ENFOQUE

Urribarri, el mate electoral y las economías regionales

Gustavo Sánchez Romero | DOS FLORINES


Sergio Urribarri entendió desde el primer día que no siempre se debe decir todo, y de todo aquello que se dice, no todo debe ser dicho completamente. Lo entendió aquellos primeros nueve meses que pasaron desde que ganó las elecciones hasta que Jorge Busti abandonó para siempre el poder, y que le sirvieron para amalgamar un temple que nació de una vasta experiencia política, incluso en lo que el lapso en que gobernó Carlos Menem y que él mismo llama “oscuro período neoliberal”. Durante sus seis años de Gobierno atildó su forma de gestionar, aunque no pudo evitar episodios pletóricos de aspavientos que fueron disimulados por un ciclo económico que premió la fidelidad a un discurso, del que –bien vale decirloadaptó siempre a un estilo propio del que no se corrió hasta el último día. En Entre Ríos Urribarri no es Cristina, y hasta hoy había evitado ademanes que gran parte de la sociedad repele. No creó fantasmas etéreos ni entabló ficciones quiméricas, más allá del juego implícito que viaja a caballo de la posesión casi total del mensaje en los medios de comunicación.
De las provincias que el Kirchnerismo ganó el domingo de las PASO Entre Ríos es la más abierta y la menos clientelar. Y en este marco deben leerse los resultados. Pero este dato no corta los lazos con prácticas que la sociedad rechazó en las urnas.
En las últimas semanas, entre mate y mate, el gobernador de la provincia fue armando un galimatías discursivo que giraba en grandes ejes abstractos de los que se ha servido todo este tiempo en los que puede apoyarse a partir de la obra pública y alguna inversión que hoy parece esquiva. En formatos impropios para un hombre que conoce los desafíos del deporte, eligió la aliviada para aventurar definiciones como que Entre Ríos creció más que Santa Fe y Córdoba, cuando es casi imposible conseguir un dato fidedigno de la Dirección de Estadística oficial y donde los que surgen de consultorías o informes privados son cada vez más agoreros como los de la Federación Económica de Entre Ríos o el reciente libro del Consejo Empresario que refleja, al menos, un momento distinto y difícil para las finanzas. El mismo Indec contradice esto con indicadores de empleo que vuelven a poner a Paraná en un cono de preocupación.

PRODUCCIÓN. En este contexto, ni hablar de los sectores productivos que cada vez se quejan con más fuerza por la presión fiscal en un marco donde el gasto público no cesa y demanda mayor nivel de recaudación.
Nada dijo Urribarri en la campaña electoral acerca de un problema que se expande como un reguero en toda la provincia y que afecta a sectores como la citricultura, la avicultura cada vez con más fuerza y con ejemplos como Fepasa y Aveguay, la ganadería, entre otros, sin contar con la lechería y el símbolo de la desidia como es Cotapa y los problemas que ya tiene el frigorífico de San José. No hubo mención a estos casos, y no se trata de pedirle que grite de viva voz una corrección al tipo de cambio que caería como una daga trapera en la mesa principal de Balcarce 50, sino de poner sobre la mesa los problemas para comenzar a abordarlos.
Según algunos empresarios, el malestar del sector privado con las políticas nacionales trasuntó inequívocamente en las urnas. Urribarri no es culpable del cepo, la inflación o el maltrato permanente, pero juega de titular en ese equipo y aspira a la cinta de capitán para 2015. 
Muchos de los productores y empresarios que sufragaron hace apenas dos años por el estilo del Pato hoy ya no lo hicieron, y el electorado se va concentrando en los sectores populares y medios, según dicen. El Gobernador perdió casi 15 puntos, pero su figura sigue siendo muy convocante y es uno de los grandes ganadores, aunque más débil que el viernes anterior. En el mismo Gobierno, los principales funcionarios hablan de “serios problemas” en las economías regionales, y que en los últimos dos años la forma de gobernar del Pato no es la misma, quizá porque enfiló los caballos del “el sueño entrerriano en la Nación” y no dejó nadie cuidando las relaciones con los empresarios, sinfonía que ejecutó como nadie y que tanto rédito le generó, como a ningún otro gobernador. Ya es indisimulable para la tropa propia que lo dice por lo bajo, pero también para intendentes y dirigentes y productores del interior: “no hay sector que no esté complicado”, dicen al unísono.

ESCENARIO. Está cambiando el escenario. La economía entrerriana casi no tiene inversiones y el empleo parece estancado. Para estos casos siempre es conveniente contar con estadísticas serias y confiables.
Por más que en la estrategia
de comunicación gráfica Cristina y La Cámpora estén carentes de toda presencia –hace apenas unos meses el “Cuervo” Larroque lo reivindicó el club Echagüe como uno de los más altos pilares del Modelo-, profundizó Urribarri la referencia en el discurso inclinándose por la “década ganada” y “elegimos hacer”, entre otros. Se ha producido una discontinuidad que el Kirchnerismo se niega en advertir, esto le cabe a Urribarri. No se habla en el discurso oficial de los sectores productivos y sus problemas.
Ahora Urribarri debe pelear para que en la polarización no le robe más votos, y lo que diga o haga será clave. Podrá sumarse a la negación generalizada que ha hecho el Ejecutivo nacional que no hace más que profundizar las brechas con los sectores medios o mostrar un mensaje sui generis para la provincia lejanos a entelequias abstractas y buscar un anclaje más mediato con la realidad. 
En Entre Ríos hay problemas, mal que nos pese, y algunos de ellos muy complejos. Octubre queda muy lejos y lo que sucede hacia adentro del Peronismo y a aquello que nace a voz en cuello de la Presidenta no lo ayudan. Él lo sabe, y está preso de esta realidad. El empleo genuino y la sustentabilidad de las empresas –las históricas y las nuevas que se han creado durante su gestión- son la clave si realmente se quiere sostener el pequeño impulso que se ha dado en este tiempo. El resto es pour le gallerie, o como charlar con un amigo entre mate y mate.

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