¡Alerta! Los okupas vienen marchando…
24/10/2020
En los últimos meses se ha visibilizado un fenómeno que hasta ahora era subterráneo y pone en peligro la propiedad privada y la institucionalidad republicana. Carlos Marcelo Pintos
Desde mediados del mes de septiembre venimos dando cuenta sobre la visibilización de un fenómeno que no es nuevo, pero que va adquiriendo escalas impensadas, de modo sistemático y que cuenta con la pasividad o indiferencia del Estado. Los medios nacionales y locales han multiplicado las imágenes y la información de modo exponencial y ya el mundo tiene puesto los ojos en estas acciones que para nada beneficia a los argentinos.
Nos referimos a la toma de tierras por parte de individuos, grupos organizados y aún movimientos sociales con predicamento nacional.
El mayor impacto, sin dudas lo generó la toma de campos en Guernica, en la provincia de Buenos Aires, que todavía está sin resolver tanto por el poder judicial como el poder político. Y no se puede dejar de mencionar las usurpaciones en el sur argentino por parte de supuestos descendientes de mapuches que reivindican su propiedad ancestral.
También hay que señalar de varios conatos de tomas de tierra en ciudades entrerrianas, tal el caso de Paraná y Concordia -entre otras-, que el rápido accionar del Estado, sofocó.
Ahora bien, la tolerancia por parte del funcionariado político oficial y la displicente actitud que la justicia le está dando a estas acciones, no pueden ser avaladas por el silencio de la gente, y menos aún por la dirigencia de las distintas instituciones que conforman el entramado social.
Recientemente hemos sido espectadores de una toma con ribetes novelescos en un campo cercano a la localidad de Santa Elena, producto de una vieja disputa familiar en la que se han involucrado terceras personas, integrantes de un movimiento social de claro corte anarquista liderado por un dirigente que amenaza con convertir a la Argentina en un país de usurpaciones.
Hay quienes creen, de modo extremo, que donde hay una necesidad nace un derecho, y arropado en esta idea no respetan la propiedad privada, que es en definitiva de lo que se está discutiendo en este momento.
Made in España.
Bien adentrado al nuevo siglo, en España se acrecienta la intrusión en propiedades urbanas y rurales por parte de movimientos sociales anarquistas con los mismos pretextos que los esgrimidos en nuestro país.
Estos movimientos españoles, más o menos organizados, fueron adquiriendo una entidad que puso “pata para arriba” el ordenamiento jurídico ibérico e, influenciado por un naciente partido de izquierda llamado “Podemos” fue adquiriendo un modus operandi que no dejó ciudad sin afectar, y hasta el día de hoy resultan un dolor de cabeza para los propietarios afectados.
En nuestro país el fantasma de los okupas revuela desde hace mucho tiempo, no es de ahora. Sólo que hoy pareciera contar con la complicidad o al menos el guiño favorecedor del gobierno de turno, porque en estas tomas de tierra han participado funcionarios del gobierno (desde representantes del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, de la Defensoría del Ministerio de Justicia de la Nación, de Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos e incluso del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo).
Ir por izquierda.
Es motivo de preocupación que estas acciones encabezadas por el dirigente social Juan Grabois (el mismo que dijo “Si hubiera tenido que juntar cartones, hubiera salido a chorear de caño”) estén siendo empoderadas por el mismo gobierno que se comprometió a respetar la constitución y proclama a toda voz que “Nos está cuidando”.
Sólo falta que le den un empujoncito al referente de Inquilinos Agrupados para que, enancado en los DNU 320 y 766 decida promover la resistencia de los inquilinos en las viviendas alquiladas y se conviertan, como ya ocurrió en España, en los okupas vernáculos.
La gente de campo en alerta.
Desde la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) se difundió un comunicado cuyo título es todo un desafío: “Respetar la propiedad privada es garantizar el futuro de la Argentina”.
Desde esta entidad observan “con gran preocupación diversos episodios de usurpación de tierras rurales, urbanas y periurbanas que vienen sucediendo en diferentes regiones del país. Hacen hincapié que “es llamativa y preocupante la indolencia del Estado a nivel nacional, provincial y municipal sobre esta grave situación, que se visualiza en la confusa respuesta de autoridades, la tibia e insuficiente acción de la justicia y una tardía e ineficaz acción de las fuerzas de seguridad.
Asimismo señalan que “Es claro e indiscutible que se debe atender a la pobreza y a la desocupación crecientes, pero implementando políticas serias de acceso a la vivienda y promoviendo actividades productivas que originen genuinas fuentes de trabajo.
“Consideramos que no habrá inversiones que generen crecimiento donde no se respeten los elementales derechos constitucionales tales como el de la propiedad privada o el de la libre circulación por el territorio nacional.
Desde la Cámara se insta “a todas las autoridades competentes a promover urgentes soluciones e instancias de diálogo multisectorial que permitan desandar los senderos de violencia para continuar transitando los del estado de derecho.
Y finalizan diciendo: “Nuestra Argentina necesita paz para la prosperidad de sus habitantes y apostamos a colaborar para que así se concrete”.
Integrados o desintegrados.
El analista político Pablo Knopoff refirió, en un reportaje en el canal LN+, su visión de la realidad nacional señalando que la Argentina está padeciendo cuatro pandemias (sí, 4) una concomitante con la otra. Ellas son: 1. Pandemia sanitaria; 2. Pandemia económica; 3. Pandemia de inseguridad y 4. Pandemia de incertidumbre -o pesimismo-. Huelgan las consideraciones.
Yo, atrevidamente, agregaría una quinta pandemia en ciernes: La usurpación de inmuebles –no sólo rurales…-.
Muchos de nosotros hemos transitado por muchas crisis a lo largo de la vida, algunos lectores se acordarán del “Rodrigazo”. Y luego todas las crisis conocidas, las del Proceso, el Plan Primavera, las de la Hiper, la del Plan Bonex, la del corralito, la del campo (R. 125), la del (primer) cepo, la del descalabro de Macri, y ahora la Pandemia.
Quiera Dios que, que como sucedió en todas estas crisis, podamos salir integrados y no desintegrados.