Las plantillas de personal de los bancos se redujeron a la mitad en los últimos cinco años

03/04/2022

Juan Carlos Navarro, de la Asociación Bancaria Paraná, advirtió que la pandemia aceleró el proceso de ajuste en los trabajadores de los bancos de la ciudad, sin conflictos. Reconoció que se enfrentan al desafío de la inclusión tecnológica. Nahuel Amore

Los trabajadores bancarios son cada vez menos. Su reducción es inversamente proporcional a la revolución digital que posibilita a los clientes realizar todo tipo de operaciones financieras de modo remoto. Sin dudas, se trata de una tendencia que forma parte de un proceso progresivo de ajuste en la estructura de costos de las empresas, pero que el coronavirus terminó por dejarlo servido en bandeja, incluso hasta con un contradictorio empuje de las mismas medidas de resguardo que por varios meses pregonaron desde el sindicato.

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Juan Carlos Navarro, secretario General de la Seccional Paraná de la Asociación Bancaria, reconoció que esta situación les resulta alarmante porque explica prácticamente un 50% menos de trabajadores en los departamentos de la costa del Paraná en los últimos cinco años. De hecho, admitió que ya es algo irreversible y a partir de ahora el desafío es ver de qué modo ralentizan en el tiempo este proceso para intentar frenar una sangría más acelerada de compañeros.

En un mano a mano con DOS FLORINES, el gremialista defendió el trabajo de los bancarios durante los dos años de pandemia y dijo que fueron esenciales, a pesar de que fueron altamente cuestionados por los estrictos protocolos sanitarios que debieron aplicar y que, a la luz de los hechos, dejaron al descubierto que pueden ser prescindibles. Mientras trabajadores de supermercados estuvieron expuestos en la primera línea de batalla junto al personal de salud, bancarios pasaron más tiempo en sus casas, con bancos cerrados durante la cuarentena dura. “Fue para resguardar no solamente a los trabajadores sino también a los usuarios”, argumentó.

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Sobre este punto, consideró que “se trabajó bien y podemos decir que por más de que hubo compañeros que se contagiaron y otros que fallecieron, en general no hubo contagios masivos dentro de las entidades bancarias. La mayoría los contrajo fuera de su lugar de trabajo”. “Los protocolos funcionaron bastante bien, aunque hubo cierre de sucursales ante esta situación”, lamentó.

Revés para los trabajadores

En este escenario desconcertante, Navarro cuestionó que “los bancos aprovecharon a profundizar” un proceso de digitalización que ya lo estaban desarrollando para “tratar de derivar la mayor cantidad de tareas posibles a los medios alternativos y que no sean más en forma presencial”.

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Por ello, planteó: “El avance tecnológico es el desafío que tenemos por delante. Genera preocupación entre los trabajadores porque es difícil de parar. Ya vemos cómo está impactando en muchas sucursales, donde la política de los bancos es derivar a la gente a los medios alternativos y eso tarde o temprano puede repercutir en las fuentes de trabajo”.

—Cuando un sector de la población reclamaba una salida más rápida de la cuarentena y exigía mayor atención en los bancos para el cobro de prestaciones sociales y otros tipo de trámites presenciales, ¿no cree que fueron contraproducentes las medidas de cuidado que defendía el gremio? ¿No los dejó expuestos en este proceso de achicamiento de personal?

—La pandemia obligó a adecuar las condiciones de trabajo y, a la vez, generó temor en los trabajadores. No se sabía qué impacto podía tener. Incluso, en la primera etapa hubo compañeros enfermos y fallecidos que generaron temor a la concurrencia en forma presencial, no solamente por el lugar de trabajo sino por tener que salir de sus casas y contactarse con otras personas. La pandemia provocó todo eso. Por supuesto, el Banco Central dictó normas para evitar la aglomeración de gente dentro de los bancos, sabiendo que son espacios cerrados y sin ventilación mediante ventanas por cuestiones de seguridad pero sí con aires acondicionados. Todo eso, en la primera etapa, cuando mucho se desconocía, era todo un temor. Por eso se motivó a que la gente utilizara los medios electrónicos, no sólo para ir a cajeros automáticos, sino para que a través del homebanking pudieran realizar las operaciones que antes las hacían en el banco. Por supuesto que eso juega en contra al trabajador.

Mayor digitalización

—Está claro que ese escenario perjudicó al trabajador y dejó el camino allanado a la inclusión digital que venía siendo resistida.

