Primer paso en la nueva normalidad

09/05/2020

Por Gustavo Sánchez Romero – Editor de Dos Florines

Desde mañana, cerca del 75 % de las personas en condiciones de trabajar en Entre Ríos, en la formalidad o fuera de ella, estará circulando por las calles de la provincia.

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Quedarán confinados en sus domicilios los niños, quienes estén fuera de las estructuras de empleo, la población de riesgo y aquellos que  forman parte de los sectores productivos que aún no se constituyen en prioritarios para la vida pública y deberán aguardar una nueva etapa.

Hay que esperar cómo el Poder Ejecutivo dispondrá las nuevas normativas. Sin embargo, queda claro que la presión que la crisis económica ha venido imponiendo a la estrategia sanitaria abrió los postigos de un nuevo escenario para la vida de las personas y su forma de relacionamiento. Se inaugura lo que se ha dado en llamar la nueva normalidad, y que instituye un mundo pletórico de protocolos de seguridad sanitaria, preeminencia del distanciamiento social con impensadas imágenes de personas con su cara cubierta por barbijos, saludos formales que expresen afectos astringentes y encuentros cauterizados.

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Como quedó en evidencia en la conferencia de prensa de este viernes del presidente Alberto Fernández, el gobernador Axel Kicillof y el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, es una decisión que no le hace gracia al poder político.

Es algo que hubiesen querido postergar, al menos por un mes más. Pero que la crudeza de la realidad los empujo a establecer, siempre en la estrategia de diluir en forma piramidal las responsabilidades con gobernadores e intendentes. Ahora el Presidente traslada a los ciudadanos parte del compromiso de cuidar los logros de la cuarentena en materia de casos y muertos; pero  también articula un blanco móvil en todos aquellos que pedían una flexibilización de la cuarentena con la válido argumento del desastre que generará en la economía y en las personas la dilación del confinamiento.

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Al Gobierno le cuesta advertir que no siempre hay un enemigo en quien expresa una opinión disonante y no todos los lobbys son feroces. Ciertamente que nadie está en condiciones de discutir la decisión de aferrarse con contricción a un modelo sanitario que ha permitido lograr un nivel de vacancia en los servicios médicos del país quedando por ahora lejos del desborde, imagen que devuelven otros países y que aterra a la dirigencia nacional.

El Presidente -como también el gobernador entrerriano- no contempló la posibilidad de rodearse de un consejo económico y social que vaya alertando de las consecuencias que se van desatando, sin que esto signifique necesariamente correrse de la decisión central. Quedó claro que le molestan las preguntas de corte económico y para Fernández asistimos a una extraña transición hacia algo nuevo, donde todo queda suspendido a la espera de novedades farmacológicas y dónde el Estado debe apechugar las externalidades de los mercados. Una latencia inevitable, un modo avión. El virus puso al mundo en estado de inanición y sólo nos podemos mover dentro los límites que él define. Durante la conferencia utilizó un término que resulta todo una definición a la hora de entender cómo el poder político entiende este lapso dentro de la pandemia: Hibernación.

Salidas.

La hibernación es el estado de letargo en que permanecen algunos animales durante el invierno como forma de contrarrestar la estación gélida y la falta de alimentos. En este proceso se disminuye la frecuencia cardíaca y no hay movimiento, ni siquiera para comer. La estrategia resulta exitosa en aquellos animales que han tomado la precaución de ingerir las suficientes calorías y grasas que el organismo necesitará durante largas semanas.

Por casi 20 años de desaciertos económicos, especialmente en los últimos cuatro, nuestro oso debió buscar refugio con las primeras nieves totalmente raquítico. Sin reservas ni previsiones, y ahora depende de un milagro para llegar al final del ciclo.

La Argentina debió asumir la opción abiertamente sanitaria en situación crítica. La sociedad lo agradece. Pero lo hizo con alto desempleo e inflación, niveles desmedidos de informalidad y pobreza, sin crédito, en recesión económica y con bajo nivel de inversión. Los indicadores previos a la cuarentena ya mostraban una realidad compleja y la economía había quedado regulando a la espera de la negociación de la deuda para poner primera. El Coronavirus modificó los planes  y ahora se corre serio riesgo de default.

Una reciente encuesta realizada por COP (Celag Opinión Pública) relevó que casi el 65 % de la población mantiene sensación de incertidumbre y angustia acerca del presente y futuro de la pandemia en el país.

