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Con un contexto complejo, la UIER puso en debate la angustia empresaria

Definida por avatares internos y externos, la Unión Industrial de Entre Ríos desplegó su foro y expuso sus principales problemas. Gustavo Sánchez Romero 

La jornada de la industria que la UIER celebró este jueves en el Centro de Convenciones de Paraná fue, sin dudas, la más compleja y tensa que debió organizar en los 14 años que lo viene haciendo regularmente. Factores exógenos y endógenos a la propia dinámica de la institución le imprimieron un sesgo especial donde hay mucho más para reflexionar y aportar que para festejar, precisamente, en la conmemoración del Día de la Industria.

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Quizá lo primero que haya que resaltar –aunque bien solo lo hace- es el contexto macroeconómico donde predomina la inestabilidad, la volatilidad de las variables y cierta desazón respecto a las expectativas puestas en la sociedad sobre el futuro cercano.

Habrá que agregarle a esto el cierre de decenas de unidades productivas, incremento de la capacidad ociosa de la estructura fabril, caída del Producto y del consumo interno, nivel de tasas que inviabilizan el crédito, inflación desbordante y descalce de precios en relación al ajuste tarifario y los insumos. Y si bien la inversión es casi nula de parte del sector privado, el nuevo escenario cambiario postdevaluación ha puesto de cara a una mejor rentabilidad al sector exportador, pero por ahora sólo beneficia a quienes sostuvieron sus estructuras externas y habrá que seguir sufriendo las condiciones de la sequía en pueblos y ciudades de todo Entre Ríos.

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Desde que la Unión Industrial de Entre Ríos ha encarado el desafío de poner en valor su esencia institucional con estos foros en el mes de septiembre, nunca el escenario económico financiero fue tan adverso.

Detalles.

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Sin embargo, y pese a lo adverso del paisaje, la entidad sigue apostando a encontrar intersecciones simbólicas con el Estado provincial en ese concepto muchas veces lábil y etéreo al que denominan sinergia productiva y, al menos a la luz del sol todo parece desarrollarse en un marco de armonía.

Con Gustavo Bordet ufanándose de haber avanzado firme hacia el equilibrio fiscal y sostener la nómina de empleados públicos que recibió, y con elogios de los empresarios hacia su apertura y nivel de diálogo, poco espacio queda para el toma y daca público.

Lejos quedaron los tiempos en que Héctor Motta –impulsor de la UIER- pontificaba desde el púlpito y Jorge Busti respondía con definiciones desde la política y la negociación se hacía a la vista de todos.

Sin embargo, si algo tuvo esta 14 Jornada de la Industria, fue que las posiciones –tanto desde el Estado como desde Leandro Garciandía y Miguel Acevedo, presidentes de la UIER y la UIA, respectivamente- fueron firmes y directas, aunque enfocaron los cañones más a Balcarce 50 de la Ciudad Autónoma que a la Casa Gris entrerriana.

“Necesitamos de un Estado con un claro proyecto de mediano y largo plazo, con reglas claras y estables para alentar la inversión y la generación de empleo. Es indispensable definir una política industrial sustentable, como tienen los países que más se desarrollan en el mundo, que tengan en cuenta el empleo de calidad, el cuidado de los recursos naturales y que tiendan a luchar contra el desempleo y la pobreza”, expresó Garciandía en su discurso en la apertura del encuentro. Al tiempo, pidió que “que se cumplan los objetivos fijados en el Pacto Fiscal, dar estabilidad y previsibilidad”.

“Es indispensable para construir un futuro sólido y que genere confianza en los inversores pensando en el largo plazo”, agregó. Al respecto mostró satisfacción cuando luego aseguró que el gobernador Bordet confirmó que se mantendrán los ejes y plazos del Pacto Fiscal comprometido, exceptuando el Impuesto de Sellos, que permanecerá en la órbita fiscal un año más. Sobre el costo energético fue contundente al afirmar que “resulta desmedida la carga impositiva, nacional, provincial y municipal, que es proporcional al incremento de los costos e impacta en la energía eléctrica alrededor de un 40%”

En tanto, Miguel Acevedo fue al caracú de las demandas generalizadas y pidió sostener la cadena de pagos de las pequeñas empresas en este contexto de altas tasas de interés, modificar la modalidad de pago de los derechos de exportación, “no penalizar financiera y productivamente a los que agregamos valor y generamos empleo, aumentar el volumen de financiamiento al sector productivo hasta tanto se reduzcan la tasa de interés, aliviar los costos energéticos hasta que se estabilice la situación macro y financiera, y eliminar la superposición tributaria, nacional provincial y municipal”, expresó haciendo foco en la protección de las Pymes.

Voz oficial.

Para Gustavo Bordet estos eventos empresarios no han resultado, aun en momentos harto difíciles como estos, tribunas amenazantes. Quizá porque su estilo templado y sin grandilocuencias no les desagrada, y porque pone el eje de sus discursos en la sensibilidad del oído empresario, por lo bajo suelen reconocerlo y lo prefieren. De allí que casi no haya contrapuntos y a la hora de las palabras no se encuentran disidencias para destacar.

