La inteligencia artificial revoluciona el sector energético
27/05/2025

La tecnología y la energía ya no pueden pensarse por separado, según destaca un informe de la Agencia Internacional de Energía. El futuro será eficiente, inteligente y sostenible, pero solo si hay diálogo, inversión, planificación e innovación. Por Luciano G. Paulin.
La inteligencia artificial (IA) está transformando el mundo, y el sector energético no es la excepción. Con aplicaciones que van desde la generación, pasando por el transporte y distribución eléctrica hasta el consumo inteligente en hogares, industrias y ciudades, la IA se perfila como una de las tecnologías más disruptivas de este siglo. Pero ¿qué implica esto en términos energéticos? ¿Qué desafíos y oportunidades plantea? Y, sobre todo, ¿cómo se está preparando el sistema energético global para convivir con una tecnología tan exigente en términos de infraestructura y electricidad?

La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha abordado estas preguntas en profundidad en su informe especial “Energy and AI”, publicado en abril del corriente año en París, Francia. Este documento, pionero por su enfoque integral y basado en datos, analiza cómo la IA está cambiando las reglas del juego energético, y alerta sobre la necesidad de actuar con rapidez y coordinación entre gobiernos, empresas tecnológicas y el sector energético.
No hay IA sin electricidad
Una de las primeras conclusiones del informe es contundente: sin energía no hay inteligencia artificial. Los modelos de IA más avanzados, especialmente los generativos como los que crean texto, imágenes o video, requieren una enorme capacidad de procesamiento. Esto se traduce en un consumo eléctrico altísimo, centralizado en los llamados data centers o centros de datos.

Un centro de datos enfocado en IA puede consumir tanta electricidad como 100.000 hogares. Los más grandes en construcción hoy podrían consumir hasta 20 veces más. En 2024, los centros de datos representaron el 1,5 % del consumo eléctrico mundial, una cifra que parece modesta, pero cuyo crecimiento es explosivo: se estima que para 2030 este consumo se duplicará, y para 2035 podría llegar a niveles comparables con el consumo total actual de Japón.
El informe identifica a Estados Unidos, China y Europa como los principales consumidores, y advierte que, especialmente en los países desarrollados, los data centers ya explican más del 20 % del crecimiento en la demanda de electricidad.

¿De dónde saldrá toda esa energía?
Responder a la demanda energética de la IA no es sencillo. El informe propone un enfoque basado en tres pilares:
1. Diversificar la matriz energética: La IA necesita electricidad constante y confiable. Para ello, serán clave tanto las energías renovables (solar, eólica) como tecnologías de respaldo como el gas natural, la energía nuclear (incluso reactores modulares pequeños) y la geotermia. La IEA estima que al menos la mitad del crecimiento en demanda de electricidad de los data centers será cubierto por fuentes renovables.
2. Invertir en infraestructura: La generación no basta. Se requiere una red eléctrica moderna, flexible, robusta y capaz de integrar a los centros de datos de forma eficiente. Hoy, el tiempo promedio para construir una línea de transmisión en países desarrollados es de entre 4 y 8 años, y muchas infraestructuras están saturadas. Esto podría retrasar proyectos clave o generar cuellos de botella.
3. Mejorar la coordinación y planificación: La ubicación estratégica de los centros de datos y su capacidad para operar de forma flexible (por ejemplo, almacenando energía o adaptando su consumo) son aspectos aún poco explorados. Políticas e incentivos adecuados pueden mejorar esta sinergia.
IA para transformar la energía
Pero el informe no solo analiza cuánta energía necesita la IA, sino también cómo la IA puede mejorar el sector energético.
Ya se está utilizando para:
Optimizar la producción y distribución eléctrica.
Mejorar el mantenimiento predictivo de infraestructuras críticas.
Predecir la demanda energética con mayor precisión.
Aumentar la eficiencia en industrias, edificios y transporte.
Detectar fugas de gas o fallas en redes eléctricas en tiempo real.
Acelerar el desarrollo de nuevas tecnologías, como baterías, combustibles sintéticos o materiales para captura de CO₂.
En términos concretos, si las herramientas de IA disponibles hoy se aplicaran de forma masiva, se podrían lograr ahorros energéticos equivalentes al consumo total actual de países como México, o 300 TWh anuales en el caso de edificios (la producción eléctrica combinada de Australia y Nueva Zelanda).
Riesgos y desigualdades
La IEA también advierte sobre los riesgos:
La cadena de suministro de chips, materiales como el galio, y otros componentes clave para la IA está fuertemente concentrada. China, por ejemplo, produce el 99 % del galio refinado. Esto plantea nuevas tensiones geopolíticas y de seguridad energética.
A nivel global, solo una pequeña parte de los países emergentes alberga centros de datos. Aunque tienen más del 50 % de los usuarios de Internet, representan menos del 10 % de la capacidad de procesamiento. Sin infraestructura energética confiable, es difícil que estos países se beneficien plenamente de la revolución de la IA.
Además, la ciberseguridad es un área crítica: los ataques a infraestructuras energéticas se han triplicado en los últimos cuatro años, y la IA puede ser utilizada tanto para atacar como para defender estos sistemas.
¿Y el cambio climático?
Una preocupación creciente es el impacto ambiental. El informe aclara que, aunque las emisiones de los centros de datos aumentarán, no serán decisivas en el total global: pasarán de 180 a 300 millones de toneladas de CO₂ hacia 2035 (menos del 1,5 % de las emisiones del sector energético). En cambio, las aplicaciones de IA podrían reducir hasta un 5 % del total de emisiones energéticas si se implementan a gran escala. Eso sí: la IA no es una solución mágica, y no reemplaza las políticas climáticas activas.
Una nueva era: energía + tecnología
El mensaje final del informe es claro: la tecnología y la energía ya no pueden pensarse por separado. La transición energética y la revolución digital están profundamente entrelazadas. El futuro será eficiente, inteligente y sostenible, pero solo si hay diálogo, inversión, planificación e innovación.
El tiempo para actuar es ahora.
*Abogado, consultor técnico, especialista en Energías Renovables, Eficiencia Energética y Cambio Climático (UBA-CEARE), ex Presidente de la Asociación Argentina de Entes Reguladores Eléctricos (ADERE) y ex Director de Análisis Normativos y Estudios Especiales del Ente Provincial Regulador de la Energía de Entre Ríos (EPRE).