Arriendos y compra venta de campos, con nivel sostenido

14/09/2020

La pandemia no hizo mella en los negocios con inmuebles rurales, solo la coyuntura económica trastocó los modos de concretarlos. Carlos Marcelo Pintos

La actividad inmobiliaria en general sufrió, con la implementación de la emergencia sanitaria en el país a causa del COVI-19, un nuevo “parate” que ahondó la alicaída situación del sector, que ya venía de dos años muy golpeados, paralizándola los primeros tres meses y logrando retomar tímidamente un nuevo ritmo hacia fines de julio, protocolo sanitario mediante.

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No obstante, para las inmobiliarias que operan en el ámbito rural -que son contadas y muy especializadas-, los negocios en contratos de arrendamientos y la compra venta de campos no fue afectada por la cuarentena.

El ámbito rural, considerado por el gobierno un sector esencial, siguió trabajando con su ritmo habitual no sólo en el desempeño productivo sino en los acuerdos y negocios que hacen a su continuidad laboral, incluso en el espectro inmobiliario.

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La nota discordante solo se notó en los términos de intercambio económico, habidas cuenta que la brecha cambiaria se ahondó en ese mismo período, sumado al incremento de las retenciones acontecidas al principio de la gestión del nuevo gobierno.

Paisaje entrerriano

Entre Ríos posee una diversidad de suelos que son muy bien aprovechados tanto para la agricultura y la ganadería, así como también para la forestación, además de otras producciones primarias de relevancia en su carácter de economías regionales.

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De acuerdo a la finalidad del uso de la tierra (sea para ganadería o agricultura) los precios varían y siempre están atados a la moneda estadounidense, que este año -por la mencionada brecha cambiaria- trastocó los términos y modos de negociación. Propiedades que el año pasado rondaban los 6.000 a 7.000 dólares la hectárea bajaron, en algunos casos, hasta el 50 %.

Si la transacción en con dólar billete, no hay problema; la dificultad para ponerse de acuerdo está cuando hay que convertirla en pesos o contrastarla con otras propiedades como forma de pago.

Diego Yañez, corredor inmobiliario de Chajarí -que recorre gran parte de la provincia haciendo negocios- comentó que las negociaciones que antes llevaban a lo sumo un mes, hoy pueden insumir dos, tres y hasta cinco meses. “La cuestión es lograr un acuerdo que satisfaga a ambas partes” -refiere Yañez- “y ahí entra a jugar la pericia negociadora del corredor “.

Asimismo, nos refirió el corredor chajariense, “por lo general el negocio está atado a que quien vende pueda comprar (o invertir), en simultaneo, para evitar el desacople que la inflación está provocando en la depreciación de nuestra moneda”, de modo que la transacción beneficie por igual.

También hizo notar que hay muchos propietarios de campos están permutando por propiedades en la ciudad, generalmente para ponerlos en renta o resguardar el capital, y darle un giro a sus vidas después de haber dedicado muchos años a la producción agropecuaria.

Arrendamientos rurales

La renovación o concreción de nuevos arrendamientos siguen su ritmo normal. En el caso de campos ganaderos, y de acuerdo a la capacidad de ocupación en cantidad de animales, calidad de pasturas y cercanía a las vías de comunicación que permita trasladar la hacienda, los valores están atados al precio del kilo de novillo Mercado de Liniers.

En cuanto a campos agrícolas, por lo general el valor de arrendamiento se sujeta al valor del quintal desoja o de los cultivos para lo que son aptos, siempre sujetos a la potencialidad productiva y su cercanía a rutas o enclaves de acopio.

Los arriendos van desde los tres años hasta diez o aún más tiempo, siempre de acuerdo a la disposición del propietario del campo y en nivel de proyección y riesgo del arrendatario, siempre teniendo en cuenta cómo se presenta el panorama comercial en términos de inversión, rentabilidad y riesgos.

Precios y variables

Los valores de los campos entrerrianos abarcan diversos rangos, habida cuenta que nuestro territorio alberga un mosaico variopinto de suelos, características agroecológicas, topográficas llanura, lomadas, monte, lagunas, arroyos, etcétera), las mejoras y condiciones (alambrados, casa, galpón, molino, bebederos, magas, corrales, etcétera) y los tipos de vías de accesos para el transporte de la producción, cercanía a los centros de acopio o comercialización, etcétera.

Variables, estas, que diversifica sus precios y enancan, incluso, los términos de las negociaciones. Tan es así que en las zonas más valoradas para la agricultura alcanzan un precio por hectárea de US$ 4.000 y en las menos favorables llega a los US$ 1.200, por la misma unidad.

En cuanto a campos ganaderos, los valores oscilan en torno a los US$ 3.000, los más favorecidos; mientras que los marginales cotizan alrededor de los US$ 1.000, siempre teniendo en cuenta las variables antes mencionadas.
El panorama se presenta al momento estable, no obstante con algunas expectativas en torno a las políticas tributarias o de promoción productivas.

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