ENFOQUE

El balance social dejará de ser referencia simbólica para ser base de negocios

Por Analía Zimmerman (*)  /  El análisis de las acciones desplegadas por las empresas entrerrianas y lo percibido en las experiencias que se desarrollaron en el II Foro Nacional de Responsabilidad Social Empresaria –realizado en Paraná el martes 21 de septiembre- permite arribar a una definición que no debe ser considerada menor: el empresariado de la provincia hizo carne el concepto y ha superado con creces la etapa de sensibilización inicial que el proceso demanda para un desarrollo sostenido y sustentable de las prácticas corporativas.

 

 

Más aún, se podría afirmar también que los líderes de algunas compañías, predican cada vez más, han internalizado a la organización los valores de la RSE y mantienen la convicción que ese es el camino correcto.

En principio, ese es el punto de partida de la responsabilidad social en las empresas y que no muchos lo comprenden al momento de comenzar a aplicar programas. Y no es otro que la necesidad de instalar el concepto en la empresa como un integrador de gestión, y que deje de estar sólo en las esferas de decisión, constituyéndose en un eje horizontal.

Pero esto, es sólo el comienzo.

Es necesario avanzar al ritmo del mundo, porque el paradigma crece y no distingue en escalas ni categorías, porque, digámoslo ya, no se trata en el presente y mucho menos en el futuro de la posibilidad que abre la RSE para generar asociaciones con valores positivos para las comunidades, sino que se está imponiendo como un modelo donde será clave para acceder y pertenecer a cadenas de valor de clase mundial.

Para ello se requiere empezar a aplicar marcos de referencia que el mundo del la RSE reconoce; tal es el caso de en la ISO 26.000 ampliamente difundida en el mundo por estos días, y que nos permite superar el debate de lo que es responsabilidad social empresaria y lo que no lo es, y define claramente cuáles son los aspectos clave que están involucrados en la gestión con los temas que tienen impactos sociales y ambientales.

Empezar a transitar este camino implica ir resolviendo algunos interrogantes. Por ejemplo, es importante conocer cuáles son los aportes que desde el negocio pueden ser soluciones sociales o ambientales para los grupos de interés de su esfera de influencia. Y esto conlleva,  desde la estrategia del negocio ir configurando el caso de la RSE de la empresa.

Esto tiene que ver con lo que la compañía ha decidido como estrategia esencial para minimizar los impactos negativos que puede conllevar la propia dinámica del negocio y, en el mismo movimiento, consolidar los aspectos positivos. Ambos, en definitiva, son las cuestiones que la empresa redefinirá a medida que dialoga y negocia con sus otros grupos de interés.

No se trata ya de una buena idea o aquella gran actividad a desarrollar con empleados y la comunidad; sino de una gestión planificada, en proceso de mejora continua y enmarcada en referenciales internacionales de RSE.

La estrategia debe contemplar rediseños y adaptaciones activas a medida que el proceso avanza y se madura la interrelación con sus grupos de interés, de manera que sea inclusiva, y que permita una aplicación horizontal con el resto de los actores, y transversal hacia el interior de la compañía.

 

Sustentabilidad.

El proceso adquiere la calificación de consolidado, avanzado o de diferenciación cuando se sistematiza a través del reporte de sustentabilidad o balance social, cosa que en Entre Ríos aún no está muy difundido.

El más representativo y adoptado a nivel internacional, es el índice del Global Reporting Iniciative (GRI), que permite la comparabilidad de las experiencias en todo el mundo.

Este enfoque cambia el concepto de balance social, que deja de considerarlo como una mera herramienta de comunicación, y lo valoriza como una herramienta de gestión que permite aprender del proceso y de otras experiencias esa posibilidad de comparación. Así como también diferenciarse en el mercado.

Estos son los desafíos para adelante.

En el escenario actual, consolidar un proceso de responsabilidad social para una compañía todavía es una oportunidad para diferenciarse, pero el tiempo se acorta.

Es que es necesario advertir el cambio que se está produciendo en el mundo de los negocios con la RSE.

En poco tiempo será una exigencia extendida poseer un balance social serio para atraer inversores; o para continuar siendo ser parte de una cadena de valor sustentable, de estar  posicionada entre las empresas con buena reputación, en definitiva, para acceder a mercados exigentes de clase mundial. 

 

Consultora, especialista en RSE

 

 

 

 

 

 

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