“Adaptarse a una nueva modalidad”, el desafío para los proyectos de extensión universitaria
02/11/2020

David Golden, coordinador de proyectos de investigación y extensión de UCA Paraná, se explayó sobre cómo afrontaron este año tan particular desde la universidad, a partir del aprovechamiento de las nuevas herramientas tecnológicas. Nahuel Amore
Las universidades enfrentaron en pandemia importantes cambios en el proceso de formación, que implicó un acelerado rediseño de estrategias y avance hacia la transformación digital para poder cumplir con las metas académicas pautadas. Del abanico de tareas que se vieron obligados a redefinirse están los proyectos de investigación y extensión, que se constituyen en importantes redes de vinculación con las realidades sociales.

En este sentido, David Golden, docente, investigador y coordinador de proyectos en la Universidad Católica Argentina (UCA) Sede Paraná, dialogó con DOS FLORINES para poner en palabras cómo debieron enfrentar los desafíos del contexto. Al respecto, remarcó que fue clave poder “adaptarse a una nueva modalidad y tratar de convivir con las restricciones”. Para ello, claro está, se debió aprovechar al máximo las potencialidades de las herramientas digitales.
—¿Qué proyectos de extensión sostienen actualmente?

—Hace años que UCA Paraná viene ampliando la cantidad de proyectos de extensión que se desarrollan. Hay una ventanilla permanente por la cual desde distintas vías se agregan iniciativas. Actualmente hay una serie de proyectos que cubren todos los departamentos de la universidad, que tienen que ver con temas de orientación vocacional, de orientación a jóvenes profesionales, el consultorio jurídico de acceso gratuito, el apoyo en materia comercial y de propiedad intelectual a pymes y emprendedores de la provincia. También se lleva adelante un proyecto sobre finanzas públicas para gobiernos locales y un programa de educación financiera que lanzamos a principios de este año y que se encuentra activo. Todos se pueden consultar en la web de UCA.
—¿Con qué instituciones se vinculan actualmente?

—La variedad de actores con la que los proyectos de extensión trabajan y se relacionan es muy grande, no sólo de Paraná y su microrregión, sino de toda la provincia, desde asociaciones de emprendedores y pymes, además de colegios profesionales y gobiernos locales. A la vez, se vinculan con empresas e instituciones. La propuesta y siempre la intención es generar la mayor cantidad de articulaciones posibles y sinergias, aprovechando las fortalezas de cada entidad, de cada actor y tratando de generar redes de apoyo entre los distintos actores que permitan maximizar el uso de los recursos y de las capacidades que cada uno tiene.
—¿Cómo es el trabajo en pandemia? ¿Se pueden avanzar los proyectos del mismo modo que en tiempos “normales”?
—La novedad de la pandemia en este año y con ella las restricciones en cuanto a la movilidad y aislamiento de las personas, obviamente que implicó un cambio drástico en el mundo educativo en general y universitario en particular, trastocando de alguna manera la dinámica de todas las actividades, incluyendo las de extensión y las académicas. Afortunadamente, la Universidad Católica ya venía desarrollando desde hace algunos años atrás estratégicas como para implantar métodos de educación a distancia a través de una plataforma de educación y de gestión. En la oportunidad de vernos impedidos de hacer actividades presenciales, el uso de estas herramientas generaron que toda la actividad universitaria continuaran, no con total normalidad, pero sin perder un cuatrimestre, sin perder el trabajo que estaba planificado en cada uno de los sectores y cátedras.
Eso fue un aspecto muy positivo e implicó una tarea extra, un esfuerzo muy importante, no sólo desde la propia institución, sino también de los cuerpos docentes de investigación, de extensión y también de los alumnos que debieron adaptarse a una nueva modalidad y a tratar de convivir con las restricciones, pero a la vez no perder la oportunidad de continuar con su formación universitaria y con las actividades que ya tenían previstas.
Claramente, las restricciones que implicó la pandemia nos impidió avanzar con normalidad, si entendemos como normalidad la metodología tradicional donde casi la totalidad de las actividades vinculadas a los proyectos y a la educación en sí tendían a ser presenciales. En este proyecto, todo lo que tenía que ver con las actividades diagramadas nos vimos en la necesidad de rediagramarlas y buscar las estrategias para poder llegar al mismo público, de la misma manera, con la misma efectividad de capacitación, pero por otros medios. Si bien eso no nos impidió seguir trabajando, sí nos obligó a buscar nuevos enfoques, nuevas herramientas y también cambiar los plazos que teníamos previsto inicialmente para la ejecución de los proyectos.

