ENFOQUE

Córdoba: Una crisis interminable

Editoral La Voz del Interior


Los cortes de luz y la falta de agua han puesto en una situación de irritante abandono a los cordobeses, que no ven actitudes proactivas de parte del Estado provincial ni del municipal.
A fuerza de buena voluntad y optimismo por la llegada de las fiestas de fin de año, los cordobeses iban dejando atrás los efectos nocivos de la asonada policial del 3 y 4 de este mes, que desembocó en una ola de saqueos y destrucción sin precedentes en los 30 años de democracia. Sin embargo, el destino les tenía reservados nuevos episodios funestos, que reinstalaron la sensación de abandono y desesperanza.
Agobiados por temperaturas superiores a los 40 grados centígrados, miles de vecinos de decenas de barriadas de la Capital y el interior fueron sorprendidos por cortes totales o parciales de los sistemas de agua corriente y de energía eléctrica. Dos prestaciones elementales para la vida de un hogar, más allá del calendario festivo.
La comunidad hizo explotar su malhumor en las redes sociales y a través de los medios de comunicación. Frente a este reventón, Aguas Cordobesas y la Empresa Provincial de Energía de Córdoba (Epec) se mostraron impotentes, cuando no incapaces, para dar una solución a las familias aquejadas por la interrupción de los servicios.
El Gobierno de la Provincia y el municipio de la ciudad de Córdoba no atinaron tampoco a ensayar soluciones urgentes, según sus responsabilidades, y quedaron atrapados por la desidia.
La gestión municipal no previó una guardia especial de agentes de tránsito que pusieran orden por el colapso de las redes de semáforos. Y la Provincia optó por lanzar acusaciones y amenazas de sanciones a las dos prestatarias.
La penalidad a quien le corresponda debe ser aplicada sin demoras y de manera rigurosa, pero hay que asistir a las personas que sufren los efectos de apagones y canillas secas.
En esta vía de desatinos, sonaron inoportunas y hasta temerarias las expresiones del presidente de Epec, Osvaldo Simone, quien culpó a los usuarios por no haber informado la instalación en sus viviendas de nuevos aparatos electrodomésticos, con la consiguiente mayor carga energética. Simone puede tener razón, pero acusar a los damnificados en medio de la depresión y el calor fue un desacierto que el funcionario tendría que enmendar públicamente.
Como consecuencia de políticas erráticas atribuibles también al Gobierno nacional, el déficit energético en Argentina arrastra años de inoperancia y falta de inversiones en grandes obras de infraestructura. A su vez, la escasez de agua puede tener su correlato en la crisis hídrica que se observa desde hace tiempo en la provincia de Córdoba.
Pero resulta casi obsceno que dos de las empresas que abrocharon fuertes aumentos de tarifas para 2014 abandonen a su suerte a miles de usuarios que, pese a los costos y magros beneficios, abonan sus facturas de manera religiosa.
El Estado debe tomar cartas en el asunto, para que los cordobeses no sean sometidos a nuevos agobios inmerecidos.

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