Cayó Amarillo nació en Instagram y ahora abre su local en Paraná
29/01/2020

La hamburguesería que irrumpió en el mercado local va por más. El grupo de amigos que nació en las redes invierte en su propio local. Nahuel Amore
El mercado gastronómico explotó en Paraná durante los últimos años, fundamentalmente de la mano de nuevas ofertas que nacieron y tomaron fuerza a través del uso estratégico de las redes sociales. Sin embargo, la gestión de estos emprendimientos 2.0 no reasegura la continuidad del negocio, sobre todo porque muchos no logran avanzar hacia la formalidad, que les garantice un marco legal con un horizonte de crecimiento a ese conjunto de jóvenes que encontraron una solución laboral en momentos de crisis.

De ese variado abanico de propuestas en la ciudad, Cayó Amarillo busca ser una excepción. Desde su origen, se impuso en redes y fue ganando terreno en la movida hamburguesera, con ayuda también de la presencia en ferias gastronómicas y bares que son tendencia. Y ahora, tras irrumpir en el mercado, dan el paso necesario que los catapulte hacia nuevos proyectos. La hamburguesería pega el salto y concreta la inauguración de su propio local, bajo un modelo de negocio inspirado en Buenos Aires.
El corto pero vertiginoso proceso de crecimiento comenzó a rodar luego de un intenso estudio del mercado porteño para imitar en Paraná. Y tras haber recorrido poco más de un año de trabajo, el grupo de amigos abrirá este viernes 31 de enero su local, en Montevideo 211. Como es ya su estilo, lo harán mediante una feria en plena calle, con la participación de cuatro productores cerveceros, música en vivo, mil hamburguesas gratis para sus clientes y más emprendedores de la región que se nuclean a través de Paraná Come.

“El fenómeno fue Instagram”, recuerda Camilo Martínez Aquino, impulsor junto a David Londero y Nicolás Eicchorn. En diálogo exclusivo con DOS FLORINES, el joven emprendedor analizó el proceso y valoró el esfuerzo colectivo realizado durante estos meses, que les permitió encarar el proyecto desde sus inicios y dar forma al sueño. Lo más valioso, según manifestó, es poder reinvertir sus ganancias en un espacio físico que los impulse a más iniciativas.
“Es gratificante para todos abrir el local. Es dar empleo genuino a varias personas. Por eso, está buenísimo decir que aparecimos en Instagram, hicimos un montón de cosas y hoy en día abrimos un local, haciendo las cosas bien, siguiendo por el camino que veníamos”, resaltó Camilo, a sabiendas de que en momentos críticos el empleo escasea y que apuestan por una ciudad con eternas dificultades para generar y sostener los emprendimientos privados.

Modelo de negocio
Cayó Amarillo sale a competir fuerte con su diferencial en el mercado local de las hamburguesas, sustentado en un modelo de negocio y producción artesanal que no se asemeja a McDonald’s ni a Mostaza. “En el local no habrá mesas, sino que cada uno podrá realizar el pedido o retirarlas. Además, desde ese lugar van a salir motos para todos los puntos de la ciudad; vamos a trabajar con servicios de cadetería externos como Pedidos Ya, Vamos Rápido y autónomos”, explicó el joven.
Para algunos, se trata de un nuevo paradigma, conocido como “take away” (comida para llevar), basado en el movimiento urbano de las grandes ciudades y nuevas tendencias de consumo. “Es un estilo Buenos Aires, como cuando pedís una pizza y seguís tu camino”, comparó Camilo. Con ese formato, abrirán al público de jueves a domingo, de 20 a 00. “Tenemos ganas de abrir también los viernes al mediodía”, agregó.
De igual manera, Cayó Amarillo no perderá su esencia y seguirá trabajando de cara al cliente, a través de las ferias gastronómicas. “Es el pulmón”, sintetizó, sobre la importancia del movimiento que genera y el marketing que tracciona. “La feria hace que vaya mucha gente y consuma en distintos puestos; esto se hace una cadena”, destacó.
Inversión
Según averiguó DOS FLORINES, la instalación del local de Cayó Amarillo les demanda a los tres socios más recursos de los previstos originariamente, conforme al conocido incremento de costos y algunos imprevistos. El monto de la inversión es importante y significa en definitiva una apuesta por el mercado local y la creación de puestos de trabajo para jóvenes, en una ciudad históricamente con una mirada esquiva hacia lo privado.
Los principales recursos que hacen posible la apertura del local forman parte de la reinversión de ganancias que alcanzaron desde el nacimiento de la hamburguesería. En este sentido, consultado sobre el tema, Camilo aclaró: “Tomamos un préstamo del Banco Nación, pero nada más. No queríamos endeudarnos, lo cual también alargó los plazos. A medida que íbamos teniendo plata, la poníamos en la obra. Al no tener un respaldo económico de inversión, lo hicimos nosotros, con nuestros recursos”.
Dentro de las proyecciones, Cayó Amarillo ya piensa en continuar con las inversiones, en pos del mismo objetivo de crecer y expandirse. Por ello, tras la inauguración, el próximo paso será dejar de alquilar y comprar el inmueble de calle Montevideo donde se instalarán, que les resulta totalmente cómodo para el tipo de emprendimiento gastronómico.
Pero como los sueños no son estancos, también anticipó cuáles son los futuros anhelos que buscarán concretar. “Queremos comprar un food truck, un camión habilitado nacionalmente para que con nuestra marca podamos meter toda la Costa Atlántica y uruguaya en verano. Queremos tener las habilitaciones, para también poder ir a un país limítrofe, sin ningún problema”, contó.
¿Por qué Cayó Amarillo?
El nombre de la empresa nace originalmente de la frase utilizada por el grupo de amigos para referirse al perro rubio de un vecino. Cada vez que se juntaban a comer un asado o hamburguesas en la quinta, el animal caía al convite y se sumaba. Además, el nombre parafrasea a la expresión que suelen usar los jóvenes cada vez que realizan un pedido por delivery y llaman a la puerta cuando llega. De ahora en más, cuando los cadetes distribuyan las hamburguesas en casas y departamentos de la ciudad, más de uno podrá decir: “Cayó Amarillo”.