Claudio Zuchovicki contó malas noticias en Paraná: “No vimos lo peor todavía”

22/10/2023

El economista aseguró que este domingo “la única discusión es la velocidad que va a ser el cambio”. Anticipó una inevitable devaluación porque “nadie calcula el tipo de cambio a $350” y advirtió que el ajuste ya lo están pagando asalariados y jubilados. Nahuel Amore

“Lo incierto es peor que lo malo”, enfatizó Claudio Zuchovicki durante la conferencia que brindó el miércoles pasado en Paraná, a modo de síntesis del clima de zozobra que vive la Argentina con vistas a los comicios presidenciales de este domingo. En el marco del XVI Foro Anual del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER), el economista planteó un escenario un tanto más agorero para el corto plazo e insistió que el ajuste empezó y continuará el día después. “No vimos lo peor todavía”, disparó.

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Dólar oficial a 500 pesos, salarios licuados, más inflación y recesión, es el parte de malas noticias que contó en la capital entrerriana respecto de lo que se viene para estos próximos meses. Desde esa perspectiva, y con conceptos que profundizó en una entrevista exclusiva con DOS FLORINES, el especialista consideró que la única discusión admisible en este contexto es la velocidad con que se realizarán los cambios necesarios para reacomodar las variables.

Zuchovicki, fiel a su mirada, remarcó que el principal problema que acucia al país es el déficit fiscal, que se deberá resolver urgentemente si la intención es frenar la fenomenal pérdida de valor de la moneda nacional. Para el especialista, junto con la falta de confianza, son el motivo por el cual se da un aumento sostenido del tipo de cambio, prácticamente sin parangón en el mercado paralelo. En ese sentido, dijo que todo ello encuentra más respuestas en la política que en la economía.

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—¿En qué momento se encuentra hoy la Argentina frente al reacomodamiento de variables, a la luz de una incertidumbre que lo dice todo y no dice nada?

—Creo que la única discusión es a la velocidad que va a ser el cambio. Gane quien gane, va a haber cambios, con cualquiera de los tres. Porque los hace el mercado, como empezó a hacerlos ya. Ya nadie calcula un tipo de cambio oficial a 350 pesos, para sacar ninguna cuenta. Los importadores empezaron a sacar las cuentas de a qué valor lo tienen que tomar. Además, hay valores relativos que ya no son valores, como en Buenos Aires el valor de la energía, de la nafta, del transporte. Quedó de manifiesto con el subsidio cuánto se paga. Todo lo que sabemos es que hay muchas inconsistencias. Cómo se va a resolver, lo va a definir la gente porque tenés tres posibilidades que lo único que discuten es la velocidad. La incertidumbre no define nada, pero define que no tenemos ni idea quién puede ganar. No sorprendería ninguna variable y hay una generación joven que decide sobre la hora y por los estímulos que reciba en los últimos días. El domingo a la noche nos vamos a enterar. Desde el lado de una empresa o una persona, trabajaría pensando en un escenario donde el tipo de cambio va a ser otro, donde el tipo de subsidio va a ser otro y el valor de muchos activos.

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—El precio del dólar blue, como valor de referencia de lo que está pasando, ¿tiene consistencia técnica o ya es de pánico?

—Si tomo la variación del dólar con respecto a la mayoría de los activos en la Argentina, es un activo más. Subieron más otros activos y es derivado de la inflación. El tipo de cambio no es el problema, es la consecuencia. No es la enfermedad, es el síntoma, el dolor. La enfermedad es cómo vas a financiar el déficit fiscal. Si la economía que viene percibe que el déficit fiscal no va a bajar y va a seguir subiendo, el dólar es barato; si percibe que va a haber ajuste fiscal y que vas a ordenar tus cuentas macroeconómicas, el dólar es caro, porque si no, no vendrían de todos los países vecinos a realizar compras de fin de semana. Va a depender de cómo atiendas a la verdadera enfermedad que es el déficit fiscal y qué poder político tenés para resolverlo. Por lo tanto, el problema del dólar es derivado.

Ajuste

—Frente esas inconsistencias es que advierte que el ajuste es inevitable y se definirá en estas elecciones a qué velocidad hacerlo.

—Exactamente. La gente puede elegir por un candidato que quiere irrumpir todo rápido y tendrá el mandato para hacerlo rápido; por uno que lo quiere hacer de otra manera, con un plan más de mediano plazo; o si quieren lo mismo que tenemos ahora y lo avalan, es otra velocidad. El mercado, que es la sumatoria de todos nosotros, también va a opinar. Vos también sos mercado cuando decidís comprás dólares en vez de comprar stock o cuando decidís stockearte y no vender porque no sé si lo voy a reponer. La gente vota también no sólo desde el lado político sino desde su accionar.

—¿Quién pagará esta vez el nuevo ajuste?

—Siempre lo pagamos nosotros. Si es por licuación, hoy están ajustando terriblemente. Si no, hay que preguntarle a un jubilado o empleado público si no le están licuando el salario. No lo paga el Gobierno, sino el ciudadano. Y cualquiera de las cosas que están ofreciendo, por más de que haya ajuste político, en primer lugar lo pagamos todos nosotros con el destrato de nuestros ingresos.

—¿Estamos a las puertas de una recesión?

—La estamos viviendo.

