Alquileres urbanos o el esquema perder-perder

13/10/2020

El gobierno nacional ha puesto de cuarentena prácticamente a todos los sectores de la economía, el mercado de alquileres no ha sido la excepción. Carlos Marcelo Pintos

El viejo mito del propietario versus el inquilino hoy no sólo es insostenible, sino que ambos están “en el mismo lodo/Todos manoseao…” -como escribiera Enrique Santos Discépolo en su célebre “Cambalache”, ya que entre los decretos de necesidad y urgencia y la nueva ley de alquileres, a unos les complica el presente y el futuro y al otro… también.
Desde Buenos Aires se viene fogoneando una pretérita grieta entre los que han podido ahorrar o mejor invertir sus dineros bien ganados en propiedades para renta, y quienes -por las circunstancias de la vida, que las hay variadas e incluso penosas- hoy deben depender de alquilar para tener un techo digno. Unos son los “oligarcas” y “chupasangre” y los otros los “infortunados” o “victimas” del capitalismo salvaje.
En nuestra provincia, la visión es distinta, ya que el nivel de conflictividad o reclamación social en bastante bajo, casi imperceptible. Y no es porque los inquilinos sean mansos o maleables, sino porque se tiene conciencia que las desigualdades son parte de la vida misma, y además porque han comprendido la complementariedad de unos y otros.

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La cuestión merece un análisis que excedería el espacio que podemos dedicar en esta nota, pero nos vamos a ir ocupando vez tras vez para aportar elementos de juicio para esta problemática que excede lo meramente económico y trasciende el tejido social.


¿Afectó la nueva ley de alquileres en la oferta y los precios?

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Nuestro colega, Gustavo Sánchez Romero dialogó con José María Armándola -un referente ineludible en el mercado inmobiliario paranaense- en el programa “Para Empezar” que comparte con Viviana Isasi en la FM 88.1 “Costa Paraná”; consultado sobre si la Ley de Alquileres había tenido algún impacto negativo en los precios en la ciudad, Armándola señaló: “La ley en sí no, el segundo decreto es el que está complicando las cosas. El primer decreto, el 320, todos los colegios del país estuvimos de acuerdo, por lo novedosa de la situación que se transitaba, cuando se había puesto al país en cuarentena, y nos pareció bien que se tome un respiro de seis meses; porque no hubo ningún vencimiento de contrato en esos seis meses”.


Seguidamente Armándola puntualizó: “Los primeros tres meses se movió normal el mercado y los últimos tres meses no había casi oferta, porque no hubo vencimientos de contratos; porque cuando vence [el contrato] la gente se muda o se va a otra ciudad, o se va a algo más chicos, o a algo más grande, y siempre va dejando libre propiedades para que quien está buscando encuentre. Eso no había pasado; y ahora teniendo en cuenta que el primer decreto congeló seis meses los alquileres, y teniendo en cuenta que los contratos tenían una vigencia de dos años, se calcula que hay un 25 % de la oferta de alquileres paralizado.”
En cuanto al efecto producido por al DNU 766, aseguró “Con casi seis meses más que establece el nuevo decreto, cerca del 50% de la oferta va a quedar atrapada en este decreto; entonces es prácticamente nula la oferta, eso por un lado; y si vos bajás la oferta de algo, indudablemente tenés más demanda y ahí desequilibrás [el mercado], que venía en un equilibrio perfecto; el mercado locativo es un mercado perfecto porque hay un equilibrio de oferta y demanda” concluyó.

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¿Quién sale más ganancioso con esta ley: el inquilino o el propietario?

“Este es un mercado de perdedores -enfatizó Armándola-; y esto lo vengo diciendo desde hace mucho tiempo, y no de ahora. El propietario viene bajando su rentabilidad año a año y, teniendo en cuenta la media histórica, en este momento está en la renta más baja y si le sumamos que tiene la mayor carga impositiva que ha tenido en todos los tiempos… Y por la otra parte, el inquilino, que cada vez le cuesta más poder pagar la renta por la falta de una justa recomposición salarial”.


Valores y condiciones

Consultados otros corredores inmobiliarios de Paraná, aseguraron que los precios de los alquileres se presentan acorde al poder adquisitivo del inquilino medio, los aumentos en este contexto inusual, son razonables, han seguido muy por detrás de la inflación real.
Como ejemplo de esto, nos informan que un departamento de dos dormitorios, dentro de bulevares y sin cochera ronda los $ 20.000 más expensas -que cifra unos $ 4.000 o un poco más, dependiendo de los servicios o amenities que posea-; con prácticamente los mismos requisitos que con la anterior normativa de alquileres (es decir: titular con recibo de sueldo y dos garantes con recibo de sueldo); los gastos se incrementan un poco más (no mucho, comparativamente) porque el valor del sellado de ley y los honorarios se calculan en base al total de los alquileres (el valor del mismo multiplicado por 36 meses) y que se cierran acuerdos sin mayores inconvenientes.
La demanda, en estos momentos, está levemente desbordada para la época del año, pero se logra satisfacer la búsqueda con alternativas de mayor o menor confort, dada la coyuntura que provocó la extensión de los decretos presidenciales.

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