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Con 30 años, fabrica soluciones de refrigeración industrial y exporta a tres países desde Entre Ríos

Santiago Wasinger es un joven entrerriano que desde hace cinco años montó una planta en Crespo, con una línea de producción única en Latinoamérica y un alto agregado de valor desde la ingeniería. Hoy crece con un pie afuera, pero advierte que la falta de materia prima es una limitante para desarrollarse y crear empleo. Nahuel Amore

En el Parque Industrial de Crespo se levanta una planta dedicada a la fabricación de soluciones para sistemas de refrigeración industrial. Se trata de Intermia SRL, de la familia Wasinger, quienes cuentan con más 25 años de experiencia en el rubro y que desde hace cinco años ponen todas sus energías para resolver necesidades de intercambio térmico a partir de desarrollos con ingeniería especializada, los que son demandados en Argentina y el exterior.

Estas soluciones están orientadas a la eficiencia energética y a los intercambiadores de calor”, sintetizó Santiago Wasinger, socio gerente de la firma, quien con 30 años está al frente de la toma de decisiones de la pyme familiar y se siente orgulloso por el crecimiento y la expansión ya en tres países de la región: Uruguay, Paraguay y Brasil. El desafío, sostiene, es sortear en este contexto las complejidades de la economía nacional y seguir fortalecimiento su política de comercio exterior, con la premisa clara de que la estabilidad es clave para trazar un horizonte de mediano y largo plazo.

En diálogo con DOS FLORINES, el joven paranaense destacó que la empresa pone el foco en la reinversión de utilidades para sumar tecnología de última generación, entre ellas una línea de producción única en Latinoamérica. Esto les posibilita acelerar tiempos y ser más eficientes, aunque no deja de advertir que se encuentran actualmente con un cuello de botella que afecta a la mayoría de las industrias argentinas: la falta de insumos básicos para sostener ritmos, producir más y crear nuevos empleos.

Hoy tenemos una capacidad ociosa del alrededor del 80% porque justamente hemos invertido en tecnologías para no sólo reducir los tiempos de fabricación sino simplificar nuestros procesos. Tenemos una capacidad ociosa muy alta porque nuestras dos principales materias primas -que son el acero al carbono laminado especial ASTM A516 Gr 70, que son aceros que trabajan a baja temperatura, y el acero inoxidable que también en Argentina no se lamina-, las consumimos en una semana siendo que las conseguimos cada dos meses”, manifestó, para dar cuenta de una problemática transversal en momentos de escasez de dólares y problemas con el SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina).

Por otro lado, puso en valor la importancia de los recursos humanos –actualmente son más de 50 empleados–, entre los cuales forman parte profesionales altamente calificados, hecho por el cual también decidieron abrir una oficina en Rosario con ingenieros que cuentan con aptitudes y conocimientos en métodos de elementos finitos, además de un know-how adquirido en I+D. Desde esa mirada, planteó: “Hoy por hoy el mercado laboral tiene una complicación muy grande para conseguir mano de obra. Lo que uno busca son empleados que se comprometan con el proyecto, como nosotros. Creo que el núcleo es la comunicación e ir sumando colaboradores que estén comprometidos”.

Alta demanda

La industria global de sistemas de refrigeración industrial generó 16.625 millones de dólares en 2020, y se proyecta que acumule 27.210 millones de dólares para 2030, con una tasa de crecimiento anual estimada del 5% de 2021 a 2030, según el último informe realizado por Allied Market Research. De allí que la demanda para Intermia es sostenida y el futuro resulta aún más promisorio en el escenario internacional.

“Los principales demandantes son todas aquellas industrias que tengan procesos termodinámicos con gradientes positivos o negativos de temperatura, entre ellos industrias alimenticias de todo tipo, petroquímicas y demás. Tenemos un abanico muy grande de plantas con nuestros intercambiadores de calor, desde ingenios azucareros hasta cualquier tipo de procesamiento de faena, sean avícolas, porcinos, vacunos, incluso lácteos. De lo que hay en la zona, prácticamente todas las empresas de manufactura primaria y secundaria”, contó sobre el alcance de sus productos.

Consultado por los mercados, aseguró que “por una cuestión de estabilidad macroeconómica y microeconómica, tenemos un buen componente de la empresa en el mercado interno, pero estamos abriendo nuevos mercados, tanto en Uruguay, como Paraguay y Brasil que hoy nos están demandando porque ofrecemos un producto que tiene una muy buena ingeniería y está reemplazando importaciones desde el Viejo Continente”.

Del abanico de clientes, la firma avanza en una relación estratégica con los brasileños. “Hay dos o tres jugadores importantes en donde hoy estamos trabajando, con una planta a la vez. Nuestro trabajo comienza con ingeniería de detalle e ingeniería de eficiencia energética y de ahí siempre terminan optando por nuestros productos, sea desde la línea de recipientes sometidos a presión hasta la línea de intercambiadores de calor y equipos de procesamiento”, puntualizó.

