Etchevehere deja la presidencia del CEER y para los empresarios “mostró la hilacha”
05/04/2019
La comisión directiva del Consejo Empresario de Entre Ríos decidió sustituirlo por Fratoni luego de una tensa reunión. Gustavo Sánchez Romero
La crisis por la que atraviesan las entidades empresarias entrerrianas tuvo un nuevo capítulo este miércoles al seno del Consejo Empresario de Entre Ríos (CEER) cuando se realizó una reunión preparatoria para la asamblea que deberá concretarse en los próximos días.

Fue un encuentro extraño que se preparó como una partida de póker donde todos sabían a qué iban, pero poco se hablaba de viva voz. Sin embargo, cuando las cartas se destaparon, se caldearon los ánimos, las estrategias quedaron desnudas y los posicionamientos separaron las aguas dejando una grieta tan novedosa como incierta acerca de lo que puede llegar a suceder en la cúspide de la comisión directiva de la entidad empresaria más representativa a nivel provincial.
Los empresarios históricos querían llegar a una lista de consenso para la próxima asamblea y evitar mostrar cualquier diferencia hacia el exterior y pensaban proponer a la empresaria Noemí Gasparín de Dellizzotti -titular de Molinos San José SA, de Paraná- como cabeza para los próximos dos años.

Por otro lado, el presidente actual, Juan Diego Etchevehere, también se proponía lograr una lista de consenso para la asamblea que ocurrirá a mediados de abril, pero con su nombre consensuado para desplegar un nuevo período.
La reunión se convocó con sumo sigilo y el objetivo era que los trapitos se sequen en el patio interno, pero la agencia APF logró conocer los detalles del encuentro y brindó la primicia de un meeting del que -es de suponer- los empresarios no deben estar muy orgullosos.

