Bordet elige el “catenaccio” para el “ajuste sensible”
20/08/2022

La “desaparición” del Ministerio de Producción generó rechazos, dudas y desconciertos. El Gobernador entrerriano aprovechó la salida de Juan José Bahillo y reconfiguró el gobierno pensando en concentrar las decisiones ante un avance de Sergio Massa sobre la obra pública y los fondos que llegan a Entre Ríos. Bordet quiere terminar el mandato sin sobresaltos y el superávit fiscal provincial es clave. Gustavo Sánchez Romero – Especial para Revista Análisis
El gobernador Gustavo Bordet prefigura un escenario casi ineludible en el ocaso de este gobierno kirchnerista: el ajuste perseguirá a las provincias con la alienación y convicción de una hiena. Sabe también que no se trata de un “ajuste sensible” como se busca configurarse impúdicamente desde el relato oficial, en contraposición al “ajuste macrista” que llevó tanto dolor a la gente. Será un ajuste clásico, ortodoxo, y es por eso que las espadas más afiladas de las huestes cristinistas se han enfrascado en un prudente y sospechoso silencio. Como muestra, el nuevo esquema de subsidios energéticos presentado este martes pasado.

Como el mismo gobernador lo dijo de viva voz en declaraciones públicas –palabras más, palabras menos- las provincias se encuentran en una situación financiera más tranquila que la Nación y tienen la obligación de acompañar al flamante súper ministro de Economía.
Cada día que pasa queda más claro que Sergio Massa se parece a Caronte –el barquero del infierno- y que su norte está puesto en llevar la nave hasta el dantesco fuego del averno que le impone el corsé del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional: no más de 2,5 % de déficit fiscal sobre el Producto Nacional.

No hay mucho dónde mirar; y las provincias entienden que el superávit general, en promedio, que ostentan hoy –Entre Ríos cuenta con algo más de 17 mil millones de excedente por encima de sus gastos, aunque sin considerar los pagos de la deuda en dólares que se refuerzan en 2023- será uno de los bocados preferidos de la nueva gestión. Y el gobernador quiere llegar al final de su mandato sin mayores sobresaltos.
Asegura en privado que el próximo jefe del Ejecutivo provincial tendrá sueldo, aguinaldo y primer servicio de la deuda cubiertos, cosa que él no tuvo la suerte de contar de su antecesor Sergio Urribarri.

La renovada Liga de los Gobernadores viene desplegando un feroz lobby para evitar eventuales recortes en la obra pública y el flujo de fondos, tanto los institucionales como los discrecionales, pero sólo dios sabe cuáles son pormenores de las negociaciones, y hasta dónde las provincias están en condiciones de estirar la confianza sobre la palabra del nuevo hombre fuerte de la Argentina y si le brindan o no una chequera en blanco.
El kirchnerismo y los gobernadores están cada vez más convencidos que las, hoy remotas, posibilidades de una performance competitiva en las elecciones generales en el país, como la suerte en cada distrito, depende de la eficiencia de este ajuste massista y del control de las dos principales variables de la economía que más aterran: tipo de cambio e inflación.
Crecimiento, empleo, pobreza son indicadores que no te llevan al infarto y siempre son susceptibles de relativizar.

El futuro.
El sentido del camino se presenta unívoco, pero eso no implicará que los gobernadores le entreguen a Massa la tapa del diario del lunes y queden entrampados en la transparente voracidad del tigrense. De allí que vuelven a reformularse definiciones que hasta ahora parecían inevitablemente inamovibles. Si la economía se estabiliza, ya no queda tan claro que en las provincias de desdoblen las elecciones, y en Entre Ríos se agrega el bonus track que la por ahora paupérrima oferta electoral que se vislumbra en el horizonte oficial podría reconvertirse mágicamente y la figura de Juan José Bahillo se potenciaría de un modo exponencial brindándole una chance a la continuidad del peronismo que por ahora aparece sólo como una quimera.
Por eso, Gustavo Bordet sabe que no es tiempo de ambigüedades y que las decisiones que tome hoy impactarán en cualesquiera de los escenarios que le presente el 2023.
Pragmático, sereno y reflexivo como es, entiende, entonces, que no es tiempo para inclinarse por el “joggo bonito”, el “fútbol total” o el “fútbol champagne”, donde la estrategia exige dominar el juego y arriesgar posiciones.