—¿Tiene un grado de optimismo en relación al futuro?

—Todo. Me parece que la Argentina es un regalo y por suerte el 70% de los argentinos decidió cambiar. Yo soy comprador, aunque entiendo que no vimos lo peor todavía.

Pesos argentinos

—Milei encendió la mecha cuando fustigó contra los plazos fijos en pesos y muchos entraron en pánico. Siendo un hombre de finanzas, ¿qué le recomienda a quienes quieren cuidar sus ahorros hoy?

—Yo tengo otras formas y no soy representativo para la respuesta porque tengo una tolerancia al riesgo que quizá es superior al promedio. No quiero aconsejar porque es muy personal. De todas formas, el pánico me parece un muy mal consejero. Creo que al largo plazo todo converge a la media, todo termina valiendo lo que tiene que valer: una empresa tiene que valer bastante más de lo que vale hoy, un bono tiene que valer bastante más de lo que vale hoy. A largo plazo todo se reacomoda con la realidad. No cambiaría de carril. El que se cambia de carril todo el tiempo piensa que va más rápido y, al final, termina llegando más tarde. El que cambia de carril todo el tiempo por miedo, gasta toda la plata en comisiones, de compra y venta. A la larga, siempre, si mostrara una secuencia histórica, el tipo de cambio, la inflación y la tasa de interés, convergen. No tomaría la decisión con el estómago, sino con la cabeza.

—¿Tiene margen la moneda nacional de recuperar su valor y confianza? ¿Cómo hacerlo en este contexto?

—Sí. Tiene que tener los tres atributos. La moneda hoy no tiene sentido porque no cumple ninguno de los tres atributos. Casi no es transaccional porque no sé el valor de las cosas, no es unidad de ahorro porque no se ahorra en pesos o te tienen que pagar una sobretasa de interés que te genera un cuasifiscal enorme, y tampoco es unidad de cuenta porque las propiedades, los autos y todas las cosas caras las medís en otra moneda. Se puede resolver; es fácil decirlo, pero hay que hacerlo. Si no tenés déficit fiscal y dejás de emitir o endeudarte para financiarlo, la moneda vuelve a tener sentido, vuelve a tener valor y pasó muchas veces en la Argentina. El punto es cómo eliminás ese déficit fiscal y, para eso, no es una decisión económica sino política. El déficit fiscal se discute en el Congreso cuando se firma el presupuesto y lo deciden los gobernantes, diputados y senadores, que definen qué van a gastar y cómo van a ser los ingresos. Eso es voluntad política.

—¿Usted cree que solamente resolviendo déficit fiscal se resuelve el problema de la Argentina?

—Sí. Para mí es el principal problema. Después tenés otros problemas más graves y de más tiempo que son económicos. Después hay otros temas culturales, como la educación. Tenés un montón de gente que quiere trabajar pero no tiene las aptitudes para el que ofrece trabajo poder machear eso. Tenés que trabajar mucho en educación y mucho en cultura ciudadana; que exista la condena social sobre hechos de corrupción, sobre economía informal, sobre que no sea todo lo mismo. Eso es a más largo plazo, pero hay que hacerlo. De lo contrario, vas a resolver el déficit fiscal y en un año volvés con el mismo problema.

Reglas de juego

—Otras corrientes económicas dirían que más allá de resolver el déficit fiscal, el problema de fondo es qué hacemos con los dólares que generamos y, puntualmente, con aquellos jugadores que los fugan. ¿Cómo hacer para que los dólares que están, se queden y se reinviertan?

—El Estado con el déficit fiscal se lleva todos los dólares que están dando vuelta en términos de crédito. El 70% de la plata de los bancos está yendo a Leliq, lo que quiere decir que los toma el Banco Central para financiar al Estado nacional. Si el Estado nacional no tiene déficit fiscal, el sector privado levanta la cabeza y tiene crédito para trabajar. La pregunta es qué cambiamos para que la gente no se lleve la plata al exterior o la esconda en el colchón. Acá se aplaudió de pie un default. Hoy mismo en plataformas del oficialismo se dice que no hay que honrar los compromisos. Si veo que vos no pagás ningún cheque y no pagás nada, cuando me pidas plata, ¿qué voy a hacer? Si maltratás al inversor, le cambiás las reglas de juego, un día te tienen que pedir permiso para importar, al otro día te tienen que pedir permiso para exportar, un día le ponés un tipo de cambio, al otro día le prorrogás el pago por 90 días, después son 180 días, después que no es así. Si te preguntás por qué no confían, el problema no es tuyo.

—Entonces, ¿qué hace falta? ¿Seguridad jurídica, quiere decir?

—Además de resolver el déficit fiscal, hay que tener reglas claras. A veces muchas empresas ya no quieren que sea una muy buena regla sino que sea estable. Es algo que permita planificar a 10 años. Acá te cambian las reglas de juego todo el tiempo. Se llama seguridad jurídica. Suena técnico, pero sin seguridad jurídica no podés planificar qué hacer. Lo segundo muy relevante es la seguridad física, porque si tengo un negocio, me roban, me agraden y tengo que reponer stock y gastar más en seguridad privada, eso también hace al clima de negocios. Más que echarle la culpa al que se la lleva, por qué se la lleva y cuán responsabilidad tenemos todos como Estado en que eso suceda.