¿Empleo o actividad?

15/10/2020

Por Sergio Dellepiane – Docente

La Ciencia Económica distingue, entre los muchos indicadores económicos que utiliza, a la Tasa de Empleo de la Tasa de Actividad. Claramente no representan lo mismo.

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Se pueden desarrollar actividades productivas, lucrativas o no, sin estar empleados, sin tomar dependientes o hasta empleando colaboradores sin registrarlos formalmente.

El cuentapropismo es el ejemplo más evidente como factor de incremento de la Tasa de Actividad sin contrapartida que pueda ser contabilizada en la Tasa de Empleo.

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El efecto más visible es el de deterioro generalizado y la profundización de la desigualdad social que alienta este desajuste.

Aunque a simple vista no lo parezca, la  armonía de todo el andamiaje económico nacional se desfasa.

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Que nos hayamos acostumbrado a vivir desacompasados no significa que no debamos corregirlo.

Ingreso.

En Economía se utiliza el indicador denominado Ingreso Promedio Per Capita para monitorear el progreso o deterioro en promedio, tanto de individuos como de grupos familiares, de cualquier comunidad organizada.

En nuestro país, descontada la inflación, los datos de los primeros ocho meses de 2020, muestran que entre las personas con menores recursos disponibles, su ingreso promedio cayó el 29%, mientras que en el sector de la población de mayor poder adquisitivo se redujo sólo un 12%. Casi dos veces y media menos.

Muestra evidente que toda crisis económica, originada por la causa que sea, provoca un impacto negativo mayor entre quienes desarrollan sus actividades económicas de intercambio dentro de la informalidad, incluyendo aquí tanto a cuentapropistas como a trabajadores temporarios e informales sin registro.

Siempre habrá oportunidad para implementar medidas de shock que permitan paliar situaciones extremas, pero para dar respuestas estructurales de fondo hará falta una mirada estratégica y sobre todo desinteresada de otras motivaciones, que no sean la de contener primero y disminuir después los niveles de desocupación, persiguiendo denodadamente devolverles a muchos conciudadanos la dignidad perdida.

Queda claro que Empleo no es sólo actividad. La incluye pero la excede.

La precondición para que existan acuerdos económicos y sociales que beneficien a los excluidos, siempre será el encuentro, sin exigencias de ningún tipo, entre representantes de los sectores que deseen involucrarse responsablemente para consensuar respuestas eficaces de largo alcance.

De situaciones terminales se sale con compromiso y esfuerzo compartido.

Por razones geopolíticas, todo nos cuesta un poco más, pero también porque convivimos como sociedad estructuralmente fracturada, con miradas antagónicas acerca de una misma y trágica realidad, que nos impide presentar, discutir y delinear propuestas superadoras e integradoras, donde el todo sea mayor y más importante que cualquiera de las partes que lo integran.

Donde empleo incluya actividad.

Tenemos como cuenta pendiente:

  1. Reflotar la excelencia educativa, que ha trastocado su misión originaria de cuna y transmisión del saber, la cultura y los comportamientos cívicos; por la de habilitación de espacios de contención y alimentación (sic) de una parte de la población infantojuvenil pauperizada.
  2. Desterrar definitivamente de nuestra conciencia colectiva los intentos de avasallamiento de un poder del estado sobre cualquier otro, pues se presentan ante nuestros ojos, más atentos a salvar pellejos individuales comprometidos, que a resguardar, respetar y sobre todo cumplir los mandatos emanados de la Constitución Nacional vigente.
  3. Reformular el sistema público de salud, endeble, limitado y carente de recursos apropiados para dar cumplimiento eficiente a su razón de ser.
  4. Restructurar el sistema dejubilaciones y pensiones, quebrado y desfinanciado por culpa de manoseos y manoteos de los administradores de turno. Hoy se muestra con una relación desproporcionada entre aportantes efectivos y beneficiarios reales.
  5. Eliminar la sobreintervención del gobierno del  estado en los mercados y en la actividad productiva privada, porque termina operando como un generador de distorsiones, creando y propagando desincentivos comerciales y sobre todo, desalentando inversiones, lo que lo convierte, a veces involuntariamente, en detonador de cualquier virtuoso ecosistema de negocios.

La inversión pública debe ser un motorizador inicial de la actividad económica. Sin embargo, debe vérsela solamente como un paliativo temporario.A todas luces insuficiente.

Ahora, si el consenso tan buscado y necesario, para armonizar empleo y actividad, se ve limitado porque a la vuelta de la esquina se percibe, por acción u omisión, una crisis de confianza, nunca encontraremos a los proveedores genuinos del insumo básico indispensable para el crecimiento: la inversión, que genera actividad y produce empleo.

Si además le agregamos la incómoda presencia de la incertidumbre, como motivador principal para desalentar cualquier apuesta que se pretenda realizar en nuestro territorio nacional, confirmaremos la presunción arraigada en otras latitudes: Argentina se muestra ávida de dineros ajenos pero avara para reconocer el esfuerzo de quienes, esperando contra toda esperanza, decidieron apostar, una vez más, a la actividad productiva privada en vez de pasar a engrosar las estadísticas del empleo estatal, desbordante e inútil.

Lastre inseparable, al menos en una importante proporción, de nuestra decadencia presente.

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