El gobernador entrerriano optó por el “catenaccio”, un sistema italiano que se conoce como cerrojo y que consiste en poner un marcador delante de la línea de tres atacantes contrarios. El creador fue Nereo Rocco y consiste, estratégicamente, en entregar terreno para replegarse, defenderse y atacar de contragolpe.
La salida de Bahillo del gabinete provincial, para ir a ocupar la Secretaría de Agricultura de Massa, brindó a Bordet la posibilidad de aferrarse a las cajas y para eso le puso nombre y rostro al defensor de las cuentas públicas provinciales amenazadas. Hugo Ballay, su principal funcionario, será el líbero y no dudó en avanzar como un pac man sobre lo que alguna vez fue el Ministerio de Producción que se construyó para mantener el poder a partir de la reconversión del perfil productivo de Entre Ríos. Eso no sucedió ni sucederá por ahora.
La pandemia y cierta propia inacción alejaron la posibilidad. Pero la política tiene eso; en un chasquido de dedos te reinventa y te pone de nuevo en carrera. El “modo Bordet” pasó de ese movimiento anodino que lateraliza y duerme el juego a colgarse del travesaño para esperar el error del rival.
Para quienes lo subestimen, habrá sólo que recordar que Italia fue varias veces campeón apelando al “catenaccio”.
Escenarios.
Con la convicción de que cuando menos, más; la oposición política en Entre Ríos parece más preocupada en que evitar que las esquirlas de las sordas internas crucen los puentes y lastimen al candidato Rogelio Frigerio que a plantear enfrentamientos simbólicos o políticos con la gestión de Gustavo Bordet.
Desde Juntos entienden que alcanza y sobra con la destartalada gestión de Alberto Fernández, la desorbitada autoflagelación de Cristina Fernández y la propia involución de los indicadores macro y microeconómicos en la Argentina. Desde el think thank del ex ministro del Interior de Macri prefieren no hacer olas, convencido que el cambio en el espíritu de época es inevitable y que sólo es cuestión de esperar y morigerar las laceraciones del fuego amigo. Creen que a Frigerio no le entran las balas y de lo que se trata es ser oportunos en el tiempo y difundir el “ángel” con el que el candidato llega a casi todos los segmentos sociales. La entrevista que le concedió el lunes pasado al periodista Carlos Pagni es una clara muestra de ello.
Sin embargo, dicho con sus propias palabras, en distintas escalas de acuerdo de dónde viene, algunos en la oposición provincial expresaron preocupación por el inesperado lugar que la oportunidad le brindó a Juan José Bahillo, que podría convertirse en un candidato que movilice al peronismo entrerriano que hace cuatro años viene de capa caída y con la presunción que se aproxima un nuevo y desconocido escenario en la provincia para la mayoría de los dirigentes y militantes que, desde hace más de 20 años, miraron la realidad de una provincia deteriorada desde el pináculo del poder.
Si esto ocurre –la derrota- será una experiencia sociológica interesante para la provincia, con alternancias y equilibrios inasibles por ahora.
El éxito de Massa, y por asociación transitiva de Bahillo, le permitirá a Gustavo Bordet sumarse algunos porotos para la cuenta a la hora de recriminación. El periodista local Juan Bracco realiza un detallado recorrido de esta posibilidad en una nota publicada este sábado en Infobae. “Juanjo” llega a los oídos del superministro de Economía por un susurro de Ricardo Delgado, reconocido economista muy allegado a Massa y con quién Bahillo cultivó una intrincada amistad cuando fue diputado nacional y él mismo lo reconoce muy cercano a su afecto personal. Aseguran que en tiempos aciagos de Delgado, economista especialista en agro y ex secretario del área, fue el entrerriano quien “le tiró una cuerda”, y que hay un gran entendimiento intelectual y metodológico a la hora de mirar la realidad.
Cuando Massa le pidió a Delgado que ocupe el lugar, aseguran que fue él quien sugirió un enroque. Sin embargo, Bordet también empujó en la posibilidad y en la intersección con Economía hubo un canal de negociación.
Sin embargo, el movimiento que concluyó en la “desaparición” del Ministerio de Producción, Turismo y Desarrollo Económico de Entre Ríos abrió algunas grietas en doble anclaje: hacia adentro y hacia afuera del propio gobierno provincial.
La decisión de Bordet de trasladar tres secretarías a la órbita de Ballay y otras tantas a la Secretaría General de la Gobernación cayó muy mal en todo el arco productivo y la gran mayoría de las entidades lo entienden como una degradación de la institucionalidad provincial para el campo, especialmente cuando fue el mismo gobernador que creó un superministerio provincial como ariete para el desarrollo, pero que con la pandemia quedó como un“elefante blanco”.
