ENFOQUE

En tránsito de la sinergia al diálogo, los industriales se desmarcan de Urribarri

El giro ensayado por el gobierno provincial, en diciembre cuando elaboró y sancionó la ley de reforma tributaria, tuvo su correlato en el sector industrial que endurece su discurso y cada vez se encuentra más lejos de la consabida “sinergia” que desde ambos lados supieron pregonar. Casi sin diálogo y con Urribarri con el norte puesto en otros objetivos, la UIER se desengancha de una relación cada vez más fragmentada y sin interlocutores.

Gustavo Sánchez Romero | Editorial Especial Dos Florines


En un clásico y otoñal mediodía paranaense, junto al río, donde calle Estrada se tuerce para no chocarse con la vieja Pórtland, Antonio Caramagna hizo sonar los tacos contra el piso y se afirmó como no pudo hacerlo en los dos años anteriores en los que estuvo al frente, en su primera gestión, de la Unión Industrial de Entre Ríos. El calendario marcaba el jueves 24 de abril. 
Está claro que él se siente más cómodo en este lugar que en aquel otro donde muchas veces en el pasado no pudo evitar caer en la sobreactuación para contentar los disímiles intereses que conviven en la entidad fabril entrerriana. Disímiles intereses debe entenderse –entre otras cosas- como un debate vivo al seno de la entidad sobre la forma de relacionarse con un Gobierno provincial especialista en el arte del abrazo del oso; debate en el que la balanza muchas veces quedó sesgada ante un esquema donde los hombres de Urribarri blandieron el parche del crédito, el subsidio, la obra pública realizada o el certificado de obra.
La otra vereda, la que busca más independencia de criterios frente al Ejecutivo provincial o nacional; mayor fortaleza a la hora de los reclamos sobre los puntos que perjudican la gestión de las empresas del sector; y un posicionamiento social más autónomo, no siempre gozó de la ascendencia necesaria para imponerse. 
Con matices, las pulsiones iniciales de los industriales vernáculos no difieren mucho -en su concepto- de las que se dieron en un tiempo en la nave nodriza entre “aceros” y “caramelos”, y que en otro tiempo se dividieron en “halcones” y “palomas”. Un debate entre Tirios y Troyanos que volvió –extramuros- a mostrar una posición unificada y más beligerante.
Desde los viejos tiempos en que Héctor Motta se plantaba con un rosario de reclamos y una letanía de aportes a la economía provincial y al empleo desde el sector privado, ante el cual Daniel Welschen –ex ministro de Producción- respondía con el escudo de razones y un puñado de promesas –con finanzas más exangües que las actuales, por cierto- no se veían momentos de tensión como los vividos en la asamblea última de la UIER.
La extraña composición de la mesa principal se prestaba como en un aquelarre. En la cabecera, además del reelecto presidente, convivieron Ricardo Guimarey y Eduardo Tonutti con los funcionarios Roberto Schunk –ministro de la Producción-; Pablo Zárate -Secretario de Industria y Comercio- del gobierno provincial y el secretario de Planeamiento y Obras Públicas de la Municipalidad de Paraná, Guillermo Federik.
Las miradas buscaban puntos de fuga y cruzaban el espacio de la sala de reuniones de la entidad como las luces psicodélicas de un boliche bailable en el apogeo de la noche. Las palabras taladraban una relación resquebrajada; pero la firmeza del tono que Caramagna le puso a su discurso abrió una fantasmagórica ventana a la jornada que hubiese conmovido al mismísimo Elmer Van Hess.

Valores. “Sin abrir juicio de valor sobre los argumentos y/o condicionantes que pueda haber tenido nuestro Gobierno Provincial ante esa realidad, optamos por seguir sosteniendo y promoviendo un vínculo fuerte como único camino motivador para nuestra actividad industrial. Con ese principio podemos afirmar que los resultados –dentro del difícil marco nacional– habían sido aceptables… hasta el año pasado. Sin embargo, en diciembre, la realidad, ingratamente, nos sorprendió. Un proyecto de ley de Reforma Tributaria, sobre cuya existencia tomamos conocimiento por los medios de comunicación a escasas horas de la sanción, dio por tierra con todo el esfuerzo que veníamos haciendo en la tan valorada sinergia industrial público–privada. Sin más ni más, volvía a tomar vigencia Ingresos Brutos –ahora con el 1 %- y se duplicaba la ley 4.035, pasando del 1,5 % al 3,0 % descalzando, por un lado, a la provincia, de los términos de competitividad con las otras de la Región Centro y, por otro, quitando recursos a las industrias dentro de un marco nacional no precisamente alentador.
De inmediato, con urgencia y previamente a la promulgación de la ley, hicimos llegar a las máximas autoridades de gobierno, un estudio elaborado por nuestro Departamento Tributario, marcando la alteración impositiva que se produciría de todo lo que se había venido estructurando positiva y competitivamente durante mucho tiempo. Sin embargo, la ley sancionada por el poder legislativo siguió su camino y el mismo 18 de diciembre de 2013 fue promulgada –sin mediar diálogo alguno- por el Ejecutivo Provincial”. Nosotros los de entonces ya no somos los mismos, y como un piedra que ha golpeado con fuerza en el vidrio de la relación, éste ha comenzado a agrietarse en forma inclemente.

