tipo de controles, convencidos (y no tanto) de que lo inevitable no ocurrirá. Cuando lo inevitable ocurre, toda política de orden público fracasa (una vez más), las esperanzas se desvanecen y la inflación se dispara. Los errores se multiplican y la credibilidad en los inquilinos del poder se destruye.

Las situaciones indeseables, aunque nunca inesperadas (al menos para lo que la Ciencia Económica afirma irrefutablemente), coartan la libertad política, restringen las pretensiones de progreso y como siempre, son los ciudadanos comunes, quienes padecemos las consecuencias de los desatinos.

Nunca hasta hoy, los controles de precios y salarios han podido enfrentar exitosamente, ni eliminar definitivamente, la causa real de la inflación: un aumento en la emisión monetaria que supera el incremento de la producción nacional, para un período de tiempo dado.

Para la ciencia económica no caben dudas, son los gobiernos los que originan el problema inflacionario ya que son ellos quienes regulan la emisión monetaria. También es clara y quirúrgica la solución. “El dinero emitido nunca puede crecer más rápido que la producción nacional”. Exige sacrificio, incluye medidas impopulistas y sobre todo tiempo y esfuerzo.

Algo a lo que una buena parte de los argentinos nos hemos desacostumbrado.

Así nos va.

“La economía nacional moderna, simplemente no puede prescindir de la silenciosa autorregulación mediante la competencia y la libre formación de precios, en todos los mercados, incluso, el de cambios” – “The Social Crisis of Our Time” – Wilhem Röpke – 1946