—¿Cuál considerás que es el diferencial de Intermia que les posibilita expandirse rápidamente?

—En Intermia tenemos una máxima que es siempre ver el proceso desde el punto de vista del mantenimiento y la funcionalidad. Nuestros clientes valoran mucho que nuestros equipos estén pensados desde su vereda. Generalmente nuestra competencia busca soluciones de estantería y resolver rápidamente la parte comercial, mientras que nosotros buscamos soluciones más orientadas a la ingeniería.

—¿Se podría decir que es una solución más artesanal?

—No. Ofrecemos soluciones que simplifiquen la vida del día a día del equipo en la planta. Nuestro contrato taxativo no termina al momento de la puesta en marcha. Nuestra idea es que el cliente no nos llame por un problema de posventa sino que nos vuelva a llamar para comprar otro equipo. La gran diferencia es que nuestra ingeniería está orientada a simplificar el mantenimiento y a tener equipos con eficiencias altas y tasas de reincidencia de fallas lo menor posible, muy bajas o prácticamente inexistentes. Por eso, todas nuestras soluciones de ingeniería se piensan para hacer generar una confiabilidad muy alta. El resumen es que nuestros productos buscan tener la mejor confiabilidad del mercado. Eso se logra con baja tasa de reincidencia y con consistencia, y la consistencia se logra con tecnología y con una cadena de valor de proveedores muy afinado, que hoy es una de las principales limitantes.

Pyme familiar

Santiago Wasinger nació en Paraná en 1992 y la expertise la fue adquiriendo desde muy joven, a fuerza de conocimiento formal durante su paso por la Escuela Técnica N°1 “Francisco Ramírez”, el amplio bagaje laboral de su padre –Pablo Wasinger– en la industria frigorífica, materias de Ingeniería Electromecánica en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Regional Paraná, pero sobre todo su incansable interés personal por informarse y especializarse constantemente en la materia. Con esa mochila afronta los desafíos productivos de la empresa que fundó a sus 25 años y en la que hoy trabaja gran parte de su núcleo familiar.

—¿Cuál es el principal desafío de estar al frente de una pyme familiar? 

—Creo que un poco el secreto de la pyme familiar es saber primero diferenciar dónde termina la familia y dónde empieza y termina la empresa. Eso ayuda a resolver cosas. Lo más importante siempre es no dilatar los conflictos. Si hay algún conflicto interno, se debe resolver dentro del tiempo más acotado posible. Después, siempre hay que tratar de buscar gente por fuera de la familia que sume al proyecto.

—¿Está protocolarizada la pyme familiar?

—Sí, está dentro de la estructura legal de la empresa.

—Con 30 años, ¿qué lectura hacés hoy de este camino recorrido?

—Haber invertido desde joven te permite tomar algunos riesgos que quizá de grande no los tomás. De todos modos, uno toma riesgos siempre y cuando tenga el respaldo de poder cumplir con las obligaciones. Hemos podido cumplir con todo, pero hoy me gustaría tener una planta con el doble de personal y trabajando en doble de kilos de materia prima procesada, pero no se puede. Independientemente de los gobiernos, nuestra empresa ha podido crecer. Hoy nos encontramos con una difícil realidad de que si no se tiene materia prima todas las estructuras se hacen totalmente inservibles e inútiles. Siempre hemos tratado de hacer un trabajo de especialización y de productos con mucho valor agregado, tanto de ingeniería como de manufactura. Argentina tiene el conocimiento para hacerlo, pero como cualquier estructura, lo que hoy desinfla es no contar con la materia prima. Entonces, hoy dentro de mi análisis con 30 años, creo que estoy en una edad donde tengo que saber delimitar hasta dónde crezco acá y hasta dónde me conviene poner un pie afuera y empezar a crecer afuera. Es uno de los planteos que uno se hace.

—¿Qué te motiva a pensar que el exterior es una opción?

—Con todas las adversidades que tiene la Argentina, se pudieron hacer un montón de cosas. Ahora bien, el afuera tiene otra estructura, pero sobre todo lo que se tiene es estabilidad. Cualquier empresario lo que busca es estabilidad. Cuando se la tiene, el resto marcha solo. Entonces, hoy con 30 años mi perfil es ese: analizar hasta dónde sigo invirtiendo en la Argentina y hasta dónde se puede invertir en otro país con estabilidad. Muchas veces, en muchos procesos económicos, es más dañino no tener estabilidad que, por ejemplo, no tener acceso a crédito o tener condiciones desfavorables en el mercado de cambios. La estabilidad siempre termina perjudicando más que cualquier variable macroeconómica.