ENFOQUE

¿A quién querés más: al jefe de tu área o al de insumos?

Muchas veces los que nos dedicamos a estudiar los problemas en las organizaciones analizamos el tratamiento de los conflictos cuando las personas ya se encuentran inmersas o forman parte de ellos. A veces, sin embargo, nos preguntan: ¿qué puedo hacer cuando me enfrento a una paradoja (dos posiciones antagónicas) que no me pertenece y a la que no me interesa pertenecer?

José Bizai (*)

La palabra paradoja proviene del latín paradoxus (que a su vez tiene su origen en la lengua griega), y que podría definirse como una figura retórica que consiste en la utilización de expresiones que contienen una contradicción, por ejemplo, si alguien le pregunta: “¿A quién querés más, a tu mamá o a tu papá?”, o bien “¿Cuál es tu equipo favorito, Boca Juniors o River Plate?”, o si el presidente de tú empresa te pregunta: “¿Quién crees que es mejor jefe, el de tu área o el de insumos?”. En todos esos casos, y si su intención es no formar parte de un conflicto, lo recomendable es simplemente no ingresar en la paradoja respondiendo cosas como: “Quiero a mis dos padres por igual”, “Soy de San Lorenzo”, o “Los dos jefes tienen cualidades bastante interesantes que los hacen ser buenos en lo que hacen”. Notará que estas respuestas cuentan con la virtud de desactivar un posible futuro enfrentamiento al que no le interesa ingresar.

Jesús era un maestro en desactivar paradojas, de hecho, cuando los fariseos intentaron tenderle una trampa enviándole a algunos de sus discípulos para que le preguntaran delante de muchas personas si había o no había que pagar los impuestos, le plantearon una paradoja, pues si respondía que sí, se congraciaba con el Estado enemistándose con el pueblo ya que los impuestos eran totalmente usurarios, y si decía que no había que pagar los impuestos, se congraciaba con el pueblo pero se enemistaría con un Estado que seguramente, luego de esa declaración podía juzgarlo y condenarlo. Luego Jesús, advirtiendo que era una trampa, tomó una moneda y la mostró a la gente preguntando, de quién era el rostro impreso en ella. Todos respondieron, “Del César” (el emperador), entonces dijo: “Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (Mat. 22, 21). Secillamente brillante.

Recuerde: con esto no le estamos recomendando que siempre debe mantenerse al margen de toda batalla sino que le estamos sugiriendo que elija sus propias batallas, y no que se las elijan los demás.

 

(*) Líder Internacional en Reingeniería de Equipos. Conductor Grupal con Programación Neurolingüística de Cuarta Generación. Master-Trainer Internacional en P.N.L. Profesor Superior en Abogacía. Especialista en Derecho Notarial. Abogado. Mediador. Coach Neurolingüístico Organizacional. E-mail: jbizai@josebizai.com.ar Facebook y Twitter: Jose Bizai

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