Suma Cero
02/02/2021

Por Sergio Dellepiane – Docente
La evolución histórica de la vida económica puede dividirse, según un criterio amplio, en dos grandes contextos de la actividad humana.

El primero abarca el tiempo transcurrido entre la aparición del hombre – homo sapiens – (100.000 años a.C) hasta fines del S. XVIII de nuestra era, durante el cual, el desarrollo y enriquecimiento de las comunidades estuvo asociado irreductiblemente a los denominados “movimientos de conquista”.
El progreso se alcanzaba toda vez que un grupo humano capturaba territorios, posesiones y riquezas de otro que se presentaba como más ingenuo, desprotegido o más débil. Lo ajeno acrecentaba lo propio. Hasta caer en manos de un nuevo y dominante grupo que, a su vez, se enriquecía a expensas del dominado.

El segundo reconoce su origen en la “revolución industrial”, a partir de 1780, con la aparición del capitalismo, el auge de los intercambios comerciales, la división del trabajo concentrado encentros fabriles, acompañado por la protección de derechos, tanto laborales como de propiedad y el desarrollo de la ciencia y la tecnología aplicada, que condujo particularmente, al mundo occidental, a una multiplicación incomparable de la riqueza generada por la actividad humana, nunca antes alcanzada e imposible de cuantificar con exactitud, aunque con resultadosconcretos que, en algunos casos, aún hoy usufructuamos.
La Ciencia Económica denomina a la primera y más prolongada etapa como “Juego de Suma Cero”; toda vez que lo que una parte gana, resulta equivalente a lo que otra pierde.

La segunda etapa, más breve, pero a todas luces más provechosa, dinámica y productiva, es caracterizada como de “Destrucción Creativa”, porque lo que originalmente beneficia a unos con la irrupción de lo novedoso, por el transcurso del tiempo, se expande aún hacia quienes dicha novedad perjudicó inicialmente y termina beneficiando al conjunto. Por efecto de la disrupción se alcanzan mejoras en la calidad y expectativas de vida de las mayorías.
Argentina.
En nuestro país, más de 200 años después de declarada la independencia, continuamos aferrados a la primitiva idea de que todo lo que una parte consigue o gana, mejora y progresa, sucede porque invariablemente se lo quita a la otra, que, en definitiva, pierde.
De esta falacia surgen las antinomias más inverosímiles: “Si hay pobres es sólo porque existen los ricos”; “Si exportamos trigo y maíz habrá escasez de pan y de polenta”; “Si vendemos carne al exterior, no podremos comer asado”, “Si no aumentamos la presión impositiva, como gobierno, no tendremos recursos para asistir a las empresas”; “Si no prolongamos la vigencia de la doble indemnización por despidos, no podremos sostener ni acrecentar la producción nacional”.
Este juego de suma cero se ha convertido en uno de los principales factores de la decadencia económica nacional, que una mirada retrospectiva lo ubica gestándose, hace más de noventa años atrás.
Ideas magistrales como la importancia de “desacoplar los precios internos de los internacionales” o que “la inflación surge de un conflicto distributivo”, hace mucho tiempo no se aplican ni se sostienen y mucho menos enseña, en ningún país del globo.
El pensamiento antediluviano de suma cero que propugna la escuela nacional y popular de economía argentina pretende que vivamos de y con lo nuestro, pero ya han debido importar gas para pasar el próximo invierno.
Decretar que todo lo que se consuma puertas adentro sea producido localmente no impedirá ni los tours al exterior ni las compras virtuales. Todo de mejor calidad y más barato. Que lo nacional lo compren otros. Mientras haya…
Fórmula.
Esta perversa y oxidada fórmula de suma cero además contiene, congelamiento de tarifas de servicios esenciales, enfriamiento de salarios, retraso de jubilaciones y pensiones, manipulación espúrea de la relación dinámica (fluctuación) que debe existir entre monedas de países diferentes, limitaciones discrecionales de importaciones y restricciones burocráticas e interesadas de exportaciones. Efectos a la vista.
Mantener la economía nacional como juego de suma cero sólo ha conseguido que las expectativas negativas no puedan revertirse sino que se profundicen, porque privilegian votos e impunidad por sobre el bienestar colectivo; ahuyentan el capital líquido; y deteriora, cuando no destruye, el capital invertido; huye de la competencia internacional y defiende privilegios de pocos.
Cae inevitablemente en su propia e intrínseca verdad no revelada, aunque ya conocida y sufrida cotidianamente:
Unos pocos deben ganar…los privilegiados del sistema; otros muchos, necesariamente deben perder… para equilibrar el juego.
Le llaman Suma Cero.