—Permitió a los bancos avanzar y profundizar sus políticas tecnológicas, que era un objetivo al que iban avanzando pero que calculaban que iba a llevar un proceso más lento. La pandemia obligó a que muchos usuarios, que nunca habían utilizado los medios alternativos, tuvieran que aprender a usarlos para realizar las operaciones sin tener que ir al banco, sea porque no los atendían o porque ellos tampoco querían ir para no exponerse ante un problema de salud. Lamentablemente esto no fue beneficioso para nosotros, pero hoy vemos que es muy difícil de revertir ante el cuadro de situación que se presentaba.

—A dos años, ¿volvieron todos los trabajadores a la presencialidad o ya no es igual que antes?

—En el ámbito de nuestra Seccional Paraná, donde hay una sola casa central, es muy difícil para las sucursales trabajar en forma remota porque el trabajo principal es presencial. Puede haber compañeros de sucursales que estén trabajando en forma remota, pero son algunos pocos. En el caso de la casa central, el criterio del banco es que sea presencial. Por lo tanto, hoy más del 90% volvió al trabajo presencial en los bancos. Lo que sí, han aprovechado para poder continuar con el sistema de turnos, a pesar de que el Banco Central le da la elección al usuario. Es una manera más ordenada, pero al mismo tiempo deja que la gente pueda elegir entre los medios alternativos que, incluso, el bancario se los debe recomendar. Por eso, ya vamos analizando de cara al futuro de qué manera puede impactar en la cantidad de puestos de trabajo la demanda del usuario en forma presencial.

—¿Cuánto más pueden resistir a esta digitalización?

—Lamentablemente ya viene desde hace muchos años, con la incorporación de los cajeros automáticos y la actualización de otros procesos. En la actividad financiera percibimos que esto va a ir en una cadena ascendente del avance tecnológico y descendente de la demanda de trabajadores. Hoy es muy difícil el ingreso de nuevos empleados a las entidades bancarias. Se están jubilando y otros están acordando retiros que no son reemplazados con nuevos puestos, salvo lugares muy específicos. Las estructuras se van adecuando a lo que los banqueros proyectan como la actividad en cinco años.

Menos trabajadores

El secretario General de la Seccional Paraná de La Bancaria reconoció que el achicamiento de las plantillas de personal comenzó “un poco antes de la pandemia” a través de lo que llaman “prejubilación” para aquellos empleados a los que les faltaban algunos años para iniciar sus trámites. “Les ofrecían un dinero a cambio de una renuncia ya que tienen la antigüedad pero no la edad biológica”, aclaró.

Navarro explicó que esta política de ajuste se fue presentando a través de diferentes mecanismos legales. “Despidos sin justa causa no hemos tenido en el ámbito de la Seccional, pero sí propuestas de retiros voluntarios o prejubilación. Eso provocó una baja importante, no tanto en la banca privada que ya viene trabajando de manera más limitada como sí en la banca pública que viene reduciendo la cantidad de empleados mediante estos procesos. Esos trabajadores no son reemplazados”, sostuvo.

—¿Y cuánto representa en números este proceso de disminución?

—Hoy en la Seccional Paraná, que ocupa el departamento La Paz, Paraná, Diamante, Victoria y Nogoyá, consideramos que hay unos 800 trabajadores, cuando llegamos a tener 1.500 trabajadores.

—Está diciendo que bajó casi un 50% la cantidad de trabajadores bancarios.

—Si tomamos los últimos cinco años, ha habido una baja alrededor de entre un 40 y 50% de trabajadores. La mayoría han sido por jubilaciones, sobre todo de la banca pública.

—Se podría decir que los bancos vienen reduciendo su personal a través de mecanismos no conflictivos.

—Exacto. No tienen la necesidad en este momento de hacerlo en forma conflictiva porque no necesitan echarlos. Estos procesos lo van llevando y se evitan una serie de conflictos. Los compañeros se van con una jubilación o con una suma de dinero antes de su jubilación que lo ven como una opción favorable. Incluso, estos procesos en Paraná no han sido intimidatorios, sino ofrecimientos. Si bien no todos han aceptado, con todo este desgaste y la incertidumbre permanente, muchos van optando por irse.

—¿Cuánto preocupa este tema en la mesa sindical a nivel nacional? ¿Evalúan algún plan de lucha?

