El campo no resiste más impuestos

28/02/2020

(*) Por Alicia Fregonese

Las retenciones a las exportaciones conspiran contra el desarrollo del interior del país y, en especial, de aquellas zonas marginales y más alejadas de los puertos en donde esos tributos distorsivos impiden que se expandan los cultivos y se afinquen las industrias.

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Hay que decirlo claramente: las retenciones son malas. La verdadera forma de defender al pequeño productor es ir hacia la supresión de ese impuesto, no manteniendo una promesa de devolución que nunca llega y que siempre tiene una implementación complicada y que lleva a un manejo altamente discrecional de los fondos.

En el mundo, los países altamente exportadores no utilizan este tributo, sino que la recaudación incide sobre la ganancia que tiene todo el proceso productivo. En cambio, el derecho de exportación se queda con una parte del precio, transformándose en un impuesto a la producción, lo que hace que sea injusto desde su concepción ya que lo que debe gravarse es la ganancia neta que genera una actividad.

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Un camino de reglas de juego claras y estables hacia la final eliminación de las retenciones daría un gran impulso a la producción, lo que se traduciría en beneficios concretos para toda la población en términos de su verdadero desarrollo.

Se trata, en definitiva, de ver al campo como una fuente de inversiones y de aumento del empleo federal, en vez de tomarlo como una mera fuente de financiamiento de un déficit fiscal muchas veces improductivo.

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(*) Diputada nacional (PRO – Entre Ríos)

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