La Secretaría General de la Gobernación está a cargo de Franco Ferrari, un hombre de la Costa del Uruguay que ingresa a la política de la mano de Carlos Scelci, y que llegó a la Casa Gris con Carlos Scheppens, ex secretario de Producción. Se lo reconoce como un hombre de bajo perfil, prolijo y ordenado, y las fuentes consultadas lo definen como “un muy buen tipo y muy respetuoso”. Ese lugar fue legado por Edgardo Kueider, cuando asumió como senador nacional. Fuentes que conocen el menudeo del flujo de las relaciones políticas en las alturas del poder coinciden en que es el legislador concordiense –principal espada de Bordet en el Congreso- quien sigue teniendo la cincha corta de la Secretaría General y que nada sucede sin su anuencia. Más aun, aseguran que es desde allí donde trabaja para consolidar una candidatura para la intendencia de su ciudad natal.
“Hay desconcierto e incertidumbre. Los funcionarios están absortos y no saben cómo actuar. Nadie duda de la capacidad de Ballay pero la decisión de concentrar en él las decisiones modifica los circuitos de la toma de decisiones. Todos creen que Ballay es un guardián de los temores más sensibles y profundos de Bordet, especialmente los financieros, y temen que todo se vuelva más burocrático y restrictivo. Antes se hacía un gasto o se tomaba una decisión y el funcionario firmaba; y debajo venia la firma de Bahillo que estaba al tanto y sabía del tema y había más fluidez. Los empleados también están desconcertados porque ven que se alejó el centro de las decisiones en Producción”, le confió un conocedor del ex ministerio a DOS FLORINES. Pero esto no es todo, cuando este cronista consulta a los funcionarios prefieren el silencio y por toda respuesta dejan caer un gesto de asombro con los ojos y un leve movimiento en la comisura de los labios.
Estas inferencias no hacen más que confirmar la presunción que el Gobernador no quiere sorpresas y se cerró en su círculo áulico como estrategia de prevención y supervivencia.
Con la oposición que no dice ni “mu”, el verdadero contrapoder en la provincia se encuentra en estado de somnolencia y adormilado. “No es tiempo de contradicciones con el gobierno”, le dijo un importante empresario a este semanario. Punto para Bordet. Se la han dejado picando para patearla fuerte, alta y lejos.

Defensa.
“Para aquellos que dicen que el Ministerio de Producción de Entre Ríos fue eliminado, quiero dejarle la tranquilidad que no es así, y que, por el contrario, la decisión del Gobernador va a potenciar las secretarías”. Con estas palabras, el ministro de Economía Hugo Ballay abrió su intervención en la presentación en sociedad del proyecto de Agencia de Exportaciones, Inversiones y Desarrollo Económico en una de las naves productivas de Molino San José, en el parque industrial de Paraná.
La mención pareció extemporánea, pero atendiendo a que el run run interno y externo es inocultable, Ballay se vio impelido a desterrar fantasmas. No lo ha logrado, por ahora.
En esta movida que implica abroquelarse en Ballay y Ferrari tiene ganadores y perdedores, en principio, ya que siempre hay tiempo para los consensos y recalcular el destino. Entre los primeros se encuentra la Unión Industrial de Entre Ríos, quien ya tiene acordado el avance de unos programas por los que pelea hace años. En este punto el Gobernador dio un dato clave, aunque con una vaguedad temporal que para los empresarios resulta preocupante.
“En las próximas semanas vamos a concretar los planes que venimos trabajando con la UIER”, dijo Bordet en el XV Foro del Consejo Empresario de Entre Ríos, ante más de mil empresarios, que en acuerdo con Gabriel Bourdin se comprometió públicamente a avanzar en un plan de promoción del empleo industrial, en la reforma de artículo de la ley de Promoción Industrial que la hacen favorable a la atracción de nuevas inversiones, una nueva ley de distritos industriales en Entre Ríos para organizar los parques industriales, y algún otro acuerdo que no trascendió públicamente.
El tema fue traído nuevamente por la vicegobernadora Laura Stratta en el Parque Industrial. Hugo Ballay afirmó entonces que aún no tiene el costo de la resignación fiscal que significará para el Estado entrerriano las promesas al tándem Gabriel Bourdin y Eduardo Tonutti, presidente y vice de la UIER. (Al final de la semana se conoció el monto que implicará este programa para el Estado)
Agosto será el mes de la consolidación formal de la promesa. La nueva conducción de la UIER y el Ejecutivo parecen vivir una melosa luna de miel. Sin embargo, los negocios y la política comparten una máxima ineludible: la factura se emite contra el pago.
