Silencio, un acto de poder
28/07/2020
Por Alejandro Di Palma, empresario porcino – Titular de Bioder S.A.
En el mundo homérico el cetro, no era sólo un símbolo regio, sino el símbolo en general del derecho a hablar, del derecho a hacer callar y del derecho a juzgar

Hemos sido testigos de cómo el silencio, el misterio y quizás el drama, tomó el control en el sector porcino, el necesario debate intra-sector que nunca se permitió dar, fue un boomerang ya que resulta estar ventilándose parcialmente en los medios de comunicación Nacional, por supuesto, con un claro sesgo tendencioso que no podemos evitar.
Esa vocación de pensamiento monocorde plasmada a partir del hermetismo y acciones francamente tendientes a evitar la participación, solo consiguieron incrementar aún más, la anomia sectorial y las divisiones.

Haber negado entidad al pensamiento discordante, resultó evitar la compresión de que cada orden, sistema o jerarquía es el resultado de una correlación de fuerzas disonantes, un equilibrio que se quiebra cuando se impide el pensamiento independiente y crítico, caracterizándolo como ominoso.
Ante posiciones radicales que hoy inundan las redes, seguramente el sector a través, claro está, de sus dirigentes, ofrecerá otra posición radical sosteniendo la bondad de las megagranjas y sus potenciales beneficios a la macroeconomía, un argumento que conviene usar con cautela porque se puede utilizar para justificar, todo tipo de crímenes medioambientales y/o la desaparición de los pequeños productores, aquellos que no eran eficientes.

condiciones.
Efectivamente estas posiciones extremas responden, en un caso, el de las mega-granjas, a un oscurantismo propio de una época pretérita y pasada de moda, que hoy ya no se puede justificar y en otro caso, a la defensa de los derechos animales, que en este caso contrastan contra la naturaleza carnívora del argentino promedio.
Hoy necesitamos advertir al Gobierno que:
– Cualquier proyecto productivo deberá ser inclusivo.
– Deberá estar diseñado para garantizar la mayor cantidad de mano de obra posible, por lo cual el proyecto de mega-granjas deviene absurdo y así mismo respetando una renta sensata que evite que acto de simple producir, se transforme en una quimera.
– Que la propuesta de las mega-granjas, resulta avanzar varios casilleros en el juego de la concentración productiva y atenta contra un mercado sano.
– Que el proyecto de alentar la instalación de mega-granjas es tan estúpido como impopular en el sector y solo sostenida por una dirigencia que presenta un claro estado crepuscular.
Podríamos asegurar, sin temor a equivocarnos, que este proyecto tan oscuro como cuestionable, generó en nuestra dirigencia, un estado de excitación y euforia que la indujo a imprudencias, favorecidas por un notable grado de indiferencia frente a los resultados de las propias acciones, lo que implica pérdida de inhibiciones.
Virtudes.
Cuando desde esta columna señalábamos las actitudes poco virtuosas con las que la AAPP (Asociación Argentina de Productores Porcinos) se manejaba, muchos socios reaccionaron con desconfianza, incredulidad y, sobre todo, extravío ante esta posición que buscaba advertir, tal como los signos y las manifestaciones de algo tan imprevisto como inevitable: los cambios de época, ya no resultaba simple pretender una monotonía de pensamiento, el debate vernáculo era imprescindible.
Vimos entonces que nuestros dirigentes poseían esa cosa tan característica de los viejos burócratas que hablan como si fueran héroes de la Patria. Son todo lo contrario, señores feudales que gobiernan el sector cada vez más pobre, menos numeroso y sometido a sus caprichos e idioteces. Representan mediante sus acciones, el poder más rancio de un sector verdaderamente en decadencia.
Luego, la desigualdad en el sector, cobra un precio en este momento, podemos afirmar que no se puede ser un gran sector mientras persista tanta desigualdad, quebrar esa lógica es nuestra propuesta que confronta contra este enigmático acuerdo con China.