ENFOQUE

Cuestionamientos en la Expo Leche

Por Sociedad Rural de Nogoyá

Allá lejos y hace tiempo, a “nuestro pago” se lo conocía como una cuenca lechera. Una gran cantidad de tambos, algunos grandes y otros cientos más bien pequeños, le daban a Nogoyá esa energía de ciudad en desarrollo, donde las personas podían elegir quedarse a vivir en sus campos y vivir dignamente de su trabajo, teniendo no más de 30 hectáreas de tierra. Tristemente fuimos testigos de cómo las innumerables malas gestiones gubernamentales, sumadas al abuso de algunos actores de la cadena láctea, contribuyeron a la desaparición de nuestros tambos.

Nos gusta pensar, por las reuniones que hemos compartido con su equipo de trabajo, que, con un poco de nostalgia y sobre todo con esperanza, en la gestión del señor Rafael Cavagna se retomó con la realización de aquella fiesta que se hacía en las épocas de bonanza; es esperanzador ver a productores, prestadores de servicios y comerciantes del sector reunirse para recibir y dar asesoramiento y para realizar negocios, encontrarnos con las familias enteras compartiendo un paseo que nos conecta con quienes verdaderamente somos.

Lo que parece pasar inadvertido, una y otra vez, es que esta fiesta se desarrolla en las instalaciones de la Sociedad Rural de Nogoyá; y decimos que pasa inadvertido porque, con tristeza, observamos que se omite el agradecer públicamente al productor que provee todo tipo de recursos para que tengamos estas instalaciones en pie. Seguramente sólo se trata de un pequeño olvido, ya que fueron muchos los que trabajaron para que la fiesta pudiera renacer; sin embargo, consideramos necesario mencionarlo.

Vivimos en una locura donde escuchamos opinar de nuestra actividad a gente que antes se dedicaba a hablar de las vedettes de moda, sueñan con cosechas récord, y poco se habla del hecho de que, entre el Estado nacional, el provincial y el municipal, se quedan con el 60% del resultado de nuestro sacrificio, mientras nosotros seguimos sin tener comunicación ni caminos. Sólo tenemos promesas y sobres de licitaciones convocadas muchas veces, desde el Gobierno provincial que nunca logran terminar en una obra.

Hoy contamos con un cartel publicitario en los puentes eternamente provisorios de Don Cristóbal y un gobernador que no sólo se pasa meses y meses sin responder las convocatorias hechas por la Mesa de Enlace de la provincia, sino que de un modo autoritario modifica el cálculo del ajuste del Impuesto Inmobiliario Rural, que resulta en incrementos de entre un 40% y un 60%.

El último viernes, nosotros, los socios de la Sociedad Rural de Nogoyá, esos mismos cuyos representantes no pueden ser recibidos por el Gobernador, seguramente por “problemas de agenda”, tuvimos que verlo llegar a nuestra casa, a tomarse la foto, mientras hacía promesas de campaña, luego de bajar de su paseo en helicóptero. Tuvimos que soportar, además, que su “séquito” arrancara de la mesa preparada para las autoridades, la bandera de nuestra ciudad, con el argumento de que “el protocolo indica que las banderas deben estar en un mástil”.

Quisiéramos pedirle disculpas al señor gobernador Gustavo Bordet por no contar con un mástil para recibirlo, y con todo respeto, le exijimos –porque tenemos bien en claro quién paga su sueldo y el de los que lo rodean– que se ocupe de emplear personas que sepan lo que es la educación y el respeto, además de conocer cuáles son las funciones que deben desarrollar.

El señor Bordet vino a nuestra casa, invitado por el señor Intendente, y le faltó el respeto al emblema de nuestra ciudad. Quizás, si lograra rodearse de funcionarios respetuosos que sepan, asimismo, desempeñar su trabajo, podría venir de visita por los caminos que hoy son intransitables, sin necesidad de gastar nuestros impuestos en “volar”, y nosotros podremos sacar de los campos nuestras producciones, sin gastos extras, y por lograr estar comunicados, podremos comerciar mejor y así lograremos reunir los fondos suficientes, para, en su próxima visita, esperarlo, orgullosos, con nuestra bandera flameando en un hermoso mástil.

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