¿Para qué sirven las misiones comerciales?

11/02/2018

Gustavo Sánchez Romero / DOS FLORINES.

Si se conviene que Entre Ríos es una provincia de neto corte exportador de agroalimentos, es natural que se active el mecanismo de misiones comerciales o misiones comerciales institucionales, que es cuando las principales referencias del Ejecutivo provincial se suben al avión y despliegan una agenda institucional que corre paralela a la que configuran los empresarios que se encuentran con sus pares en mesas face to face.

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De hecho, en los últimos años ha crecido este tipo de estrategias, tanto en la participación en ferias y exposiciones, en visitas estratégicas a distintos paíes y hasta se ha experimentado con la interesante alternativa de la misión comercial inversa, y que consiste en costear los gastos de empresarios extranjeros a la provincia para que, in situ, conozcan los sistemas de producción, ausculten la calidad de los productos y puedan negociar exportaciones con toda la línea de la empresa en su propia casa.

Estas expresiones comerciales suelen quedar muy lejos del gran público, de buena parte del funcionariado y de las empresas, que llegan a interiorizarse, básicamente por la información que fluye desde el Gobierno donde se suelen resaltar los aspectos positivos en su gran generalidad, sin adentrarse en detalles.

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En los últimos años estas misiones se han financiado, en gran parte, con aportes del Consejo Federal de Inversiones (CFI), que se nutre de dineros de las provincias y constituyen un fondo que, en teoría, debe impulsar el desarrollo de las provincias. El CFI recibe, aproximadamente, unos 2,5 mil millones de dólares de las provincias que aportan en forma automática a un organismo que también financia emprendimientos productivos, pero que no tiene auditorías de entes de control y eso ha puesto en la mira del gobierno de Mauricio Macri a su titular, el histórico Juan José Ciácera. El titular del CFI siempre fue sostenido por los gobernadores, pero hoy son éstos quienes le están quitando la escalera. Bordet no ha se ha expresado públicamente al respecto, pero quienes los apoyan se encuentran lejos de los escenarios políticos nacionales donde se mueve el entrerriano. Sin embargo, nobleza obliga, el CFI cuenta con un ejército de asistentes que en estas misiones comerciales e institucionales despliega soldados de manera muy eficiente que garantizan agendas, logísticas y referencias en los países a visitar que permiten a empresarios y dirigentes enfocarse sólo en sus objetivos.

Objetivos.

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Muy contrariamente a lo que sucede en el país, la presencia de los gobernadores o sus vices, como así también de referentes legislativos es visto con gran consideración. La llegada del gobernador abre puertas que de otras maneras no se abrirían, y sus presencias genera expectativas institucionales en pares del país anfitrión perfilando convenios y acuerdos en los ámbitos gubernamentales, técnicos, universitarios, legislativos, etc, y dependerá del interés y eficacia de los entrerrianos, en este caso, capitalizarlos y poder dar continuidad y sustentabilidad en el territorio propio.

De allí que existen tres momentos sensibles en estas misiones, y no es lo mismo si asisten funcionarios de segunda línea o si es el gobernador quien se hace presente.

La gran mayoría de las empresas no tienen estructuras de comercio exterior propias, y para ellas es clave participar de estos viajes, y lo harán aun cuando no asista el titular del Ejecutivo provincial. Como generalmente deben costear parte del viaje, evaluarán la participación y con qué recursos asisten. Para muchos otros, incluso ya exportando a ese país o contando con estructuras eficientes para vender al mundo, estos viajes –si viaja el gobernador- implica una estupenda oportunidad. Compartir tantas horas con el hombre fuerte de la provincia en un ámbito distendido permite generar una empatía especial, una relación amistosa con el poder y conversar café o comida de por medio de sobre proyectos o necesidades específicas que en la provincia le resulta más difícil conseguir. En definitiva, hacen una inversión para contar con esos minutos donde el lobby está en el menú como opción principal.

En el último viaje a China varios tomaron en ese camino, y algunos llegaron contentos y otros no tanto, teniendo en cuenta la particular personalidad de Bordet. Muchos descubrieron en Asia que Gustavo no es Sergio.

La previa y el desarrollo de la misión comercial institucional resultan clave, y dependerá de los objetivos y estrategias que tenga cada empresa. La presencia del gobernador brinda un marco de garantía distintivo y puede significar nada menos que la concreción de un negocio para la empresa o el sector.

Cierre.

El problema de estas misiones sigue siendo el después.

El gobierno suele comunicar las acciones institucionales llevadas a cabo, y con suerte la agenda de reuniones empresariales. Pero poco se conoce –a través de los medios que no tienen forma de conocer detalles a no ser por la buena voluntad de los empresarios- ya que el sector privado prefiere “esconder la leche” y no difunde los resultados de sus encuentros o los negocios concretados.

A los mismos funcionarios les cuesta acceder a ellos ya que se realizan a posteriori del encuentro, y la dinámica de la realidad ya quitó los ojos de estos encuentros.

No habría inconvenientes en esta actitud si no fuera porque hay una gran inversión pública detrás de cada misión. A las embajadas en cada país la sostiene el erario público, y al CFI directamente lo sostienen las provincias. Es de Perogrullo que la inversión es privada, que generan valor a la economía y constituyen el plano donde se despliega el empleo genuino –siempre tan necesario-. Sin embargo, en pleno siglo XXI, en la era de las telecomunicaciones, el temor a que los números sean accesibles a la sociedad civil para que puedan valor mejor e interiorizarse acerca de estas necesarias misiones comerciales-institucionales se parece más a un capricho que a otra cosa.

A juzgar por la información que se difundió acerca de los resultados obtenidos y sostenidos en el tiempo de las múltiples misiones organizadas para empresarios o funcionarios entrerrianos, éstas han sido un rotundo fracaso. Sin embargo no es así. Muchas de ellas fueron muy positivas y constituyeron un punto de inflexión en la vida empresaria, especialmente para las Pymes. Sin embargo, no se conocen. Empresarios y el gobierno deben entender que se sigue tratando de fondos públicos, que se necesita fomentar estas acciones estratégicas; pero deben hacerse de manera más abierta a toda la comunidad, ya que también la institucionalidad entrerriana requiere que el sector privado haga un aporte que no se mide en pesos. Algo tan sencillo como sensible como es la información completa un esquema que hasta ahora camina rengo. Para el caso, queda pendiente debatir profundamente la realidad del sector citrícola y el consecutivo apoyo que recibe de las distintas gestiones. Pero esa, es otra historia.

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