¿Ideologías?… ¡Las películas!

12/08/2020

Por Sergio Delleppiane – Docente

¿A qué nos referimos cuando utilizamos los vocablos populismo, neoliberalismo, socialismo, comunismo, capitalismo social o cualquier otro término para describir lo que hemos de significar como modelo político-económico-social, pero de los cuales nada conocemos de su estructura interna, poco de sus orígenes y representantes, y menos aún de sus fundamentos?

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La génesis de todo ejercicio de gobierno para cualquier comunidad organizada debemos buscarlos en algunos acontecimientos sociales relevantes e históricamente comprobables para esa sociedad.

Es decir, tiene que haber una consistencia entre el modelo político económico que se intenta llevar adelante, con la realidad social del país al que se pretende dirigir sus destinos.

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Entre nosotros hay quienes creen que la solución de nuestros problemas fiscales radica en la eliminación, sin más, de los planes sociales, olvidándose de los últimos 50 años de nuestra historia, durante los que la población argentina se pauperizó. Casi el 50 % de los individuos menores de 18 años viven actualmente en hogares que se encuentran por debajo de la línea de pobreza.

Para que este segmento creciente de la población pueda elevar su nivel de vida e integrarse satisfactoriamente a la vida de trabajo se requiere, además de la imprescindible reactivación económica, políticas públicas multidimensionales, con alto costo fiscal. Ignorar esta realidad, cualquiera sea la ideología gobernante, es arrojar a este conjunto de conciudadanos, en manos de oportunista de ocasión, sin ideología, que sólo buscan poner en riesgo el delicado equilibrio democrático conseguido y obtener, como hasta el presente, algún provecho en su propio beneficio.

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Encrucijadas.

En la vereda de enfrente están quienes pretenden intentar salir del laberinto nacional, por medio del incremento de la presión impositiva sobre los sectores más dinámicos de la alicaída actividad productiva privada. Para ejercer esta iluminada decisión, tampoco parecen tener relevancia la pertenencia a tal o cual ideología. Todos han aplicado este correctivo en la misma dirección y en el mismo sentido. Obviamente, con los mismos resultados. Fracasaron rotundamente.

La consistencia entre nuestra realidad social y nuestro sistema político de gobierno exige reconocer, sin eufemismos, que ya estamos sobrecargados en magnitud e intensidad, de todo tipo de imposiciones, que no guardan ninguna relación con los niveles de productividad que somos capaces de obtener en las actuales condiciones económicas.

Existe una desproporcionada asimetría entre lo que tributamos y los servicios y bienes públicos, del tipo que sea, que recibimos y/o esperamos obtener.

La única salida a esta encrucijada que nos han ofrecido todas las ideologías por las que nos hemos agrietado como sociedad, ya las hemos padecido.

Tenemos elevado y creciente déficit fiscal; nadie en el mundo conocido, ni siquiera nosotros mismos, queremos prestarle nada de nuestros ahorros a ningún gobierno, con lo cual la única alternativa que han empleado y usado sin piedad, ha sido la emisión monetaria, hoy desmadrada, para cubrir los inmensos cráteres de deuda que van dejando a su paso, cualquier ideología gobernante.

Opciones.

Como bien puede imaginarse sin ningún esfuerzo, al final de este camino ideológico común, nos aguarda una mayor inflación que obligará a toda ideología, a una más intensa devaluación de la moneda nacional, con el consiguiente incremento de la informalidad, pobreza y marginalidad.

La opción más realista pasa, en mi opinión, por reconocer que nuestro sector público está plagado de corrupción, despilfarro y clientelismo entre otros virus que ya han mutado a la categoría de vicios ideológicos, aunque claro, sin ideología.

La salida que han puesto en práctica naciones que han transitado por situaciones similares a la nuestras, no consiste sólo en alcanzar y sostener un tipo de cambio competitivo, sino en conseguir y mantener estabilidad macroeconómica, bajas tasas de interés, mínimos impuestos, buen sistema educativo, protección de los derechos de propiedad y respeto irrestricto por la Constitución Nacional y por las leyes emanadas de la misma.

Ninguna ideología, de las que pululan entre nosotros, se animaría a tanto.

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