“Se dijeron cosas fuertes y con tono alto, tanto que los empleados que estaban cerca de la oficina de reuniones se mudaron a la oficina del fondo para no ser testigos de la tensión reinante”, describió un integrante de la reunión a DOS FLORINES.
Hasta el edificio de calle Córdoba llegaron unos 30 empresarios, con puntualidad, organización y asistencia casi prusiana. Estaban los históricos, incluidos los 20 miembros de comisión directiva -que fueron decididos a imponer un cambio- y los 14 nuevos socios que se sumaron en la gestión del actual presidente, a los que Etchevehere convocó especialmente para respaldar su continuidad.
La idea de los empresarios era otra.
La comisión directiva, por unanimidad, le solicitaría que en la próxima lista fuera como vicepresidente segundo dejando lugar a la renovación institucional.
Argumentos.
Varias noticias modificaron el escenario inicial que puso en autos a la mayoría de los empresarios, entre los que se incluía a Eduardo Tonutti y Gabriel Bourdin, que no estaban asistiendo con asiduidad y hasta Antonio Bouzada (titular de Eriochem SA) se llegó de manera sorpresiva y, dicen las fuentes, fue muy criterioso a la hora de las palabras resaltando el valor de la renovación de los dirigentes.
La primera noticia que recibieron los empresarios fue que Etchevehere estaba totalmente decidido a vender cara su discontinuidad.
La segunda fue que Noemí Dellizzotti no estaba dispuesta a aceptar el pedido de la mayoría de los empresarios por sus obligaciones empresariales y familiares, incluso como docente universitaria, aunque se encuentra en su último año al frente de la cátedra en Ciencias Económicas.
Fue entonces que se barajaron algunas alternativas -siempre en el marco de la crisis de representatividad por la que atraviesa el CEER, entre otras entidades- y se pensó en la posibilidad de ofrecerle la conducción a Alfredo Calabrese, el conocido contador público, factótum de la Bolsa de Comercio de Entre Ríos y titular de un estudio contable que en este caso aplicaría como dueño de una empresa. Calabrese se excusó argumentando su perfil técnico aunque estaba dispuesto a aceptar si no se saldaba la discusión.
Sin embargo, quienes lideran en la cotidianidad la entidad ya habían pensado en un nombre que se impusiera por trayectoria y seriedad. La figura de Héctor Fratoni, titular de Mega Automotores, y con experiencia como dirigente en su rubro, vendría a encabezar las expectativas de los históricos ante la resistencia de Etchevehere y su grupo de afinidad. Entre los más entusiastas por la reelección se posicionaron Veronese, y su primo Iñaki Etchehevere, hijo de Arturo y a cargo del negocio agropecuario e inmobiliario de la familia. De su lado también quedó Andrea Firpo, candidata a concejal por la lista de Emanuel Gaínza, que quiere ser intendente por el PRO, e hija del histórico dirigente peronista Victorio Firpo.
Confusión.
Como se refirió DOS FLORINES en varias oportunidades, los empresarios del CEER nunca cuestionaron -todo lo contrario- la capacidad de trabajo y la fuerza de la gestión del joven empresario. Sin embargo, molestó el personalismo y la confusión entre los objetivos personales y los propios en cuanto a la ideología y su identificación con el PRO, el partido de gobierno de Mauricio Macri.
Para muchos, Etchevehere utilizaba la entidad como plataforma política, aunque cabe recordar que la misma acusación se hizo -quizá no general y con poca justicia- a la figura de Atilio Benedetti cuando era presidente y se lanzó a la diputación nacional en una gestión que duró pocas semanas ante la renuncia del dirigente que hoy pugna por la gobernación entrerriana.
Lo de Juan Diego parece más evidente, especialmente luego del último Foro Anual, con marcado sesgo amarillo.
Sin perjuicio de esto, la relación con el gobierno nunca fue buena desde que comenzó la gestión que ahora termina, y algunos argumentan que la poca voluntad del Gobierno de Gustavo Bordet en avanzar en la concreción de la largamente orejeada carta de la Agencia de Inversiones de Entre Ríos. Sin que esto pueda asociarse a la dilación, es cierta la desconfianza que genera la entidad en la esfera pública con Etchevehere como titular del CEER.
Final.
Como conclusión de la reunión que demandó un par de horas, y donde casi todos pidieron la palabra, quedó claro que la decisión estaba tomada y Etchevehere deberá dar un paso al costado. O acepta el ofrecimiento de la vicepresidencia segunda en la lista que se consensuó para la asamblea, o elige otros rumbos para su participación institucional.
De acuerdo a los empresarios consultados, la entidad se sintió satisfecha por la decisión tomada y ni siquiera aquellos que lo apoyaron hace dos años contra viento y marea, y aun oponiéndose a sus pares más representativos, hoy le sacaron el banquito.
Juan Diego asumió básicamente con el apoyo de Patricia Popelka y Noelia Zapata a pesar del malestar que generaba en los socios su identificación con el PRO, ser funcionario nacional del Enacom y dirigente de la Sociedad Rural de Entre Ríos. Su prepotencia de trabajo -como decía Roberto Arlt- compensó la balanza y le permitió atravesar los últimos dos años con el apoyo interno.
En el fondo, los empresarios creen que Etchevehere “mostró la hilacha” forzando y tensando una reunión innecesariamente que abrió una nueva grieta, que todos esperan no pase a mayores, y que en la asamblea todo quede en calma.
“Juan Diego debió entender el mensaje de la entidad y dar un paso al costado porque se lo pedimos por unanimidad. No estaban dadas las condiciones para que él continúe, y todos quieren un cambio que abra un nuevo estilo de gestión, más institucional y menos controversial”, le confesó a DOS FLORINES un empresario que participó del encuentro y se ubicó en la vereda de enfrente a la del presidente saliente.
Con la elevación de Fratoni, el CEER le pega a dos pájaros con la misma bala: a) Impone un nombre propio fuerte con experiencia que nadie está dispuesto a discutir para sustituir a Etchevehere; y b) Muestra un recambio institucional con un nuevo dirigente y se posiciona mejor frente al gobierno y las otras entidades que no veían con buenos ojos la presencia del hijo menor del exdirector de El Diario, Luis F. Etchevehere, al frente de la entidad.
Con todo, Juan Diego se va como entró. Ingresó con forcet y debe salir del mismo modo, por su propia persistencia.
Quedará para los dirigentes históricos del CEER debatir internamente si fue necesaria tanta tensión dos años atrás que dejó muchos empresarios heridos y diferencias que lograron salvar a tiempo.
También, deberán revisar si todo eso se justifica con el argumento remanido: “Nadie quiso agarrar y no teníamos a quién poner”.
En el fondo, Juan Diego no hizo mucho más de lo que se esperaba de él, especialmente de quienes lo conocían mejor: trabajar mucho y gestionar para sostener su representación social y su espacio de poder y con ello tratar de sacar el mayor provecho posible para su propio interés. Pero ese debate se lo debe a su propia almohada.