A la pregunta de cómo saldrá el deprimido oso de la hibernación, le sobreviene necesariamente otra: ¿Cómo será el primer paso de las empresas en la nueva normalidad?

Nadie conoce mejor que los hombres de negocios los límites de su propio negocio, y algunos, en su media lengua y en forma atolondrada, dan las primeras señales de cómo seguirán.

“Tengo seis empleados, de los cuales tres son mis hijos. El negocio en futuro no me dejará margen de acción. Tendré que desprenderme de tres empleados y de los viajantes, y yo asumiré el manejo de la comercialización en las provincias donde tenemos clientes con una estrategia muy cuidadosa para no hacer viajes innecesarios y deberé coordinar muy bien la logística. Es la única forma que veo de intentar continuar en el mercado”, asegura Darío, que posee servicios para automóviles y distribución de neumáticos, cuando se le consulta sobre la continuidad.

Está claro que muchas empresas realizarán el ajuste que no podían hacer en el marco de la recesión previa y otros aprovecharán para depurar sus plantillas de personal, si es que pueden afrontar la barreras normativas que impuso el Gobierno y que se extenderán más allá de mayo, según lo anunciado por el propio Alberto Fernández este viernes.

Hugo, un empresario propietario de una Pyme dedicada a la fabricación de aberturas le dijo a Dos Florines que están pensando en utilizar los ahorros para reducir la plantilla, porque advierte que la caída de la actividad viene para largo y en estas condiciones no puede ser competitivo, y difícilmente sobreviva. “He decidido que no arriesgaré mi salud ni expondré al personal a situaciones de angustia terminal; si tengo que cerrar y empezar de nuevo, no tengo dudas que lo haré”, confió.

Como pasa en Estados Unidos – donde se aplican programas directos de asistencia a las empresas por un total del 10% del PBI americano , el empleo surge en forma epidérmica como el principal afectado de este proceso.

Un empresario consultado ensayó una frase que al oírla de su boca pidió reserva de su nombre porque le pareció tan real como dura para los tiempos que vienen: “La verdad es que la pandemia y la estrategia del Gobierno llevó a que los empresarios dejen de considerar a sus recursos humanos como activos insustituibles, y los ponderen como pasivos, casi un disvalor a la hora de mantener la línea de flotación. Y es muy triste porque no sólo se trata de la pérdida del empleo, el salario, y el dolor social, sino porque en muchos casos se trata de recursos que no podrán ser recuperados y se descapitaliza la empresa”, sentenció.

Crisis.

Mario Grinman, empresario concordiense que se desempeña como secretario de la Cámara Argentina de Comercio tiene una mirada singular sobre los primeros pasos en las nuevas arenas movedizas. En principio él considera que no entramos en una nueva normalidad todavía, y que hay que esperar una fase más para eso.

“Nunca se volverá a lo anterior. Nosotros estamos haciendo relevamientos permanentes y lo cierto es que todos buscarán una nueva realidad. Desde la CAC calculamos que cerca del 5% de las empresas va a fallecer, para decirlo de un modo amable. No podrán resistir esta pandemia. Se asegura que existen unas 650 mil Pymes en todo el país, englobando todo. Seguro que 20 mil unidades no saldrán de esta etapa, lo que en términos de empleo implica unos 130 mil puestos de trabajo perdidos. Son estimaciones, por supuesto, pero ya hay 1.2 millones de personas desocupadas, lo que el indicador podría crecer un 12%. Es una barbaridad. Esto sin contar la informalidad, que no la tenemos en cuenta a la hora de la estadística”, asegura el dirigente nacional.

Grinman entiende que los comercios viven al día, con su flujo cotidiano que le permite pagar proveedores, salarios y compromisos, que casi no hay ahorro y que ya desde 2018 la crisis los viene golpeando sin contemplaciones. “Ya antes de la pandemia había muy poca afluencia de clientes en los comercios, y en los shoppings se veía mucha gente caminando pero pocos ingresando a los locales”, recuerda.

Asegura que reconoce el trabajo del Gobierno en términos sanitarios, pero sin economía no hay vida.  “De la pobreza se sale de una sola manera, y es con crecimiento económico. Esto se da en cualquier lugar del mundo donde el motor es la actividad privada, con empresarios fuertes y generando riqueza. No hay alquimias posibles en esto”, reflexiona.

El concordiense cree que la afluencia de clientes seguirá muy baja y privilegiando alimentos y medicamentos, con más empresas concursando o sin poder salir.