Quiebre. El discurso de Antonio Caramagna significó una discontinuidad en una senda donde siempre quedó la impresión que se ventilaba bastante menos de lo que se quería efectivamente mostrar a la sociedad, y que, “in excelsis Deo”, se eslabonaban las palabras con la precisión quirúrgica de un prestidigitador. 
Schunk y Zárate escuchaban en silencio y el aire se llenaba de inmisericordia. En una larga presentación, el reelecto presidente mencionó todos los aspectos institucionales del año y enfatizó tanto cuanto pudo en las acciones desarrolladas en conjunto con el Gobierno en materia de energía, capacitación, observatorio laboral, etc. No olvidó la colaboración de la entidad en la llegada de los seis embajadores orientales a la provincia ni el aporte de la UIER para que en diciembre Urribarri se explayara en la asamblea de UIA, en el coqueto hotel de Cardales, sobre las ventajas de invertir en Entre Ríos. De un lado y otro saben –y de allí el recuerdo en las palabras- que el gobernador entrerriano no hubiese llegado nunca por otro camino a ese exclusivo púlpito.  
Pero no pasó desapercibido cuando dijo que se demoró más de un mes para que el Gobernador los atendiera en audiencia en el marco del cambio de la plataforma tributaria de la provincia. El 4 de febrero pasado, se señaló ante el Gobernador que “…en materia industrial, es necesario conocer lo que Industria significa ya que el legislar y definir normativas tributarias, requiere un acabado conocimiento específico del sector, el cual se adquiere – solamente – en mesas de análisis conjuntas. 
Así mismo, reclamamos que el sector industrial, necesariamente, debía ser valorado y respetado porque se trata de una actividad transformadora y generadora de trabajo genuino e intensivo que lleva años y, muchas veces, generaciones, construirla y, más aún, sostenerla”. 
Acto siguiente, el industrial reseñó que el argumento expuesto por el gobierno, fue que los beneficios que da la Ley de Promoción Industrial han sido respetados, pero la realidad muestra que “las principales inversiones las producen las industrias preexistentes y, por ello, son las que necesitan seguir siendo cuidadas ya que, sin solución de continuidad, trabajan en sostener su parque tecnológico actualizado, investigan en función del imprescindible desarrollo e innovación, gestionan buscando ampliar sus mercados, requieren profesionales en su búsqueda de la productividad y competitividad, suman personal operativo de trabajo, etc. y lo hacen solo con la reinversión de sus utilidades y dejándolas en la propia tierra que los vio nacer y crecer”.
Finalmente, el malestar interno de los socios fue más fuerte que cualquier manifestación del temor y los industriales salieron con velocidad a desmarcarse de un esquema caracterizado por despliegues bipartitos que llegaban a la sociedad como hecho consumado en un tandem solidificado y donde el discurso oficial desplegaba la reconversión productiva provincial que anclaba en un deseo abierto de producir e invertir de parte de los privados.

Futuro. Luego de cortar amarras, ante la impávida mirada de los dos principales funcionarios de Producción, la UIER dibujó una perspectiva a futuro que abre muchos interrogantes abiertos. “Este tiempo que tenemos por delante será de muy alta exigencia derivada de cuestiones económicas y de conflictividad social y política y es por ello que la inteligencia reflexiva y la participación serán dos cuestiones que demandarán particular atención. La actividad industrial es absolutamente sensible a todo esto y es por ello que, en nuestras manos, está también la responsabilidad de hacer nuestro esfuerzo para preservar – en la medida que nos corresponde – la paz social, trabajando, de la mejor manera posible, en marcos de serenidad y convivencia constructiva”.
Mientras que con su habitual desparpajo y respingo el titular de la Administradora Tributaria –Marcelo Casaretto- encuentra hábilmente los eufemismos para definirlos, a la hora de defensa de la reforma tributaria de diciembre, no puede menos que leerse que la nueva alianza del gobierno provincial los deja afuera y los coloca poco menos que en el lugar de garcas-conservadores-enemigos-del-pueblo-que-quieren-evitar-la-distribución-equitativa-del-ingreso-del-gobierno-popular.
Héctor Méndez –a partir de una explotación inabarcable de la comunicación del Gobierno provincial- abrió más grietas aún recordando una foto que ya no existe, y el propio Antonio Caramagna ha debido mostrar al menos el tráiler de la película para contradecir a su jefe nacional. “No es este un buen momento de la relación”, sentenció. De la posición de “sinergiados” han mudado a la desconfianza de lobos en celo. 
El Gobernador prefiere no hablar de temas calientes y evita posicionamientos profundos, sólo se alinea con el discurso de Cristina Fernández en su percepción que es lo mejor para el umbral electoral que lo encuentra a él como uno de los adelantados. En eso se parece bastante a Daniel Scioli. Sin embargo, nunca Sergio Urribarri, en el camino sinuoso e incierto hacia algún lugar del poder central, si es que hubiere allí algún lugar reservado para él, estuvo tan cerca de los conceptos viscerales kirnchneristas.
Por ahora, todo indica que ha atado definitivamente su suerte a las ideas refractarias de un gobierno que se apaga, y la trajo fronteras adentro, cosa que no hizo ni siquiera durante los días calientes del conflicto por la Resolución 125.  Lo novedoso es que la circunstancia lo empuja a las definiciones, a evitar ambigüedades, a hablarle al núcleo duro de su electorado. Mejor ni hablar de institucionalidad, inversiones, perspectivas de futuro, etc, etc., etc. Un baño de sinceridad en todos los actores, con todo lo que ello implica.

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