—¿Qué implica un proyecto de extensión para la formación de los profesionales? ¿Cómo fortalece su recorrido académico?
—Desde un punto de vista personal, el saber académico no sólo es un saber teórico analítico, sino que tiene que ser necesariamente un saber hacer. Considero que un profesional que se forma en la universidad tiene que estar preparado en términos de conocimiento y habilidades, sino también en términos de valores y compromisos con la realidad socioeconómica e histórica en el que le toca desempeñarse. En ese sentido, tanto en las asignaturas donde soy docente como en los proyectos de investigación y extensión en los cuales me ha tocado trabajando, siempre he tratado de imprimir esa impronta de vinculación con la realidad concreta, una realidad que de alguna manera dibuja el escenario de actuación con los actores del medio, con las restricciones del medio y con los problemas que impone a las personas y a las instituciones la realidad en la que le toma desempeñarse.
Los proyectos de extensión se constituyen en una oportunidad muy buena que la universidad le brinda a los alumnos que se forman para poder involucrarse activamente, de una manera constructiva y creativa y establecer una primera vinculación con ese medio real en el cual probablemente en un futuro cercano les va a tocar enfrentar como profesionales egresados.
En ese sentido, es muy valiosa la experiencia que hemos realizado con distintos alumnos que se han involucrado en proyectos. Siempre he valorado mucho la oportunidad que le brinda a los alumnos de tener este contacto y también a los docentes que participan, porque un buen docente nunca termina de aprender y siempre está atento a los cambiantes fenómenos de la realidad en los que le toca moverse y sobre los más tarde o más temprano le tocará trabajar y como docente universitario va a tener que enseñar. Para los docentes es muy bueno porque te brinda la posibilidad de sentir cómo la dinámica de los problemas, los cambios tecnológicos, en el humor social y prioridades de la población van cambiando y se van dibujando nuevos problemas que requieren nuevas respuestas.
—A pocas semanas de finalizar el ciclo lectivo 2020, ¿qué balance realiza de este año particular?
—En términos académicos y de actividad universitaria, el balance es muy positivo. Desde un punto de vista personal, también lo veo positivo. Soy una persona a la que le gustan los desafíos, sobre todo los que se vinculan a la vida universitaria. No obstante, reconozco que cada uno puede tener su mirada y su sentir. No a todas las personas, profesionales y alumnos esta crisis que implicó este año atípico nos agarra de la misma manera. Creo que muchos de los cambios que rápidamente se impusieron de facto van a implicar cambios duraderos en las actividades económicas, en la dinámica de la relación de las personas que probablemente no todos estamos igualmente dispuestos a aceptar y ciertamente no todos estamos con las mismas capacidades de afrontar de una manera exitosa y no traumática.
En ese sentido creo que como comunidad universitaria y como institución líder en educación universitaria en el país se debe trabajar mucho en tratar de facilitar el tránsito que va a implicar el pasaje del mundo prepandemia al universo educativo y laboral pospandemia. Creo que ahí va a hacer muchísimos desafíos y la universidad tiene muchos de ellos.
No obstante, el balance es positivo porque la necesidad de recurrir a nuevas tecnologías en lo personal me abrió la curiosidad y necesidad de capacitarme en paralelo a las actividades académicas y de investigación y extensión. Realicé dos cursos de formación docente en cuanto a educación a distancia que ciertamente me complementaron y cambiaron la perspectiva de lo que es educar a distancia. No es mudar la actividad académica de lo presencial a lo virtual, sino que implica todo un desarrollo de posibilidades y de restricciones que en el mundo presencial no existen. Es por eso que ahí las personas, los docentes, los directores de proyectos tenemos un desafío extra que es no sólo buscar estrategias sino de tratar de facilitar el tránsito entre un mundo y otro en aquellas personas que están involucradas en las actividades.
—¿Qué objetivos trazan para 2021?
—Entre los principales objetivos para el año que viene y probablemente para varios años por venir, se vinculan con lo que pienso que es una especie de mandato a adaptarse a este mundo pospandemia y particularmente desde la universidad se traduce en distintos objetivos puntuales. En los equipos de trabajo hemos tomado las tareas de rediseñar las estrategias y aprovechar las herramientas que nos da el mundo virtual en UCA para maximizar las oportunidades educativas para los alumnos, facilitando recursos, facilitando el acceso y aprovechando modalidades educativas que quizá no son moneda corriente en el universo universitario argentino, pero que si uno ve experiencias en otros países sí son estrategias innovadoras y con mejores resultados, en un mundo donde las personas están más conectadas, donde la información ya no es una restricción sino que está al alcance de la mano y donde probablemente la educación universitaria tiene que replantarse cuál es su rol y cuál es su tarea para formar profesionales del mundo de hoy y del mañana, que puedan desarrollase con éxito, responsabilidad y compromiso.
A su vez, entre los objetivos que nos hemos propuesto como equipo de trabajo está la necesidad de adaptarnos en cuanto a las actividades de extensión. Han aparecido modalidades de trabajo colaborativo que estamos tratando de llevar a la práctica en distintos ámbitos de la universidad y en particular de los proyectos que involucran una colaboración descentralizada de distintos docentes, alumnos, instituciones que están fuera del ámbito de la universidad pero con las que interactuamos. Probablemente, va a exigir muchos esfuerzos de coordinación y de difusión, aprovechando las nuevas tecnologías.