En otro canal, los que ya huelen que los cambios lo sumirán en una postergación indefinida son los sectores vinculados al turismo: la Meter y la CET.
Ambas instituciones vienen reclamando la creación del Ente Mixto de Turismo, que tiene dos proyectos de ley avanzados, uno de ellos del mismo Juan José Bahillo. Según algunos referentes del sector la iniciativa debe incluir, al menos, unos 120 millones de pesos por año, sin contar con los gastos administrativos que implica un ente de esta naturaleza.
Esta sensación periodística coincide con las expresiones del presidente de la Cámara Entrerriana de Turismo, Leonardo Schey, quien pidió la palabra para mostrar su incomodidad como sector en el ámbito de la nueva agencia anunciada por Laura Stratta y, si bien celebró la iniciativa, volvió a hacer hincapié en que las necesidades de las decenas de empresas vinculadas a la gastronomía, la hotelería, y todos los servicios de la actividad, pasan por otro lado.
Sin embargo, el sector privado se encuentra hoy muy debilitado en su dimensión institucional. La pandemia fue un golpe duro al trabajo que venían haciendo y por ahora no se puede recuperar.
Críticas a la agencia.
La presentación de la agencia de inversiones, exportaciones y desarrollo económico fue vaga. No abundó en precisiones y pareció un rosario de buenas intenciones en el apuro por realizar el anuncio mientras se consolida el proyecto.
Néstor Loggio, el diputado concordiense que funciona como el puente en los aspectos productivos que le interesan al Ejecutivo Provincial aseguró que se analizaron las mejores experiencias del país a la hora de ir articulando el proyecto de ley –el Gobierno lo sacará por la Legislatura- y que aspira a ser un proyecto bien fundamentado y tomando lo mejor de las experiencias de las agencias similares que hay en el país.
Sin embargo, en el Parque Industrial de Paraná no quedó claro cómo será su funcionamiento, porque inversión y Exportaciones van de la mano cuando tienen intereses, campos de acción, actores, metodologías, presupuestos y exigencias técnicas y humanas muy disímiles y pueden incluso hasta molestarse cuando esta iniciativa eche a andar. Tampoco queda entendible sobre qué variables e indicadores se interviene para lograr el desarrollo económico, una entidad abstracta que, en todo caso, se proyecta cuando se activan mecanismos como la inversión y el crecimiento de las exportaciones.
Sin embargo. el sector privado no cuestiona, contrapone o duda de este y cualquier otro argumento que se vuelca oficialmente en eventos públicos o medios de comunicación.
El Gobernador se florea con un discurso que parece referir a un cantón suizo en el Foro del CEER cuando habla de Entre Ríos, y si bien es cierto que hay variables que le sonríen en términos estadísticos, a la provincia les cabe la de la ley y la angustia e incertidumbre no le van en saga a los ciudadanos. Lo mismo pasa con los funcionarios, y sin subestimar los logros y avances que hubo en los últimos años en materia de gestión, el mismo secretario de Hacienda Municipal y el propio intendente de Paraná exhiben discursos autocomplacientes sin que nadie diga esta boca es mía para marcar, al menos, el camino que falta.
El poder de las entidades empresarias entrerrianas se construyó en pocas de líderes caudillistas en las provincias con el norte puesto en ser un contrapoder real y palmario que a partir de expresiones, informes y definiciones que marcaran un camino de contradicción al poder político. Las principales entidades que nucleaban a otras entidades junto a profesionales están hoy inmóviles, aletargadas, lejos de cualquier posición contradictoria de los discursos oficiales.
El único territorio que parece por ahora ser refractario a las definiciones políticas, en tiempos de desinterés, es aquel definido por las coordenadas angustias y desinterés social, que se expresan en apatía y abulia. En el país y la provincia todos parecen abandonar muy despacio la certeza que aquello que se esperaba deberá esperar para mejores tiempos. Todo parece reducido a la agonía de la espera, y que todo queda subsumido en la esperanza de llegar, aunque no se sepa a dónde ni cuándo. Como el plan de Sergio Massa, que sólo se propone ir llegando. El espejo del tiempo, por ahora, sólo devuelve una imagen general silenciosa, mirando de soslayo y esperando que el destino se equivoque y le cante un pleno.