Al sistema financiero lo domina el cortoplacismo
02/01/2018
Por Jorge Todesca /A lo largo de los ocho primeros meses del año los préstamos al sector privado no financiero registraron un crecimiento interanual del 50%, es decir muy por encima de la tasa de inflación real de la economía.
El financiamiento bancario siguió siendo un motor importante del consumo, que en sus distintas modalidades absorbe el 37% del stock de préstamos. A su vez, los préstamos comerciales de corto plazo (adelantos en cuenta corriente, descuento de documentos, etcétera) detentan el 45% de las aplicaciones crediticias. Los préstamos al consumo apuntalan la demanda, mientras que los préstamos comerciales operan del lado de la oferta. Pero ambos lo hacen con un horizonte de corto plazo.
Así, del lado de la demanda los créditos hipotecarios, que reflejan la inversión de las familias, apenas si llegan al 6% del financiamiento bancario. Por su parte, los créditos comerciales de corto plazo se orientan fundamentalmente a atender necesidades de capital de trabajo. Podría decirse que el comportamiento por el lado de la oferta es producir más explotando al máximo la capacidad instalada o vender más con producción importada.
Dinamismo.
Por el lado de la demanda el destino es la compra de bienes durables, aunque este rubro ya no muestra el mismo dinamismo de hace un año. Hasta aquí no podrían identificarse grandes cambios en una dinámica que ha predominado en los últimos años.
Sin embargo, del lado de los depósitos se observa una desaceleración de la tasa de crecimiento,
ocasionada por la contracción de las imposiciones del sector público. En particular es interesante observar el comportamiento de los depósitos dentro del sistema. Los depósitos en dólares del Gobierno cayeron de U$S 4.357 millones en enero a U$S 1.890 millones actuales (57%). A la inversa, los depósitos privados en moneda extranjera subieron de U$S 11.700 millones a U$S 14.000 millones (20%). Mientras el Gobierno ha complementado al Banco Central en atender la salida de capitales, los privados han dolarizado sus carteras personales. Es más, el mayor crecimiento de los depósitos en dólares se ha producido en el segmento de cajas de ahorro, que como se sabe está reservado a las personas físicas.
El “deslizamiento” del dólar cercano al 6,5% en los primeros ocho meses ha llevado a muchos ahorristas a preferir los eventuales beneficios de una devaluación, por sobre las magras tasas de interés que pueden conseguir en un plazo fijo. Esta conducta es todavía incipiente. En el período que estamos comentando, simultáneamente los plazos fijos en pesos han seguido creciendo y a un ritmo importante (34%).
Con este panorama, parecen alejarse las posibilidades de que crezcan el crédito para inversión, por el lado de la oferta, y el hipotecario por el lado de la demanda. El fortalecimiento de la cartera en dólares, junto a la fuerte salida de capitales, está demostrando incertidumbre y cortoplacismo.
Las tasas de interés que reciben los depositantes no están convenciendo a los que optan por el dólar en proporciones crecientes. Evidentemente se ha abierto una brecha entre el abrumador voto político a favor del Gobierno y el voto económico cotidiano de grandes, pequeños y medianos ahorristas.
Fuente: El Economista