—No. En La Bancaria es un tema que analizamos para ver de qué manera poder sostener que el avance tecnológico no sea tan agresivo e inmediato. Hay que reconocer que no es fácil a veces para el compañero exponerse ante una directiva del banco. Hemos tenido muchos problemas porque el usuario se queja con el empleado que debe aplicar una política de la empresa. Dentro de ese vaivén, que hemos cuestionado a las autoridades, es difícil que en la práctica no suceda porque el compañero no quiere desobedecer una orden y el cliente quiere que lo atiendan presencial. Es un debate que surge porque los bancos van pensando en las futuras generaciones. Las generaciones nuevas están todas adaptadas a la tecnología, por lo tanto en el futuro no habrá problemas. En cambio, ahora generó un conflicto con una parte de la población que por razones de edad, costumbre o condiciones sociales personales no se adaptan, no pueden o no quieren asumir los medios alternativos. Incluso, hay bancos que están adaptando sus sistemas para que el empleado no haga ciertas operaciones. Es muy difícil frenar esto. Lo que pretendemos es que se demore en el tiempo para garantizar el trabajo.

—El sindicato deberá defender y aferrarse a aquellas tareas que sólo son posibles con el trabajo de personas.

—Es lógico. Además, las cantidades de denuncias por estafas informáticas hacen que si un banco quiere ofrecer un servicio por teléfono, normalmente el usuario corta porque no sabe si es una estafa. Se ha puesto esto en la mesa de discusión para que la gente vuelva al banco y sea atendido en forma personal.

Salarios y contexto

—La crisis argentina de los últimos años, con pandemia incluida, exacerbó las desigualdades. ¿Cree que también se reforzó la mirada social con desdén hacia el empleado bancario por la brecha salarial con el resto de los trabajadores? Todavía hay quienes se preguntan por qué cobran más que otros...

—En primer lugar, creo que la nivelación siempre tiene que ser para arriba y no cuestionar al que gana más en desmedro del que gana menos. El tema es cómo se puede hacer para que el que gana menos pueda ganar más. Después, hay otra situación que va más allá de la presencia gremial y del compromiso de los trabajadores: estamos en una actividad que tiene una rentabilidad permanente durante los años.

—¿Eso justifica salarios más altos que el promedio?

—Son las empresas que manejan el dinero del mundo. Entonces, la rentabilidad de la empresa y el poder de la organización hacen que se haya podido llegar a salarios dignos o importantes. Pero yo creo que el trabajador común no es envidioso del que gana más; habrá algunos resentidos que puedan pensar de esa manera. Al contrario, el trabajador de otras organizaciones gremiales resalta el accionar de La Bancaria para lograr mejores salarios. A veces la situación mediática distorsiona un poco eso y genera opiniones diferentes. Pareciera que somos diferentes porque ganamos un sueldo mejores que otros. Además, la actividad bancaria tiene una resonancia en el medio importante. Si hay un paro bancario tiene un efecto mediático mayor que el paro de una empresa metalúrgica en el parque industrial. Por eso, los acuerdos salariales toman otra dimensión, aunque haya otros sectores no mediáticos que tengan mejores ingresos.

—¿Qué aporte hacen desde el gremio en este contexto político y económico ante el llamado del Gobierno a un acuerdo para bajar precios?

—Las organizaciones gremiales, sea de manera individual o a través de la CGT, somos los más interesados en llegar a acuerdos o mesas de diálogos que permitan buscar un resultado satisfactorio y en beneficio de la sociedad. Nosotros representamos a los trabajadores del país en distintas organizadores que son los afectados directos y sus núcleos familiares por los problemas que ocasiona la inflación. El tema es que se entrelazan otros intereses que hacen que a la hora de la discusión no se puede llegar a un acuerdo maduro que permita ceder todos un poco algo y, de esa manera, lograr el objetivo final que todos desean, de vivir en una sociedad equilibrada, donde la inflación no sea el tema notorio del día y se pueda tener una tranquilidad no sólo salarial sino de seguridad en el tema laboral. El temor a la pérdida de trabajo es mucho más desgastante que cobrar un salario bajo.

—El desempleo es un disciplinador social. ¿Qué sugiere como gremialista?

—Sí, por supuesto. En momentos de crisis hay muchos empresarios que aprovechan esa situación para pagar salarios por debajo de lo convenido y para exigir una mayor prolongación de tiempo en el horario laboral, teniendo en cuenta que hay una gran demanda de trabajadores para ingresar al mercado. El trabajador ha estado mejor cuando hubo más presencia gremial, más movilización y más logros. Cuando hay una crisis grande, es difícil que el trabajador no se vea atrapado y en el temor familiar de perder su puesto de trabajo.