Los industriales argumentarán el marco de trabajo en conjunto, la articulación y los aspectos colaborativos, pero tampoco hay hoy espíritu confrontativo para con Bordet que surfea sin despeinarse.

En el mediodía de este jueves volvió a hacer un repaso sobre los puntos donde él considera que se opera sobre la competitividad sistémica y aseguró que “desde el Estado estamos trabajando en varios ejes: primero en mejorar los costos de transporte con el desarrollo portuario a través de las estaciones fluviales de Concepción del Uruguay y Diamante, y estamos listos para recibir los primeros buques en Ibicuy”, mencionó.

“En nuestra gestión venimos trabajando desde el primer día en generar condiciones para la inversión y el desarrollo, independientemente que estemos pasando una coyuntura macroeconómica muy compleja”, dijo en el CPC de Paraná ante unos 600 asistentes que permanecieron casi todo el día.

El gobernador habló de la pérdida de competitividad y de los problemas macroeconómicos que afectan el desarrollo, como las altas tasas de interés que hacen que la inversión sea prácticamente nula en los últimos tiempos y haya una caída en los niveles de actividad. En este marco se refirió a la necesidad de reducir los costos impositivos y puso de relieve que la modificación del consenso fiscal que firmó esta semana con el gobierno nacional incluye la disminución de ingresos brutos y tasa cero en 2020.

Hacia adentro.

Como si todo esto no fuera suficiente, la entidad fabril todavía atraviesa por días aciagos producto de la grieta que se abrió recientemente cuando quedó dividida por diferencias filosóficas, de estilo y hasta en forma de posicionarse políticamente en lo que dio por llamarse por algunos socios como “gerentes contra industriales”.

Si bien este jueves se dieron señales de madurez institucional que mostró a los principales dirigentes juntos y sentados en la primera fila y en un marco de convivencia y camaradería demostrando que no se trata de cuestiones personales, mal que pese las diferencias existen y hay heridas que en algunos aún no se han cerrado y requieren un rápido proceso de cicatrización. Quizá deba pasar tiempo para esto y un necesario debate interno para acercar posiciones, entendiendo que los problemas coyunturales y estructurales que posee la industria entrerriana demandan de instituciones sólidas capaces de afrontarlas con convicción y fortaleza.

Este proceso interno no se hizo visible nunca durante toda la jornada mostrando que de un lado y el otro se puso de relieve la necesidad de proteger lo logrado en términos institucionales y que quizá la mejor forma de salir del laberinto sea saltando por arriba para no perder el foco de lo importante.

Cualesquiera sean los rubros donde se ponga el ojo, quien quiera sea el industrial al que se consulte, el problema de los costos, la presión impositiva, el ajuste tarifario, la caída de los mercados, la necesidad de sostener el empleo, la pérdida de competitividad, entre muchos otros, son los aspectos centrales que les quitan el sueño. No es el amor lo que los une en estos momentos, aunque el sentimiento aglutinante también es demasiado fuerte en estos momentos críticos.

Positivo.

Con todo, la Unión Industrial entrerriana logró algunos puntos altos cerca de las 18 cuando concluyó una nueva jornada fabril de la provincia.

Se logró poner en cuestión pública una agenda de temas vinculados a la actual crisis de manera madura y en su justa dimensión, la conformación de una grilla de expositores equilibrada e interesante con figuras de renombre, más allá de la presentación ultramontana de Marcos Aguinis, un pensador que habló de una actual guerra civil en la Argentina, echó kerosene en la brecha social con una liviandad insospechada y al que sólo le faltó pedir el voto calificado como en el albor del siglo XX.

El público quedó conforme con la grilla y la organización estuvo a la altura. Y si bien es cierto que Gabriel Bourdin –titular de Petropack- y Raúl Marsó –Las Camelias- no estuvieron en el encuentro, se destacó la presencia de casi todos los industriales, incluido a Héctor Motta, el empresario avícola que representa a la UIER en la nave nodriza en Buenos Aires.

El cierre quedó en manos de Fernando Prémoli, el lugarteniente de Dante Sica, quien definió el tiempo que viene para la industria nacional ante el nuevo escenario y desplegó argumentos acerca de las futuras acciones desde el Ministerio de Producción para facilitar las exportaciones nacionales.

La Unión Industrial sorteó la organización y despliegue de una jornada harto compleja, con muchos avatares y con la necesidad de dejar planteada una agenda de angustias que eslabonan a la industria provincial y que dependen de gestiones propias y de la ayuda del Estado provincial. Tantos son estos que se parecen a los trabajos que Zeus encargó a Heracles para que éste recupere su estatus anterior. Ese parece ser el vector que deja este 14 Jornada de la Industria entrerriana.

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