El caballo y el carro
02/01/2018
Carlos Schepens asumió como ministro de Producción de Entre Ríos y se encuentra con los avatares, positivos y negativos, de la gestión de Roberto Schunck que duró desde la salida de Héctor Motta en 2008 con motivo de la Resolución 125 hasta el jueves. Un derrotero que incluye el ostracismo interno de casi todos los funcionarios, pérdida de cuadros técnicos clave, un norte difuso en cuanto a las políticas, personal desmotivado, y sectores productivos en crisis que demandan canales efectivos para resolver los problemas. Gustavo Sánchez Romero / DOS FLORINES
En los últimos años he hecho estas dos preguntas en foros públicos o a personas en forma aleatoria: ¿Cuál es el nombre del director de Ganadería de Entre Ríos?; ¿Cómo se llama el director de Agricultura provincial?…
Piense… humm… ¿No sabe las respuestas?. No se angustie. Me ha pasado con casi todos. Gran parte de los funcionarios provinciales también los desconoce. Ni hablar de los profesionales o el microclima que se mueve en torno a los temas económicos o productivos. Más aún, yo no lo se, y cada vez que quiero saber quiénes son debo acudir al Protocolo provincial que todo periodista debe tener guardado.
Puede parecer un tema menor, pero quizá no lo sea si advertimos que Entre Ríos posee el 7 % de la producción agrícola nacional y concentra alrededor del 10 % de la producción ganadera. Juntas estas dos actividades son muy importantes dentro del Producto Bruto Geográfico.
Sería una nimiedad no conocer el nombre, aun cuando los periodistas que nos especializamos en la temática jamás hayamos hablado con ellos. Lo trágico es que no conocemos política sectorial alguna en sus respectivas áreas, y mucho peor es carecer de los resultados de las gestiones realizadas al frente de tan sensibles dependencias públicas.
Distancias.
No recuerdo tampoco haberlos visto en entrevistas periodísticas y se me figura que las crónicas informativas oficiales también los han desconocido en forma supina.
Se dirá en auxilio de estos dos funcionarios que posiblemente la personalidad ecléctica y abarcativa de Roberto Schunk, el ministro de Producción mandato cumplido, haya concentrado en derredor de su figura micrófonos y cámaras despojando a sus hombres de contacto con la sociedad. Pero también es cierto que hace varios meses él mismo no aparece por los medios. Toda una descriptiva metáfora de cómo termina el gobierno de Sergio Urribarri en materia de producción y economía.
Es posible que haya algo de ironía en estas palabras, y bien sean recibidas las disculpas por ello. Pero es probable que sea un recurso benal para recordar los tiempos donde la altanería y la arrogancia erigían en estas tierras un discurso unívoco hacia los medios de comunicación sin posibilidad de inventario.
Definitivamente no deja un buen balance la gestión en el Ministerio de Producción en los últimos años, donde Frigorífico San José, Cotapa y la Fábrica de Jugo de Villa del Rosario cerraron etapas difíciles pero nada está escrito sobre su destino final en los próximos meses.
Gustavo Bordet y Carlos Schepens recibirán junto a los atributos un florilegio de desafíos para recuperar un área clave del Gobierno donde el malestar interno y la pérdida del norte estratégico desdibujó su estructura, debilitó sus políticas y esmeriló el espíritu de funcionarios y empleados. En las recientes gestiones muchos hombres valiosos, con amplio conocimiento de la provincia y capacidad de gestión abandonaron el ministerio y hoy resisten en oficinas marginales de la administración central provincial.
Un buen orden de tareas quizá sea comenzar por reorganizar y optimizar la burocracia interna para jearquizar algunas áreas y potenciar otras; apoderar a funcionarios para recuperar las relaciones con los sectores productivos, especialmente los que están en crisis severa para irradiar confianza y seguridad en el camino que se emprende y expresar públicamente a la sociedad cómo será el plan de batalla de un escenario que hoy parece minado y donde será necesario contar con objetivos claros y mano firme para disparar sabiendo que hay poco margen de error.
Talentos.
Hay coincidencia entre profesionales, empresarios, cámaras y productores que el respeto que tenían los cuadros técnicos de las distintas áreas del Ministerio se ha perdido en este tiempo. Esto no sólo tiene que ver con la desidia oficial. Muchos profesionales se fueron a la actividad privada, otros se jubilaron y algunos fallecieron. En todo caso, sí es responsabilidad de Roberto Schunck la omisión sistemática y el apego al desinterés por fortalecer estos aspectos con la formación de nuevos profesionales que tengan un pie en el Estado y el otro al pie de la tranquera.
Además, el nuevo ministro deberá reconstituir lazos con los empresarios que hace varios meses ya pasaron a la cuenta del olvido a la cartera estatal, un poco porque entienden que los problemas reales son macroeconómicos y poco puede hacerse desde Entre Ríos ante un fin de ciclo; y otro poco porque entendieron que no había muchos puntos de la agenda productiva para compartir.
Ese rol de articulación resultará clave para el destino de miles de productores que hoy no tienen precios, stocks, créditos y en algunos casos están perdiendo la esperanza y el espíritu productivo. La citricultores y los lecheros que amenazan con tirar la toalla, los arroceros, ganaderos, forestales y tantos otros que no encuentran rentabilidad en sus producciones y que complican encadenamientos complejos donde peligran otros tantos miles de empleos, y ni hablar de la producción primaria que espera la bendición tanto del cielo como del nuevo sistema impositivo para revertir el momento actual. La nueva gestión tendrá precios internacionales de las materias primas, y todo marco político deberá arbitrarse sin viento de cola. Bordet no tendrá la misma suerte que su antecesor.
A propósito; la persona que estuvo a cargo de la dirección de Agricultura del Ministerio de Producción hasta el jueves es una mujer e ingeniera que se llama Elena Rosales. Su par de Ganadería es Roberto Montesino. Mucho gusto.