“Nosotros pedimos apertura de negocios y si bien sabemos que no habrá una explosión de clientes se podrá hacer un pequeño flujo de caja que no le va a alcanzar, pero por lo mejor va a ayudar a ver algo de dinero y será un incentivo psicológico. Creo que el consumo como lo conocimos no volverá, y pasará un largo año para ver algo de lo conocido, excepto el turismo que tendrá otros tiempos”, prescribe.

Seguidamente aporta una visión sobre las primeras estrategias. “Las empresas privilegiarán el sueldo, porque el empleado es parte de la familia, y se buscará salvar al buen empleado, que además no tiene el dinero para echarlo. Se financiarán con impuestos. Seguramente para algunos no habrá opción y quebrarán, quedando saldos judiciales a resolver. La situación va a ser mucho más incierta y compleja, más en un país de alta vulnerabilidad, como el nuestro”, precisó el dirigente.

Cambios.

Luego de haber apoyado el primer pie, luego vendrá la necesidad de seguir adentrándose en la nueva normalidad como un náufrago que finalmente llega a una isla desierta. Todo será desafío y requerirá valentía y adaptabilidad.

Es más que evidente que el proceso de producción, circulación y consumo de los bienes y servicios sufrirá cambios que afectarán a los consumidores, los mercados, las empresas y las culturas que rigieron a las compañías hasta la fecha.

El contador Alfredo Calabrese, director de la Bolsa de Comercio  y líder de Integrar S.A., compañía de bolsa, anticipa algunos comportamientos que llegaron para quedarse, y terminarán abrazando todos.

“En las organizaciones como en las que yo interactúo creemos que no vamos a volver a la oficina como antes, y los empleados van a ir una o dos veces por semana. El resto va a trabajar desde su casa. Esto es con vacuna o sin vacuna; es un cambio cultural. Las empresas van a modificar sus estrategias de comercialización y los viajantes verán sus servicios comprometidos en una nueva etapa y aparecerán nuevas formas de comercialización”, prefigura el profesional.

Pero el especialista va más allá y piensa en sistemas, y cómo sus partes interactuarán junto a los cambios. Dice que la primera pregunta que deberá hacerse un empresario en el nuevo escenario es la siguiente: ¿Cómo quedó mi cadena de valor?.

“Si tu cadena de valor quedó destruida o detenida, si tu cadena de aprovisionamiento es local o internacional, porque no olvidemos que el 45 % de las industrias utilizan insumos importados; Si permanecen asimetrías en su recorrido; no sabemos cuánto tiempo llevará esto. Son muchas dudas para procesos que necesitan precisiones. El tema es que las personas se acostumbraron al concepto de habitabilidad en su hogar, y eso cambia las cosas”, vaticina Calabrese.

Ya en con un tono más abarcativo, expresa que se avecina una crisis de urbanismo, con muchas personas queriendo vivir en las afueras, sin aglomeraciones, en un proceso menos globalizado y con mayor presencia de los Estados en la economía.

Esto parece ser una consecuencia inevitable, que afectará los negocios que impliquen muchas personas: espectáculos deportivos y sociales, teatros, cines, gimnasios, y todo lo que implique rotación y cercanía de personas. “Según algunos estudios, el 40 % del consumo mundial está vinculado a productos y servicios que no son de primera necesidad para las personas, y creo que allí habrá un recorte importante a la hora de enfrentarse a las nuevas decisiones donde habrá otro ánimo y nuevos intereses”, generaliza Calabrese.

La nueva normalidad es disruptiva. Comprender este cambio será el primer desafío y quizá con el tiempo, los ciudadanos puedan reconstituir su mapa de nuevas expectativas, con la gran capacidad de adaptación que ya ha demostrado el homo sapiens en miles de años de evolución.

Nuevas formas de trabajo, de estudio, de familia, de amistad, de amor, de vida y muerte. Nuevos rituales y nuevos miedos. El hombre de la Caverna de Platón sale a ver el mundo real, y le asusta, porque nada le asegura que él y su contexto será mejor que antes.

De todos modos, hay sistemas y esquemas que se mantendrán indemnes como un roble. La humanidad buscará aferrarse a lo que le brinda seguridad. Bienvenidos a la nueva normalidad, bienvenido al mundo en modo Covid. No se desanime que lo viejo aún no termina de morir y lo nuevo no alcanza todavía a nacer. Y si quiere ver la vida color de rosa, eche 20 centavos en la ranura.

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